KIRCHENERISTA ENOJADOS CON TODOS
Declaración de guerra kirchnerista
El proyecto que presentaron ayer 14 senadores del Frente para la Victoria , planteando la ampliación de la Corte Suprema de Justicia a 13 miembros, es antes que nada una declaración de guerra interna.
Lo que hicieron esos senadores, comandados por los ultrakirchneristas Marcelo Fuentes y Juan Manuel Irrazábal y las camporistas Virginia García y Anabel Fernández Sagasti, fue avisarle a Miguel Pichetto, jefe de la bancada, que no lo acompañarán en su propósito de consagrar la semana que viene como jueces de la Corte a los dos candidatos que propuso Macri: el ex ministro de Justicia Horacio Rosatti y el académico Carlos Rosenkrantz, para completar la integración de cinco miembros.
Más que no acompañar ese propósito conjunto del oficialismo y el bloque opositor que es mayoría en el Senado, lo que harán los ultra K es petardearlo de todas las formas posibles tratando de hacerlo fracasar.
Esa fue la orden que les dio Cristina el pasado 21 de abril, durante su breve retorno a la Capital.
Ese día conminó a 22 de los 41 senadores del FpV –los que respondieron a su convocatoria en el Instituto Patria– a que bloquearan la aprobación de Rosatti y Rosenkrantz.
También avaló los proyectos para volver a ampliar la Corte, que se redujo por iniciativa suya durante los años de poder kirchnerista.
Cambiaron las conveniencias y se hicieron flexibles las convicciones.
Hace falta el voto de dos tercios del Senado para aprobar jueces de la Corte.
Si están presentes los 72 senadores, los dos tercios se alcanzan con 48 manos alzadas.
O sea que con 25 –siempre en caso de asistencia perfecta– se impide esa mayoría especial.
Sobre ese número mágico trabajan, con ansiedad poco disimulada, los operadores de uno y otro lado.
De aquellos escasos 22 senadores que acudieron al llamado de Cristina los que firmaron la declaración de guerra de ayer fueron sólo 14.
La erosión del cristinismo es constante.
Pero su núcleo duro sigue siendo significativo y no resigna de antemano ninguna batalla.
Los líderes oficialistas del Senado festejaban discretamente ayer que los conjurados contra Rosatti y Rosenkrantz, o contra Pichetto y Macri según se prefiera, fueran 14 y no 15 como en principio esperaban.
Cada voto cuenta. Así de angosta es la línea que hoy separa allí el éxito del fracaso.
La comandancia del bloque peronista veía venir esta jugada interna de los ultra K.
En el fondo –como ya ocurrió con la ley para pagar a los holdouts o con la después vetada ley antidespidos– lo que está en juego antes que la oposición irreductible a Macri es la cabeza de Pichetto como jefe de la bancada.
Hasta ahora Pichetto hace equilibrio y mal no le va: logró quedar siempre del lado mayoritario del bloque.
Pero sabe que si pueden, los cristinistas irán por él.
Esto genera una preocupación que es compartida por el oficialismo.
Sin el acuerdo con el sector dominante del Senado, el Gobierno quedaría paralizado en el Congreso.
Esa inquietud fue la base de un encuentro que ayer por la tarde sostuvieron Gabriela Michetti, titular natural del Senado, con Pichetto y un grupo de legisladores peronistas con representación territorial: el salteño Rodolfo Urtubey, el santafesino Omar Perotti y el formoseño José Mayans.
Michetti no habría percibido ninguna inquietud especial en Pichetto y sus acompañantes por la votación sobre las vacantes en la Corte.
La procesión va por dentro de los peronistas, y del oficialismo también.
El tema de la Corte se habría tratado como uno más, en ese encuentro destinado a buscar pautas de entendimiento sobre la agenda parlamentaria para el resto del año; una vez que se sancione el proyecto que incluye pago y reajuste a jubilados, blanqueo y restitución de fondos a las provincias.
Esa concreción del acuerdo entre la Nación y las provincias pesó mucho para allanar el camino hacia la designación de Rosa-tti y Rosenkrantz, porque endulzó de golpe el ánimo de los gobernadores peronistas y eso tiene reflejo inmediato en el Senado.
No se trata de un toma y daca, juran golpeándose el pecho macristas y peronistas.
Que le vayan buscando otro nombre entonces, porque hasta ahora toda la negociación se parece demasiado a eso.
Michetti y su ladero en la negociación, el presidente provisional del Senado Federico Pinedo, esperan que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, termine de pulir algún asunto pendiente con el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, para alinear a los senadores peronistas de esa provincia.
