Tupac Amaru había registrado 83 cooperativas en el mismo domicilio de su sede central
Cobraban fondos estatales destinados a obras; el gobierno provincial cree que en los últimos años la organización manejó alrededor de $ 2300 millones
Curiosamente, allí en Alvear 1152, a unas pocas cuadras de la gobernación, está la sede central de la organización barrial Tupac Amaru.
El dato se desprende de un relevamiento de LA NACION data sobre los documentos del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), el ente encargado de la tramitación de las cooperativas, que depende del Ministerio de Desarrollo Social.
Para manejar abultados fondos públicos destinados a obras, la agrupación de Milagro Sala necesitaba contar con una maquinaria sofisticada que no dependiera sólo de aquellas cooperativas a las que tenía presuntamente sometidas.
Para ello, constituyó numerosas mutuales de trabajo propias integradas tanto por dirigentes de la agrupación como por gente que cumplía con lo que se les pedía a cambio de un trabajo.
Estas mutuales son las que aparecen radicadas en un mismo domicilio.
En diálogo con LA NACION, el fiscal de Estado de Jujuy, Mariano Miranda, afirmó que por años Tupac Amaru instauró en la provincia esa práctica y que, incluso, habían desarrollado un sistema de comercio de matrículas extraoficial en el que se compraban y vendían habilitaciones de cooperativas.
El resultado: algunas de las matrículas registradas eran mellizas de otras cooperativas del país que nada tenían que ver con la Tupac.
"Esto demuestra que la Tupac es una organización delictiva, un grupo de presión que tenía total impunidad para hacer sus negocios, para manejar la justicia y usurpar terrenos", sostuvo Miranda.
Y agregó: "Todo era manejado por un grupo de personas sólo para quedarse con plata".
Las 83 cooperativas fueron registradas entre 2005 y 2010.
El mayor aluvión fue en 2006, cuando se anotaron 49.
Sin embargo, la operatoria no duró más de cinco años.
En 2010 el empadronamiento de organizaciones se cortó abruptamente, pues los requisitos de inscripción se modernizaron y se comenzaron a requerir obligatoriamente claves fiscales y datos biométricos que pasaran primero por la AFIP.
Hoy, en tanto, según los registros del Inaes, todas las entidades que fueron anotadas en ese período permanecen activas.
El dato más curioso es, quizás, el nombre de esas cooperativas.
Aunque son decenas, todas tienen un nombre distinto y la creatividad al momento de bautizarlas estuvo presente.
La Cabecita Negra, Pepona, Los Piratas, Fantasmín y El Funebrero son algunos de los nombres que integran la lista.
Muchas de esas entidades funcionaban únicamente como una fuente de dinero.
Según Miranda, había personas que se acercaban al gobierno provincial para cobrar los fondos para obras y, cuando se les preguntaba a qué cooperativa pertenecían, no lo sabían.
fuente
"La Nación", 08.02.2016
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