CICCONE:
KIRCHNERISMO/BOUDOU
Así está hoy la ex Ciccone,
después de Boudou y a cinco años de su expropiación
Fue un negociado del entonces
vicepresidente Amado Boudou que el kirchnerismo quiso disfrazar como un triunfo
de la soberanía monetaria.
A 5 años del bochornoso episodio,
Infobae recorrió
la imprenta que se convirtió en un símbolo de la corrupción K
La cúpula, que en los años
dorados fue sinónimo de éxito, está deshabitada.
Las oficinas, que
pertenecieron a la familia que fundó la empresa, están vacías.
Algunos vidrios
todavía están rotos, como muchos del resto de los cuatro galpones del predio.
"Se fueron cambiando de a poco, cuando llovía entraba el agua",
explica uno de los encargados de la fábrica.
A casi cinco años de su expropiación, que el
kirchnerismo disfrazó en la Cámara baja como un triunfo de la soberanía
monetaria para defender al escandaloso negocio de Amado Boudou y sus socios, Infobae recorrió
la ex Ciccone Calcográfica.
En el 2012, según información
oficial, la imprenta tuvo un resultado negativo de $63 millones y un patrimonio
neto de $118 millones.
Según la proyección a diciembre de este año, el
resultado será de $214 millones, con un patrimonio de $595 millones.
"Hoy
es una empresa viable, con lógicos procesos de mejora de productividad y
tecnologías", aseguraron voceros de Casa de la Moneda.
La planta de la localidad
bonaerense de Don Torcuato, distribuida en 60.000 metros cuadrados y cuatro
galpones en el kilómetro 25,5 de la autopista
Panamericana, ícono de la familia Ciccone desde mediados de los '80, obtuvo el
rango de Casa de la Moneda privada en 1984.
La única en el país y una de las pocas
en la región capaces de imprimir papel moneda, con excepción de
Brasil y Chile.
En abril del 2013, ocho meses después de la expropiación, fue
valuada por el Tribunal de Tasaciones de la Nación en $300.301.800, de los
cuales $186.224.200 corresponden a maquinarias, herramientas y muebles, según
documentación oficial.
Cuando la
nueva gestión se hizo cargo de la imprenta -entre la planta de Don Torcuato y
la de Casa de la Moneda, en Retiro-, en diciembre del 2015, el ejercicio había
arrojado un resultado negativo de $473 millones y un patrimonio neto negativo
de $469 millones.
El año pasado, el Gobierno inyectó unos $650 millones
"para recomponer capital de trabajo".
La gestión K había sido
catastrófica.
Primero con la llegada de Boudou y su
socio José María Núñez Carmona, que se adueñaron de la compañía en el 2010 a
través del fondo The Old Fund, encabezado por el monotributista Alejandro
Vandenbroele -fue la conclusión a la que llegó el juez federal Ariel Lijo-, en
una de las maniobras más osadas y torpes de la administración anterior.
Ciccone
pasó a llamarse Compañía de Valores Sudamericana SA (CVS SA).
Después con
la estatización, con la excusa de la declaración de utilidad pública de la
imprenta.
La tarde del miércoles 22 de agosto del 2012 en la que Diputados
aprobó la expropiación, Agustín Rossi, por entonces jefe de la bancada K,
victimizó al ex vicepresidente por "las notas de Clarín y La
Nación" que había tenido "que soportar". Y se
preguntó, entre abucheos de la oposición: "¿Qué pasa cuando mañana la
Justicia no diga absolutamente nada?".
El juicio oral y público contra
Boudou, sus socios y los ex dueños de la compañía podría empezar antes de
octubre.
La imprenta está abocada por estos días a la
impresión de los nuevos billetes de $500, a los de $100 con la imagen de Eva
Perón y a la fabricación de las chapas del Mercosur para automotores, además de la
renovación de las viejas patentes.
Los billetes se confeccionan en el galpón 2,
"el corazón" de la ex Ciccone, como lo llaman los operarios.
Es como
un enorme taller de techos altos, apiñado de máquinas de la década del '80.
