La emisión de billetes de $ 100 es récord por la inflación
De esta manera, el stock de billetes con la cara de Julio A. Roca y con la de Eva Perón creció 8,5% en el período, hasta sumar 3773,9 millones de billetes; sólo en diciembre de 2009 se había registrado una variación levemente superior. Así se desprende de los datos que difunde el Banco Central (BCRA) y que fueron recopilados por LN Data.
"Hoy el Estado tiene capacidad de imprimir 1500 millones de billetes nuevos por año, pero a este ritmo de emisión mensual el Banco Central no llega siquiera a reponer lo que se deteriora", dice Francisco Gismondi, ex economista del Banco Central.
"Se estima que un 30% de los billetes que circulan hay que cambiarlos cada año", explica Gismondi, actual director de la consultora Empiria.
En lo que va del año, se crearon 715 millones de billetes sólo de los de más alta denominación (contra 595 millones que se habían impreso en todo 2014).
A eso hay que sumarle la impresión que hubo de los de 50, 10, 5 y 2. Aunque la realidad es que hace años que las máquinas de Casa de Moneda y Ciccone se concentran en forma casi exclusiva en la multiplicación de los billetes con las caras de Roca y de Evita. "No queda espacio para emitir cambio. Por eso están tan deteriorados los billetes de 2 y de 5 pesos", continúa Gismondi.
Si bien casi no existe en la estadística de los últimos 12 años un nivel de impresión de billetes de 100 tan masivo como el registrado entre junio y julio, en los bancos admiten que en temporada de pago de aguinaldos y de vacaciones suele existir cierta estacionalidad en la demanda de dinero físico.
En el último mes se aceleró también el ritmo de emisión monetaria del BCRA, que se ubica ya en torno al 40% anual.
Aunque tal vez el fenómeno que más impacta en la aceleración de la impresión de nuevos billetes de la máxima denominación es la inflación. Carlos Pérez, ex director del BCRA, considera "un sinsentido" que en la Argentina el billete de mayor denominación valga sólo poco más de 10 dólares al tipo de cambio oficial.
"Cuando los billetes de 100 pesos arrancaron, en 1992, un peso era igual a un dólar. Siempre hubo un billete asociado a los 100 dólares. Hoy estamos a un décimo de ese valor", sentencia Pérez.
El poder de compra que tenía el billete de Roca cuando se emitió por primera vez, en 1992, detalla Gismondi, es equivalente a $ 1706 de la actualidad (o el de $ 100 de ahora compra lo mismo que $ 5,9 de entonces).
Incluso si se contempla el índice de inflación del Indec, el poder de compra que tenía el billete de $ 100, sería equivalente a $ 619 de hoy.
"Esto quiere decir -continúa Gismondi- que si emitimos un billete de $ 1000, compraría menos que el de $ 100 en 1992 (y en el resto de los años 90), y que si le creemos al Indec igual se justifica tener billetes de $ 200 y de $ 500 por lo menos", asevera.
El deterioro del poder adquisitivo de la moneda genera además que las personas demandan más cantidad de billetes para adquirir la misma cantidad de bienes que en el pasado. "Al ritmo que viene la inflación, que no va a bajar del 30% este año, y teniendo en cuenta que el billete de mayor denominación es de bajo poder adquisitivo, está claro que en algún momento puede volver a haber problemas de disponibilidad o de necesidad de efectivo del agente económico", advirtió Pérez.
El dólar, siempre presente
Pero quienes conocen de cerca el funcionamiento del sistema monetario también relacionan el crecimiento de la masa de billetes de 100 registrado entre junio y julio con el despertar, en el mismo período, del dólar en el mercado paralelo."Está la economía negra, que sólo se alimenta de efectivo", apunta una fuente del sector financiero, que pide no ser identificada. "Y en estos tiempos hay demanda de billetes para comprar dólares.
Cuando el dólar blue se pone picante, la gente va a las sucursales y saca plata para comprar. Con lo cual los bancos le demandan al Banco Central más billetes que de costumbre", agrega.
Señal de ello, según datos del Informe Monetario Semanal del BCRA, es que también bajó levemente el mes pasado la proporción de pesos que los bancos mantienen en cuentas del BCRA con respecto a la cantidad de billetes y monedas que hay en los tesoros de las entidades y en circulación, en la calle.
