Clausuran máquinas en los casinos de Cristóbal López
El juego en la Ciudad
En la primera inspección oficial en más de una década, Lotería Nacional encontró fallas en la seguridad de 182 tragamonedas del Hipódromo y en los barcos de Puerto Madero.
El enfrentamiento entre el Gobierno macrista y el empresario del juego Cristóbal López salió del ámbito discursivo y empezó a verse "en la cancha".
Lotería Nacional clausuró 94 máquinas tragamonedas del Hipódromo de Palermo y 88 de los barcos casino de Puerto Madero porque no cumplían con los requisitos de seguridad.
Lo que en otro contexto sería una inspección de rutina, hoy tiene un fuerte significado político: en todos estos años, los inspectores del organismo que controla el juego en el país nunca habían pisado las principales salas de apuestas de la Capital Federal.
Los controles comenzaron hace una semana.
Unos 15 inspectores visitaron durante todo el día la sala de juegos del Hipódromo, y otro tanto fueron a los barcos.
Días atrás encontraron que varias máquinas carecían de los certificados del fabricante y de algún laboratorio internacionalmente reconocido, dos requisitos obligatorios para garantizar que las tragamonedas son seguras y no hacen trampa.
Tras darle plazo a los operadores para que respondieran, y como estos reconocieron que carecían de los papeles, ayer los inspectores clausuraron las máquinas.
En tanto, también encontraron que varias tragamonedas no contaban con un sistema de emergencia llamado UPS, cuya función es mantenerlas activas durante al menos 15 minutos en caso de que se corte la luz en la sala.
Fuentes de Lotería Nacional Sociedad del Estado aseguraron que "este no tiene que ser un organismo político sino de control. Pero nunca se había hecho una fiscalización como esta. De hecho, todavía no definimos qué sanción les corresponde a los operadores porque formalmente no tienen antecedentes de infracciones".
En 1999, el presidente Carlos Menem autorizó la instalación de un barco casino en Puerto Madero, pese a que la Constitución de la Ciudad prohíbe la explotación privada del juego en suelo porteño.
Esa fue justamente la excusa: el casino no estaba en el suelo sino en el agua, y como el Gobierno Nacional entendió entonces que el Río de la Plata era jurisdicción federal, habilitó el barco. En 2006 se sumaría el segundo.
El entonces jefe de Gobierno porteño, Fernando de la Rúa, intentó clausurar la embarcación, pero empezó a jugar la Justicia, que con un recurso de amparo permitió el funcionamiento de la sala.
Fue la primera de 15 medidas similares, que se sumaron a fallos de todo tipo, incluidos tres de la Corte Suprema.
Acaso para generarle una competencia, cuando De la Rúa ocupó la Presidencia autorizó la instalación de tragamonedas en el Hipódromo, medida que se terminó de concretar en el mandato de Eduardo Duhalde.
Y todo explotó con la llegada de Néstor Kirchner, que no sólo facilitó el acceso de Cristóbal López (quien ya operaba casinos en Santa Cruz), sino que al final de su mandato prorrogó la concesión hasta 2032 y obligó a los operadores a aumentar la cantidad de tragamonedas, con la excusa de que parte de la recaudación se destina a Desarrollo Social.
Hoy, Cristóbal López comparte el negocio de los barcos con la empresa española CIRSA y el Hipódromo con Federico de Achával.
En todo este tiempo el dinero no paró de fluir, con un pequeño detalle: nunca se supo con certeza cuánto se recaudó, y por ende cuánto debían aportar los operadores a Lotería Nacional.
Al ex titular del organismo, Roberto López, siempre se lo señaló como muy cercano a Cristóbal López.
Pero el contexto cambió.
En 2013, Macri había pactado con los operadores una extensión del convenio entre la Nación y la Ciudad, por la cual ésta última recibiría un porcentaje de la recaudación a cambio de condonarle la deuda impositiva por Ingresos Brutos.
La Legislatura porteña llegó a votarla, pero la presión política obligó a un cambio.
Entonces, Fabián Rodríguez Simón, uno de los principales asesores legales de Macri, y el entonces ministro porteño de Hacienda, Néstor Grindetti, se ocuparon de modificar el convenio, que finalmente nunca se aplicó.
Tras eso, en diciembre el macrismo dejó vencer ese convenio, y ahora trabaja en que Lotería Nacional le traspase a la Ciudad todo el control del juego, incluido el cobro de impuestos.
Una pelea que para la Ciudad ya tiene precio: $ 4 mil millones
El empresario K, en la mira
Con las tragamonedas en Palermo, López nunca pagó Ingresos Brutos.
Un emisario de Macri ya lo intimó.
Hubo otras antes: la primera fue el año pasado cuando la Ciudad frenó una licitación de Lotería Nacional que le entregaba en bandejas los cinco bingos porteños al empresario K.
La última, la intimación a pagar una millonaria deuda impositiva que los casinos mantienen con la Ciudad.
Fabián Rodríguez Simón, abogado y asesor de Macri, le había dado 30 días a López para que pagara una deuda estimada en $ 4 mil millones por Ingresos Brutos que acumula desde 2003 por lo que recauda con las máquinas tragamonedas en el Hipódromo de Palermo.
El pago nunca se efectuó y no parece casual que, cumplido el plazo, Lotería haya ingresado a las salas de López para controlar por primera vez sus máquinas tragamonedas.
No había pasado nunca en los 12 años de gobiernos kirchneristas. De hecho, nadie auditaba lo que López factura con sus 4.500 máquinas. Sólo él lo sabe.
La relación de Cristóbal López con el juego en la Ciudad arrancó en 1999.
Asociado a los españoles de CIRSA se quedó la licitación que el presidente Carlos Menem hizo por un casino en Puerto Madero.
Técnicamente no estaba en tierra: era un barco (luego fueron dos) que flotaba en territorio federal.
Esa fue la excusa para esquivar los controles y los impuestos que debía tributar a la Ciudad.
Fernando De la Rúa como intendente intentó clausurarlo.
Estuvo cerca aunque siempre chocó contra fallos judiciales.
En resumen, hubo en todo este tiempo15 amparos, fallos en todas las instancias y hasta tres sentencias de la Corte Suprema.
Y los barcos nunca zarparon.
Ya como presidente, De la Rúa habilitó la instalación de máquinas tragamonedas en el Hipódromo de Palermo, que estaba en ruinas y concesionado en manos del empresario Federico de Achával.
Por un lado rescató a la actividad hípica. Pero por el otro, le abrió la puerta a Cristóbal López.
La llave se la dio Néstor Kirchner. Como las aguas de Puerto Madero, el hipódromo es considerado territorio federal
Lo asoció con De Achával y juntos llevaron el juego en Palermo a su máxima expresión.
Aníbal Ibarra como jefe de Gobierno buscó la manera de que la explosión favoreciera a las arcas de la Ciudad.
Terminó arreglando con Kirchner un canon irrisorio al lado de las ganancias que ya generaban las tragamonedas.
Otra vez había ganado Cristóbal.
Hace dos años, intentó renovar el convenio a cambio de que le perdonaran la deuda de Ingresos Brutos.
Estuvo cerca de conseguirlo. Se lo voltearon.
Su suerte en el juego había comenzado a cambiar.
fuente
"Clarin.com", 04.05.2016
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