La
última adquisición fue una Super Orloff Intaglio II, que está al final del
salón, impregnado de olor a tinta y cuyos pisos resbalan.
Tras la impresión, el
papel moneda se seca durante tres días en otro de los galpones, en planchas de
a 50 billetes.
El promedio es unos 120 millones de billetes por mes y de
120.000 chapas patentes.
Los operarios trabajan en turnos de 8 horas.
De
lunes a viernes, la fábrica no para nunca.
Cuando es
necesario -no es demasiado frecuente- también sábado y domingo.
Los operarios se acuerdan bien de Vandenbroele y
de Máximo Lanusse, uno de los directores de la ex Ciccone que
desembarcó en la compañía de la mano del monotributista.
Lanusse iba todos los días.
Vandenbroele bastante menos.
Pero, desde afuera, incluso impartía más órdenes.
"A
veces se contradecían entre ellos, era todo desprolijo", cuentan.
En lo
que sí coincide la mayoría dentro del predio de Don Torcuato es en un
denominador común entre ambos: ninguno tenía la más mínima idea del negocio.
A fines de agosto del
2012, una semana después de la expropiación, CVS SA desplazó a Vandenbroele y a
todos los directores, y el Gobierno se hizo cargo de la intervención de la
imprenta.
El ministro Hernán Lorenzino ocupó el rol de interventor y Katya
Soledad Daura, la ex titular de Casa de la Moneda que llegó a ese puesto por su
íntima relación con Boudou, el de subinterventora.
Desde ese momento, la ex
Ciccone pasó a depender de la sociedad del Estado con sede en Retiro.
El
informe "El Estado del Estado" -que la actual gestión publicó en
relación a la herencia K- sobre la gestión de la Casa dela Moneda es lapidario:
– En
diciembre de 2015 le debía 476 millones de pesos a proveedores y 365 millones
de pesos a la AFIP.
Y sus resultados fueron negativos todos los años, de manera
creciente, desde 2012.
Durante estos años también se dio un vertiginoso aumento
de personal.
La Casa de la Moneda pasó de 874 trabajadores en 2010 a más de
1700 en 2015.
Además, el año pasado (sic?) se destinaron 12 millones de pesos a
Relaciones Institucionales, para pagar viajes al exterior, muestras en
exposiciones y ferias, varias, arreglos florales, regalos corporativos,
producción de folletería y videos institucionales, desarrollo de página web y
redes sociales, y hasta un libro autocelebratorio de la gestión de su
presidenta, que costó alrededor de un millón y medio de pesos.
– El
contrato de fabricación de billetes con el Banco Central, por su parte, produjo
severos inconvenientes.
Hubo problemas de logística y financieros.
La falta de
acuerdo respecto de los términos del contrato de acuñación de monedas con el
BCRA derivó en una bajísima producción y rentabilidad del sector.
La Casa de la
Moneda debió, de todas maneras, soportar los costos de mano de obra e
infraestructura.
También se encontró que los procesos de planificación de
compra de insumos eran descontrolados.
Faltaban insumos básicos para la
producción mientras que otros no indispensables fueron adquiridos en cantidades
como para abastecer al menos dos años.
– Se encontraron registros
del gasto de enormes cifras de dinero para obsequios para el Día de la Mujer
Trabajadora, el Día de la Secretaria, el aniversario de la empresa y Semana
Santa, entre otros.
En simultáneo, la falta de recursos de la institución
provocó demoras en el despacho de productos importados, algunos con más de dos
años de espera, generando un cuello de botella y agregando costos.
– Durante
este tiempo, por otra parte, se realizaron cambios en la estructura orgánica de
la Casa de la Moneda que generaron vacíos de responsabilidad gerencial y falta
de controles básicos, demoras injustificadas en compras de bienes necesarios,
deterioros en el mantenimiento de la planta en su conjunto, falta de
comunicación entre secciones y un desconocimiento de la verdadera situación
económica-financiera la institución.
Todo esto mientras la dotación de la
empresa duplicaba su tamaño.
Por ejemplo, existían cuatro personas con la
categoría de Gerente General que en realidad no cumplían esa función.
