VENEZUELA:
EN LA ENCRUCIJADA OMINOSA
Nicolás Maduro consuma su
jaque a la democracia en Venezuela
30-07-2017
La elección de delegados para una Asamblea
Nacional Constituyente acabará con el Parlamento de mayoría opositora que los
venezolanos votaron hace menos de dos años
El
régimen de Nicolás Maduro consumó su plan.
La elección de delegados para una
Asamblea Nacional Constituyente, convocada con reglas del juego que
favorecen al chavismo,
acabará este domingo con el Parlamento de mayoría opositora que los venezolanos
votaron hace menos de dos años.
Es
decir, con el único
contrapoder del país.
Se trata de una decisión que ni los
partidos de la oposición, agrupados en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), ni
la presión de Estados Unidos, la UE y muchos países de la región lograron
detener y que amenaza ahora con perpetuar la
deriva autoritaria del
Gobierno.
La nueva
Cámara se constituirá la primera semana de agosto.
Maduro
decidió pegar un salto al vacío.
La nueva Cámara reconfigurará la lucha de
poder dentro del chavismo y
va a enfrentar a Venezuela a
una situación
inédita en su historia contemporánea: el desconocimiento
casi absoluto de la comunidad internacional a las leyes que apruebe esa
instancia.
El
primer paso lo dio Colombia. El
presidente Juan Manuel Santos aseguró que no reconocerá los resultados de los
comicios porque tienen “un origen
ilegítimo”.
Esta circunstancia dejaría al régimen tan aislado
como alguna vez estuvo la Cuba castrista, su faro moral.
“Permitirle
a Maduro avanzar con su Asamblea Constituyente sería trágico para
Venezuela”, señala a El País de España, José Miguel Vivanco, director para las
Américas de Human Rights Watch.
“Le permitiría no sólo perpetuarse en el poder,
sino contar con un séquito de
seguidores que se encargarán rápidamente de desmantelar las pocas instituciones independientes que
quedan en pie, como la Asamblea Nacional o el ministerio público, suspender elecciones y
continuar con el espiral de violencia y represión”.
¿Cómo
se gestó esa decisión?
El 1 de mayo, cuando se cumplió un mes de las protestas
opositoras, que aún no cesaron y en las que fallecieron más de 100 personas,
Maduro convocó al llamado “poder
originario” en una huida hacia adelante.
Con
la amenaza de liquidar a sus adversarios de la Mesa de Unidad Democrática (MUD)
y a los desertores de su propio bando, como la fiscal general Luisa Ortega
Díaz, el régimen esperaba aplacar las manifestaciones contra dos sentencias
del Tribunal Supremo de Justicia que despojaban al Parlamento de sus
atribuciones.
La MUD no aceptó la oferta de Maduro.
El
Gobierno fijó estas elecciones tras negarse
a autorizar el referéndum revocatorio solicitado por la
oposición y posponer las elecciones regionales.
Pero
la oferta encerraba una
trampa.
Las bases comiciales de la Constituyente permitían
al chavismo,
que hoy es minoría, repartir entre los sectores afines un tercio de la Asamblea
y sobrerrepresentar las
provincias más rurales del país, donde conserva la mayoría de sus apoyos.
Las
fuerzas opositoras no presentaron candidatos y Maduro trató de presentar esa
decisión como una prueba de que solo quieren derrocarlo.
Pero el excandidato
presidencial Henrique Capriles afirmó lo contrario: “Nosotros hicimos todo para
que este Gobierno entrara
en razón y no lo hicieron. Ellos todavía viven de la
imagen del presidente Hugo Chávez. Les toca dejar de esconderse detrás de
Chávez y asumir la responsabilidad”.
A
pesar de ello, hasta última hora el Gobierno intentó suspender su propia propuesta,
dice Ángel Oropeza, coordinador del equipo político de la MUD: “El presidente
se sentía atrapado en su propio invento, al que apeló para escapar de una consulta popular, y
no sabía cómo salirse de él”.
A
través de sus emisarios, los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, excanciller y
alcalde de Caracas, respectivamente, y con la mediación del expresidente del
Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, presentaron varias ofertas.
Pero hasta el viernes no hubo posibilidad de lograr un acuerdo.
“Se
hicieron todos los
esfuerzos, se les planteó la inconveniencia de llevar adelante
esta propuesta. Pero el Gobierno no es homogéneo. Cuando creíamos que habíamos
logrado un consenso resulta
que la otra ala del régimen, representada por el grupo que tiene más cuentas pendientes
con la justicia, se negaba
a aceptar cualquier acuerdo. Ese es el problema de negociar
con un Gobierno que está fracturado”, dice Oropeza.
Oropeza
cree que la Constituyente es la oportunidad que siempre estuvo esperando Diosdado Cabello, el
número dos del régimen, para retar el poder de Maduro.
De todos los
aspirantes, el poderoso vicepresidente del Partido Socialista Unido de
Venezuela fue el más entusiasta en la campaña.
Recorrió el país,
prometió que la institucionalidad surgida de la nueva Constitución liquidaría
la oposición y los tránsfugas del chavismo.
Cabello aspira a presidir esa nueva
instancia.
Si lo logra, es muy probable que termine convertido en el presidente
de facto.
Nadie,
en cualquier caso, se muestra dispuesto a ceder y las perspectivas comienzan a
ser cada vez más inciertas sobre Venezuela.
Oropeza visualiza que las expectativas de Maduro de
ponerle la lápida a la crisis venezolana no van a ser satisfechas.
“Esto va a
ser mucho peor. Nos adentraremos en el terreno de la ingobernabilidad.
Ojalá que las soluciones lleguen antes de que sigan cayendo las víctimas”.
Vivanco
considera que “la única
solución para evitar este escenario es que continúe
la fuerte
presión en las calles a través de masivas manifestaciones
pacíficas, de la mano de una presión internacional y multilateral cada vez
mayor que implique, por ejemplo, la adopción de sanciones dirigidas contra
funcionarios venezolanos que estén implicados en graves violaciones de derechos humanos”.
La
semana pasada, más de 100 congresistas colombianos y chilenos presentaron ante
la Corte Penal Internacional de La
Haya una denuncia que responsabiliza a Caracas de
crímenes como el “asesinato por instigación directa e indirecta” o “la
privación del acceso a alimentos o medicinas”.
Vivanco opina que “quienes
cometen los gravísimos
abusos que ocurren en Venezuela hoy deben saber que, tarde
o temprano, rendirán cuentas por sus actos”.
El
rechazo a las elecciones de hoy no proviene solo de la MUD.
La Constituyente ha
evidenciado una fractura dentro
del chavismo.
La fiscal general acusó abiertamente a Maduro de traicionar el legado de
Chávez.
Y figuras como Nicmer Evans, del Movimiento por la Democracia y la
Inclusión, también rechazan la convocatoria.
“Estamos
pidiéndole al presidente Maduro que se establezca un proceso de negociación para
que su renuncia permita que se vaya por la puerta de delante y que esa
renuncia, que está en el marco de la Constitución, nos pueda permitir de manera
absolutamente certera generar un proceso
democrático de reorganización de las instituciones a partir de
la convocatoria de una elección presidencial”, concluye.
Fuente
“iProfesional”, 30.07.2017
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