Entretanto, para los bancos, operativamente el manejo de tal cantidad de efectivo se transformó ya hace algún tiempo en un dolor de cabeza. No sólo tuvieron que desarrollar nueva logística para abastecer con mayor frecuencia los cajeros automáticos (que desde hace un tiempo sólo cargan billetes de 100), sino que empiezan a contemplar el costo de las transportadoras de caudales como uno de los gastos más relevantes. "Es un costo porque la manera en que facturan las transportadoras no es sólo el físico que cargan, sino la cantidad de millones que acumulan adentro y los seguros", explicó el CFO de un banco nacional. "No es fácil administrar ni almacenar semejantes cantidades de efectivo, menos en los periodos de alta estacionalidad", sentenció...
fuente
"Lanacion.com", 17.08.2015
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La trampa de los $ 100 la paga el que sigue
El billete de $100, el de mayor denominación de la República Argentina, alcanza para pagar un 83% de una pizza de mozzarella de Romario y menos de medio kilo de helado de Freddo, apenas ocho litros de nafta súper de YPF y un "bolsillo" de un jean de marca.
A la Argentina sólo le gana Venezuela con el billete de mayor denominación con menor poder adquisitivo de América latina. En nuestro país equivale a 10,8 dólares oficiales, mientras en la tierra de Nicolás Maduro es de unos 17 centavos. A nivel mundial el valor promedio del billete de mayor denominación es de alrededor de 55 dólares.
¿Qué implica en la economía real? Sobrecostos y riesgos por doquier. En los últimos cinco años, la composición del backoffice de los cajeros automáticos tuvo que adaptarse. Antes, de cada cuatro billetes, uno era de 100 pesos, otro de 50, otro de 20 y el cuarto de 10. Hoy, por cada cuatro billetes; 3,75 son de 100, según admiten en el sector financiero.
La cantidad de circulante les generó una demanda adicional a las transportadoras de caudales de lo que en la jerga denominan "expertos en refill". Es decir, camiones especialmente asignados para abastecer a los cajeros de empresas, universidades y shoppings por la demanda adicional que suponen los mayores montos y extracciones. La situación se repite en los bancos que tienen su propia logística.
Los datos son elocuentes. La extracción promedio en 2008 era de $ 80; hoy es de $ 1500. "Un cajero carga hasta $ 800.000 en billetes de $ 100. Esto quiere decir que en 2008 se necesitaban 10.000 extracciones para vaciarlo. Hoy se necesitan sólo 533", revela Miguel Ángel Boggiano, CEO de Carta Financiera. Estos números muestran que hoy un cajero se vacía 19 veces más rápido que en 2008, de ahí que las roturas y demanda de repuestos están a la orden del día.
El también profesor de la maestría en Finanzas de la Universidad de San Andrés hizo un relevamiento sobre las principales monedas a nivel mundial y descubrió que Singapur tiene el billete más grande con un valor equivalente a US$ 7500; el segundo es el de 1000 francos suizos, que equivale a US$ 1070.
Billeteras llenas
En diciembre de 2007, cuando Cristina Kirchner asumió su primer mandato, la base monetaria (circulación monetaria más cuentas corrientes en pesos en el Banco Central) era de $ 91.612 millones. A julio de este año, es casi seis veces más: $ 520.170 millones.En proporción, los $ 100 vienen ganando por goleada la carrera del share: 66% de los billetes que circulan hoy son de Julio Argentino Roca y Eva Perón.
La tendencia lejos está de revertirse: el Banco Central informó un aumento de la base monetaria de 39,9% anual en el mes de julio.
Hace un año, aspiradora en mano, era de 17%.
"La ineficiencia que implica que el billete de mayor denominación sea de sólo 10,8 dólares, según la cotización oficial, se da en que se necesita más gasto de papel, mayor cantidad y menos controles de calidad porque la Casa de Moneda no tiene suficiente capacidad de producción", ironiza un alto directivo de una de las principales entidades financieras del país. La búsqueda de proveedores alternativos llevó a importar billetes y a tercerizar la impresión en Ciccone, aun con la causa de esa empresa abierta en la Justicia.
En el ranking de gastos del Central el costo de impresión suele ocupar el segundo lugar, detrás de los Recursos Humanos, revela un ex directivo.
La creciente cantidad de billetes obliga también a destinar cada vez más espacio físico, más máquinas de recuento y mayor cantidad de personas asignadas, además de vuelos al interior.
