2 dic 2017

COMPRENSIÓN DE TEXTOS








COMPRENSIÓN DE TEXTOS

{comprensión
nombre femenino
1. 1.
Acción de comprender.
"una tipografía clara facilita la comprensión del texto; en la comprensión de un hecho pueden influir de forma decisiva la edad, la cultura, las vivencias personales u otros muchos factores"
2. 2.

Facultad del ser humano o facilidad para percibir las cosas y tener una idea clara de ellas.}







Cómo lograr que tu mente lea


Por 



Hay personas que no son buenas lectoras. 

Muchas culpan a la ubicuidad de los medios digitales: estamos muy ocupados en Snapchat como para poder leer, o quizá echar rápidos vistazos en internet nos ha vuelto incapaces de leer prosa de verdad.

Pero el problema con la lectura data de fechas anteriores a las tecnologías digitales.

El problema no son los malos hábitos de lectura generados por los teléfonos inteligentes, sino los malos hábitos educativos generados por el desconocimiento de cómo lee la mente.

Pero ¿cuán grave es nuestro problema de lectura? 

La más reciente Evaluación Nacional de Alfabetización en Adultos (de 2003 es un poco antigua) de Estados Unidos ofrece un panorama de la capacidad de los estadounidenses para leer en situaciones cotidianas: cómo utilizar un almanaque para encontrar un dato en específico, por ejemplo, o explicar el significado de una metáfora utilizada en una narración. 

Del segmento de personas que terminaron el bachillerato pero no continuaron con su educación, el 13 por ciento no podía realizar ese tipo de tareas. 

Cuando las cosas se volvieron más complejas (comparar, por ejemplo, dos editoriales de periódico con interpretaciones diferentes de pruebas científicas o examinar una tabla para evaluar ofertas de tarjetas de crédito), el 95 por ciento se equivocó.

No hay razón para creer que la situación haya mejorado. 

Las notas de los estudiantes de último año de bachillerato en el examen de lectura de la Evaluación Nacional de Progreso Educativo no han mejorado en treinta años.

Muchos de esos malos lectores pueden emitir sonidos a partir de palabras impresas, así que, en ese sentido, pueden leer. 

Sin embargo, son analfabetas funcionales: comprenden muy poco de los sonidos que emiten.

Entonces, ¿qué requiere la comprensión? 

Un amplio vocabulario, evidentemente. 

El conocimiento de los hechos tiene la misma importancia, aunque más sutil.

Toda la prosa tiene huecos fácticos que debe llenar el lector

Considera la frase: “Prometí no jugar con él, pero ni así mi mamá me dejó llevar mi cubo Rubik a la biblioteca”. 

El autor ha omitido tres hechos vitales para la comprensión: en una biblioteca debes guardar silencio, los cubos Rubik hacen ruido y los niños no pueden resistirse a los juguetes. 

Si no conoces estos hechos, podrías entender el significado literal de la oración, pero no sabrás por qué la mamá prohibió el juguete en la biblioteca.

El conocimiento también proporciona contexto. 

Por ejemplo, el significado literal del famoso titular falso del año pasado: “El papa Francisco sorprende al mundo al respaldar a Donald Trump en su candidatura presidencial”, no es ambiguo, no se necesita llenar ningún hueco.

Pero la oración tiene una implicación diferente si sabes algo acerca de las posturas públicas (o privadas) de los hombres involucrados, o si sabes que ningún papa ha apoyado jamás a ningún candidato presidencial.

Entonces podrías pensar que los autores deberían incluir toda la información necesaria para comprender lo que escriben.

Escribir que en las bibliotecas debe haber silencio. 

Pero esos detalles harían que la prosa fuera larga y tediosa para los lectores que ya conocen esa información. 

“Escribe para tu público” significa, en parte, apostar a lo que ya saben.

Estos ejemplos nos ayudan a comprender por qué los lectores pueden decodificar bien, pero obtienen resultados mediocres en una prueba; carecen del conocimiento que el escritor asumió que tenía su público lector. 

Pero si un texto aborda un tema conocido, los malos lectores deberían poder leerlo.

En un experimento, se les pidió a estudiantes cuyas edades oscilaban entre los 8 y los 9 años, algunos identificados a través de una prueba como buenos lectores y otros como malos lectores, que leyeran un pasaje sobre el fútbol.

Los malos lectores que sabían mucho acerca del fútbol tuvieron tres veces más posibilidades de hacer inferencias precisas acerca del pasaje, a diferencia de los buenos lectores que no sabían mucho acerca del deporte.

Ello implica que los estudiantes que obtuvieron buenas notas en las pruebas de lectura son aquellos con amplios conocimientos; por lo general, saben al menos un poco de los temas de los pasajes del texto.

Otro experimento puso a prueba la cultura general de unos estudiantes cuyas edades oscilaban entre los 16 y los 17 años con preguntas de ciencias (“¿A qué parte del cuerpo afecta la neumonía?”), historia (“¿Qué presidente estadounidense renunció a causa del escándalo Watergate?”), además de arte, civismo, geografía, deportes y literatura. 

Las notas en esta prueba de conocimientos generales se asociaron en gran medida con las obtenidas en la prueba de lectura.

Las prácticas educativas actuales demuestran que la lectura de comprensión está mal entendida.

Se le trata como una habilidad general que puede aplicarse con el mismo grado de éxito en todos los textos. 

Sin embargo, la comprensión está íntimamente entrelazada con el conocimiento. 

Esto sugiere tres cambios importantes en la educación.

En primer lugar, apunta hacia una reducción del tiempo que se pasa alfabetizando a los estudiantes de los primeros grados. 

Los estudiantes cuyas edades oscilan entre los 8 y los 9 años pasan el 56 por ciento del tiempo en actividades de alfabetización y solo 6 por ciento en ciencias y 6 por ciento en estudios sociales.

Este énfasis desproporcionado en la alfabetización resulta contraproducente en los grados posteriores, cuando la falta de conocimiento de los temas impide la comprensión. 

Otro paso positivo consistiría en utilizar textos cargados de información en los primeros grados de la educación primaria.

Históricamente, han tenido poco contenido.

En segundo lugar, comprender la importancia del conocimiento para la lectura debe lograr que pensemos distinto acerca de las pruebas estándares de fin de año. 

Si una niña ha estudiado a Nueva Zelanda, debe ser buena leyendo un pasaje acerca de Nueva Zelanda.

¿Por qué ponerla a prueba con un pasaje acerca de las arañas o del Titanic? 

Si los temas se eligen al azar, la prueba evalúa el conocimiento aprendido fuera del salón de clase, un conocimiento que los niños de familias acaudaladas tienen mayores probabilidades de adquirir.

En tercer lugar, la construcción sistemática del conocimiento debe ser una prioridad en el diseño de los planes de estudios.

No culpes al internet, a los teléfonos inteligentes o a las noticias falsas de los malos hábitos de lectura. 

Culpa a la ignorancia. 

Modificar esta situación requiere de cambios profundos en la enseñanza de la lectura, en las pruebas estandarizadas y en los planes de estudios escolares.

Como sustento de estos cambios debe haber una mayor comprensión de la forma en que la mente comprende lo que lee.

Daniel T. Willingham es profesor de Psicología en la Universidad de Virginia y autor del libro “The Reading Mind: A Cognitive Approach to Understanding How the Mind Reads”.

Fuente

“The New York Times.es”, 30.11.2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.