Insfrán y su concepción feudal del poder
Por esta razón, no extraña ni el gesto del gobierno formoseño durante las inundaciones ni la distinción otorgada a Insfrán por el hermano país en agradecimiento por la cooperación argentina frente a una emergencias extraordinaria.
La reacción solidaria debe considerarse como algo normal y habitual entre países fronterizos con poblaciones hermanas, y la condecoración debe interpretarse como una muestra de la generosidad que caracteriza al Paraguay.
Lamentablemente, no puede decirse lo mismo del condecorado a poco de revisarse su trayectoria acomodaticia, las muestra de corrupción durante su gestión , el avasallamiento de poblaciones aborígenes y la pobreza en la que viven la mayoría de los formoseños.
Se trata de un mandatario feudal que ha convertido a la provincia en un imperio personal mientras se mantiene un nivel inaceptable de fragilidad social, pues el 60 por ciento de los formoseños vive por debajo de la línea de pobreza.
Esto no impidió que la provincia desviara dinero para uno de los sonados escándalos del ex vicepresidente Amado Boudou.
En 2010, la provincia pagó 7,6 millones de pesos al fondo The Old Fund por un presunto asesoramiento brindado a los funcionarios provinciales que negociaron con el gobierno nacional el canje de deuda.
Esa operación se completó cuando Boudou era ministro de Economía.
The Old Fund, del presunto testaferro de Boudou, Alejandro Vandenbroele, y vinculado con el caso Ciccone, fue contratado por Formosa sin licitación ni concurso para ese sospechoso asesoramiento, pese a carecer de antecedentes.
Un funcionario muy próximo al gobernador retiró 2,2 millones de los 7,6. Se trata de Martín José Cortés, presidente del Banco de Formosa.
Insfrán es gobernador desde 1995. En rigor, mantiene un protagonismo excesivo desde hace 25 años si se incluyen los dos períodos en los que se desempeñó como vicegobernador de Vicente Joga, durante los cuales su influencia política local creció exponencialmente.
Debido al desgarrador nivel de pobreza que impera en Formosa, el jugador de fútbol Carlos Tévez hizo un comentario punzante y crítico.
El gobernador reaccionó con el cinismo que le es característico, abriendo una polémica de la que salió notoriamente mal parado.
Para eternizarse en el poder, Insfrán tuvo el descaro de reformar, en 1999, la Constitución provincial, de modo de hacer posible su propia reelección indefinida.
Cuando se le pregunta por este tema, contesta que "no hay ciclo terminado". Como si él fuera indispensable. Para Insfrán, la alternancia democrática simplemente no existe.
Tampoco el trabajar para mejorar el pésimo panorama sanitario de su provincia: por cada 10 bebes que mueren en Neuquén, en Formosa fallecen 25, y por cada 10 mujeres que mueren al dar a luz en la Capital, en Formosa el registro trepa a 94.
Auténtico camaleón de la política, Insfrán apoyó desde el comienzo a Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Fue también el primer gobernador que contactó telefónicamente a Mauricio Macri en cuando fue elegido presidente.
Insfrán mantiene duros conflictos con los indígenas empobrecidos de la provincia, particularmente con el pueblo wichi, al que, mediante procedimientos aberrantes, forzaba a votar en su beneficio.
Además, no vaciló en recurrir a represiones violentas, sin resolver los graves problemas que aquejan a los aborígenes.
Demuestra asimismo un resentimiento fuerte con los habitantes de la ciudad de Buenos Aires, de quienes dijo: "Los porteños se creen europeos en el exilio". La verdad es otra, muchísimos porteños no ocultan su desagrado por el estilo feudal de Insfrán.
En la larga lista de sus aberraciones está la persecución al periodismo independiente, exteriorizada en casos de hostigamiento judicial contra periodistas.
Esto coincide plenamente con su concepción autoritaria del ejercicio del poder. En este sentido, Insfrán es un digno exponente de los gobernadores que se apropian de sus provincias como si les pertenecieran.
fuente
"La Nación", 10.02.2016
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