También se incrementa el volumen transportado por los camiones, lo cual hace necesario un número adicional de unidades. Las bóvedas de los bancos quedan chicas y en muchas mesas de directorio de entidades financieras evalúan planes alternativos para escapar al límite de capacidad. Por la ciudad de Buenos Aires y el conurbano circulan por día unos $ 1800 millones en unos 800 camiones de las principales transportadoras de caudales. Y el volumen crece en paralelo a la inflación.
En el sector, de hecho, existe otro índice que es un secreto a voces, y es el del "billete promedio transportado". El valor de referencia surge de dividir la cantidad transportada por el monto total. Hace cinco años, el billete promedio era de $ 60, hoy es de $ 100.
Los niveles de deterioro entre los de $ 2, $ 5, $ 10 y $ 20 son muy superiores a los que se hubieran admitido en otra época. "Mayor tolerancia ante la imposibilidad de reponer", es la máxima de hecho que tienen los transportadores de caudales, que siguen de cerca las nuevas disposiciones del Banco Central para regular su actividad.
"Si el poder adquisitivo del billete es real no hay necesidad de tantas ineficiencias. Hoy necesitaríamos uno de $ 400 para mantener el poder adquisitivo y atender el embate de la inflación", grafica el economista Hernán Lacunza, ex gerente general del Banco Central. Durante los últimos años se acumularon los proyectos para incrementar la moneda de referencia, con Alfonso Prat-Gay y Julio Cobos, como algunos de los impulsores de iniciativas legislativas. Sin embargo, no prosperaron.
La pérdida del poder adquisitivo fue la razón principal para esos proyectos, algo que no admiten desde el Gobierno que insiste en justificar la paradoja de un país con billeteras llenas de bolsillos flacos...
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La escasez de billetes asoma a Venezuela al fantasma del corralito
El estallido de precios a ritmo de hiperinflación obliga a disponer de un monto cada vez mayor de dinero en la cartera para las compras
¿Qué está ocurriendo? El estallido de los precios a ritmo de hiperinflación hace necesario disponer de un monto cada vez mayor de dinero en la cartera para comprar bienes y servicio de consumo diario.
Pero, a la vez, el portafolio de billetes disponibles –por decisión del Gobierno, adoptada a finales del año pasado- sigue siendo el mismo, a pesar de los embates de la inflación y la devaluación.
El billete de mayor denominación, de 100 bolívares, equivale a 14 céntimos de dólar estadounidense al cambio del mercado negro.
Un diario de papel, por ejemplo, cuesta 200 bolívares; un kilo de patatas, 300. El comercio electrónico es una alternativa, pero apenas una pequeña parte de la población venezolana está bancarizada. Todavía gran parte de las transacciones diarias se hacen en efectivo.
Los Gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se aseguraron el control de la máquina de hacer dinero mediante consecutivas modificaciones de la Ley del Banco Central.
El ente emisor, convertido en un apéndice del Ejecutivo, sigue inyectando dinero al mercado por motivos políticos: se calcula que entre enero y mayo de este año la liquidez aumentó casi 13%, el doble que en el mismo periodo del año anterior.
La impresión de dinero continúa para financiar el gigantesco déficit del Estado —sobre todo, de la petrolera estatal Pdvsa— y los programas asistencialistas.
En junio de 2015, se imprimieron casi 1.900 millones de billetes de 100 bolívares, un poco más del doble de la cantidad producida en junio del año anterior.
La escasez de billetes se ha hecho sentir de tal modo que ya se toman medidas restrictivas. En Estados fronterizos con Colombia, como Zulia y Táchira, desde hace un mes se restringe el retiro diario en las taquillas de los bancos comerciales hasta un máximo de 20.000 bolívares. Las autoridades aducen que en esas provincias se registra un trasiego de billetes a la nación vecina, para financiar las operaciones de compra-venta de divisas y el denominado bachaqueo o contrabando al menudeo de productos subsidiados de Venezuela a Colombia.
En el resto del país, sin aviso pero con efecto inmediato, se redujo a la mitad el límite diario de retiros en cajeros automáticos, principal fuente de billetes de 100 bolívares.
Diversos comentaristas de prensa han anotado que estas medidas restrictivas están configurando un corralito de facto, que no ha sido decretado de manera abierta y que, en vez de responder a requerimientos de política macroeconómica, atiende al más prosaico desabastecimiento de billetes.
fuente
"El País", España, 17.08.2015
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