Fin del negocio: Aerolíneas dio de baja los hoteles de Cristina Kirchner
El Alto Calafate ofreció el precio más barato para proveer a la tripulación en El Calafate, pero la empresa desestimó la oferta.
¿Cuáles eran los detalles de estos acuerdos?
Se termina un negocio.
El expediente era un leño al rojo vivo.
Corría abril y Aerolíneas Argentinas abrió un concurso de precios para proveer hoteles para la tripulación en El Calafate.
Según indica el diario La Nación, hubo tres ofertas, una de ellas enviada desde Alto Calafate, el hotel que los Kirchner compraron en 2008 y que es administrado por una sociedad que responde a Lázaro Báez.
El hotel, proveedor durante el kirchnerismo, ofreció el mejor precio.
El dilema terminó con una decisión salomónica: la oferta más económica puede no ser la más conveniente.
Pese a la relación que existió entre los hoteles y la aerolínea, la ex familia presidencial ya no recibirá a las tripulaciones.
Eso sí, Aerolíneas pagará un poco más, con el argumento de la situación judicial del proveedor.
No es lo único llamativo.
Los precios actuales de Alto Calafate están muy por debajo de los que cobró en otra época.
Por ejemplo, en la temporada alta de 2012 llegó a cobrar 133 dólares por cada habitación.
Esta vez, la oferta no llegó a 100.
Indicios de que los tiempos cambian.
Todo empezó el 25 de febrero, cuando se inició el expediente para contratar el servicio, nominado CC141/2016.
Entonces, se invitó a varios hoteles a proveer alojamiento a la tripulación de un vuelo diario desde principios de marzo y por 12 meses, por un estimado de 2190 habitaciones totales.
Había tiempo hasta el 7 de marzo para ofertar.
Los hoteles tenían que proveer a la tripulación de habitaciones de alto nivel, lejos de fuentes emisoras de ruidos como ascensores o máquinas de hielo, con televisores, control de temperatura, sistema de oscurecimiento (black out) y caja de seguridad.
Además, se pidieron adicionales como cortesía.
El primero, el alojamiento para un adulto y un niño de hasta 12 años en la habitación del tripulante sin cargo.
Además de descuentos en consumos como restaurante o lavandería, se solicitó una tarifa con descuento para todo el personal de Aerolíneas y Austral que esté de vacaciones.
Llegaron cuatro propuestas, tres en término Alto Calafate, Esplendor y Xelena y una cuarta, de la posada Los Álamos, que no se convalidó por ser extemporánea.
Allí empezó el derrotero.
Después de abiertos los sobres en presencia del escribano Gustavo Badino, un representante del Departamento de Legales y tres del de Compras, encontraron que Alto Calafate había presentado el precio más barato: $ 1049 por habitación, muy lejos de los $ 1298 que cotizó el segundo (Esplendor) y los $ 1471 del tercero (Xelena).
El expediente tomaba temperatura.
Se les pidió a los escoltas que mejoraran la oferta.
Lo hicieron, aunque, buenos vecinos del poderoso del barrio, ninguno perforó el piso de Alto Calafate.
Sin contar a este último, Esplendor se quedó con la mejor oferta y concedió 13,07% de descuento.
Cotizó cada noche a $ 1148 del 14 al 29 de mayo.
Informó que entre ese día y el 8 de agosto mantendría cerrado por refacciones.
Surgió la posibilidad de suplirlo con el hotel más caro, el Xelena, que, luego de bajar 5,26%, terminó en un valor de $ 1397.
Pasado ese período, la tripulación volverá al Esplendor, que mantenía el precio hasta el 1° de noviembre, cuando pasaría a 1318 pesos.
El asunto tomó temperatura.
El 29 de marzo seguían las indefiniciones.
Ese día, a las 10.06, tras una reunión con el Comité de Legales, el vicepresidente de la compañía, Manuel Álvarez Trongé, envió un correo a Legales en el que se detallaban los sustentos jurídicos que se le daría al rechazo de Alto Calafate.
El 14 de abril viajó un memo desde el área comercial (firmado por tres personas) a la gerencia general.
El 20 de abril, el concurso de precios y las ofertas se cargaron en el sistema SAP, el programa que rige la vida contable de la empresa.
Entonces, el caso llegó a Nicolás Sikos, gerente de Legales y Asuntos Jurídicos, que dictaminó el 25 de abril.
La consulta era concreta.
Había que conocer si se infligía alguna norma al contratar a una oferta que no fuera la más económica.
Los argumentos fueron simples.
Primero, la empresa es una sociedad anónima.
“Las contrataciones de ARSA se rigen únicamente por el derecho privado y, como tales, se enmarcan en el principio de libertad contractual y autonomía de la voluntad”, dice el dictamen, que aclara, además, que el único requisito para regular este tipo de operaciones es el manual de compras, aprobado en enero de 2010.
La cita del documento aprobado en plena gestión de La Cámpora es directa: “La oferta más conveniente no significa necesariamente la de menor precio”, aclaró.
Finalmente, dice que “existen diversas causas penales en las que se investiga al hotel [Alto Calafate] y en las que la prensa ha involucrado al Grupo Aerolíneas asociándolo en algún modo a la comisión o participación en presuntas maniobras ilícitas”, y que la contratación podría traer aparejados problemas con la imagen de la empresa.
“En línea con el manual de contratación de la empresa, la selección fue analizada desde una perspectiva integral y consideró una serie de atributos ligados a los servicios ofrecidos (proximidad con el aeropuerto local, precio, calidad, entre otras variables).
Esa contratación cumple con lo establecido, como se mencionó, por las normas y manuales internos de la compañía.
En tal sentido cabe mencionar que los decretos 1023/01 y 893/12 (régimen de contrataciones públicas) establecen expresamente que no resultan aplicables al Grupo Aerolíneas.
Adicionalmente, refuerza lo antes expuesto que el 3 de noviembre de 2015 se publicó la ley 27.198, que establece que el grupo se rige por las normas y principios del derecho privado”, contestaron en la empresa ayer, al ser consultados.
Así terminó el contrato con los controvertidos hoteles.
Atrás quedaron aquellos años dorados en los que la empresa que presidía Mariano Recalde pagó 4,7 millones de dólares y 2,26 millones de pesos a las sociedades que, a partir de 2008, se repartieron la administración del hotel Alto Calafate.
Los Kirchner perdieron un gran negocio.
Recalde, quizás, encontró de boca de sus sucesores los argumentos para repeler cualquier investigación que le pueda venir.
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