Pero en el camino hacia la aprobación de Rosatti y Rosenkrantz como jueces de la Corte todavía queda otro escollo por superar: la resistencia de género, por la cual las senadoras exigen que haya una mujer entre los nuevos cortesanos.
Es un reclamo que atraviesa a todas las fuerzas políticas.
Hay 30 mujeres en el Senado, sobre los 72 integrantes del cuerpo.
Se recordará que 14 ultra K se opondrán a todo. De ellos, 11 son mujeres.
O sea que hay otras 19 en los distintos bloques.
Recuérdese que con 25 votos se impiden los dos tercios.
Si 14 de esas 19 senadoras que no son K se mantienen firmes en el reclamo de género, no habrá Corte para Rosatti y Rosenkrantz.
Parece pura matemática, pero es todo política.
Hay un antecedente sugestivo. Cuando en febrero el Senado aprobó los pliegos de nuevos embajadores que había enviado el presidente Macri, la nominación de Miguel Del Sel como representante en Panamá fue resistida por un sector que lo cuestionó por su actuación como comediante en la que –según los detractores– se menospreciaba y discriminaba a las mujeres.
Del Sel logró mayoría simple y fue confirmado como embajador, pero tuvo 25 votos en contra.
Otra vez 25, el número mágico capaz de derrumbar los dos tercios que necesitan los jueces de la Corte.
La cuestión del cupo femenino en el máximo Tribunal moviliza a los senadores del Bloque Federal que comanda Adolfo Rodríguez Saá, que quiere colocar en la Corte a la senadora de su provincia, Liliana Negre. Ese interbloque tiene 9 miembros.
Fuentes macristas confían en que tres de esos seis legisladores, que responden al autónomo peronismo de Córdoba, actúen en consonancia con la mayoría de la Cámara. Otra vez: cada voto vale.
Hay dudas también por el voto de senadoras como Magdalena Odarda, rionegrina de la Coalición Cívica, que se declaró ni oficialista ni opositora y ya anunció que votará sólo a uno de los candidatos que propuso Macri, para que quede una vacante que más adelante cubriría una mujer.
Para salir de ese brete, el peronista Juan Manuel Abal Medina –que juega codo a codo con Pichetto– prepara un proyecto de ampliación de la Corte, de cinco a siete miembros, con la salvedad que no podrá haber más de cuatro integrantes de un mismo género: cuatro hombres y tres mujeres, o vicecersa.
Un modo elegante de plantear que si ahora se suman Rosatti y Rosenkrantz, cuando la Corte se amplíe a siete las dos que se agregarán deberán ser mujeres.
Muy kirchnerista, si se quiere: había dos mujeres –Elena Highton y la fallecida Carmen Argibay– y ahora queda una.
Pero en la eventual ampliación no habría una mujer más, sino dos. Vamos por todo.
Esto podría ser aceptado como principio general por el oficialismo, según quienes tantearon el tema con Michetti.
Pero nunca se votará a los nuevos miembros de la Corte incluyendo en la misma sesión un proyecto para ampliar el Tribunal.
Sería muy evidente el toma y daca.
Pero el tema va a entrar pronto en la agenda legislativa.
Ese día el incómodo será Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte, a quien poca gracia le hace la llegada de dos nuevos integrantes al reducido Tribunal de tres jueces que hoy controla.
Y muchísima menos gracia le haría una ampliación en la cual su indiscutido poder interno podría llegar a licuarse.
Eso es parte de la constante tensión entre sonrisas que mantienen Macri y Lorenzetti.
Al Gobierno le han disgustado algunos fallos de la Corte, empezando por el que desbarajustó la relación entre Nación y provincias.
Fue cuando se ordenó restituir fortunas a Córdoba, San Luis y Santa Fe, tres días después de que Macri derrotara a Daniel Scioli en el balotaje alcanzando la Presidencia.
Hace tres semanas, en una reunión con ocho gobernadores peronistas y representantes de dos provincias más, Lorenzetti habría deslizado algunos comentarios que podían entenderse como desfavorables para el peronista Rosatti, propuesto para la Corte, por su supuesto desapego respecto de las necesidades financieras de las provincias.
El dato fue comentado por al menos tres de esos gobernadores presentes.
Poco después sobrevino la última andanada de Elisa Carrió sobre Lorenzetti, de la cual el Gobierno por supuesto tomó diplomática distancia, como hace siempre.
Esto forma parte de un juego político más sutil, del cual tarde o temprano habrá novedades resonantes.
Lorenzetti hoy es intocable. La audiencia a solas que el papa Francisco le dio a fines de la semana pasada en el Vaticano le reforzó aún más el blindaje.
Los que no quieren al presidente de la Corte deberán seguir esperando.
fuente
"Clarin.com", 08.06.2016
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