También
había personal de la Casa de Moneda en comisión de servicios en otros entes
estatales.
Se comprobó también que la anterior Presidenta del Directorio gozaba
de seguridad privada pagada por la Casa de Moneda durante las 24 horas del día,
los siete días de la semana, sin ninguna razón que lo justificara.
El
nombramiento de intermediarios privados en las contrataciones de seguros es
otro claro ejemplo del dispendio de fondos habituales todo este tiempo.
De los 1.700 empleados de
fines del 2015, la actual conducción bajo a 1.100, de los cuales unos 400
pertenecen a la planta de Don Torcuato.
"Estamos lejos de los
estándares internacionales, con problemas de productividad. Vamos más lento de
lo que quisiéramos", aseguraron voceros de Casa de la Moneda, como también
se rebautizó durante esta administración a la imprenta bonaerense.
De todos
modos, la nueva conducción proyecta hacia el segundo semestre del año a varios
objetivos.
El principal, el cumplimiento del contrato con el Banco Central,
único cliente estatal de la empresa, aunque la inserción en el mercado de
billetes de mayor denominación, sumada a la baja inflacionaria, afecta
directamente a la producción.
En ese
sentido, ya empezaron las pruebas para el lanzamiento hacia los
últimos meses del 2017 del billete de $1.000 -tendrá la
imagen del hornero- y el nuevo de $20, y apuntan a automatizar la línea de
patentes del Mercosur, cuyo proceso hoy es en gran parte manual.
En Retiro, en
tanto, se hará la acuñación de monedas de $1 y $5, los padrones electorales de
este año.
En Don Torcuato, por ejemplo, se avanza en estos días en la
refacción del nuevo comedor.
En
octubre del año pasado, según publicó el diario La Nación, la Cámara de
Apelaciones en lo Comercial le ordenó al Estado pagar unos $300 millones de
pesos por la expropiación de la empresa.
El kirchnerismo había garantizado que
el salvataje a Boudou no saldría ni un peso.
Hace diez días, tal como escribió
el periodista Hugo Alconada Mon, la Justicia terminó de derribar la versión del
ex vicepresidente y dictaminó que no existe el financista que según sus socios
habían aportado el dinero para quedarse con la compañía, detrás de la fachada
de la sociedad The Old Fund, también investigada por la jueza federal Sandra
Arroyo Salgado.
Después del escándalo, la familia Ciccone se
dividió.
Héctor, uno de los fundadores, murió en junio del 2012,
dos meses antes de la expropiación en el Congreso.
Nicolás, el jefe del clan
que espera el juicio, se recluyó entre su departamento de la avenida Libertador
y su casa de fin de semana y se quedó sin abogado, tras la renuncia de
Maximiliano Rusconi.
Su hija Olga Beatriz -"Bettina"- y su yerno
Pablo Amato se dedicaron a resolver sus cuestiones personales.
Guillermo
Reinwick -marido de Lorena Ciccone- fue sobreseído por Lijo y zafó de la causa.
Se distanció de todos: se abocó de lleno a la gastronomía.
Boudou,
en tanto, cuenta los días para el juicio. Como su mejor amigo, Núñez Carmona,
alias "Nariga", y Vandenbroele.
En
las próximas semanas, Lijo también firmará el procesamiento del ex funcionario
y sus socios por la renegociación de la deuda de Formosa, otro negocio del que
participaron The Old Fund y funcionarios locales, como Martín Cortés, del Banco
formoseño. Rafael Resnick Brenner y Guido Forcieri, ex funcionarios de la AFIP
y del Ministerio de Economía, respectivamente, también esperan el juicio, que
fue elevado en mayo y que podría empezar en medio de la campaña electoral, ante
el Tribunal Oral Federal 4.
Vandenbroele,
uno de los rostros visibles del escándalo, se desprendió la semana pasada de
Germán Soria, el abogado que lo defendió durante todo estos años.
A cinco años
de la expropiación, los trascendidos en torno al expediente dan cuenta de que
el monotributista podría prender el ventilador, y salpicar, en parte, a un
sector del "establisment" financiero.
Fuente
“infobae”,
30.07.2017
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