Con el dato de pobreza de INDEC, el discurso macrista recibe un espaldarazo justo en el auge de la protesta sindical
El descenso -desde el 32,2% en septiembre (correspondiente al primer semestre de 2016) al 30,3% (segundo semestre)- se conoce luego de una seguidilla de datos negativos.
Para empezar, sirve como contrapeso anímico ante el shock que había causado, hace tres semanas, la publicación sobre el empeoramiento de este indicador, que mide la Universidad Católica.
En aquella ocasión, el número había sido lapidario: un millón y medio más de personas había caído en situación de pobreza en el arranque del Gobierno macrista.
Para colmo, esa noticia coincidió con la del repunte de la inflación de febrero (2,5%), producto de la suba tarifaria.
Y, para agravar el panorama, la misma se complementaba con datos desalentadores sobre consumo y producción
En ese entonces, el Gobierno asimiló el golpe y se mostraba confiado en que las próximas cifras -tanto oficiales como las de la propia UCA- iban a mostrar una mejoría.
"El índice UCA midió el tercer trimestre 2016. Por suerte, en el cuarto trimestre la inflación bajó. Y ya en 2017 empezó el crecimiento. Mejoraremos", auguraba el senador Federico Pinedo luego de conocido el informe.
Ese cambio de tendencia era lo que el Gobierno necesitaba para reforzar y legitimar su discurso.
En plena ola de conflictividad sindical, con los docentes todavía en huelga y con un paro de la CGT programado para la semana que viene, el argumento oficial viene siendo que la medida de fuerza resulta extemporánea.
Al decir de los funcionarios y del Propio Presidente, la huelga fue anunciada en momentos en que la economía empieza a recuperarse y se vuelven a crear empleos genuinos en el sector privado.
Si bien los datos del PBI confirmaron que en el último trimestre hubo un tibio rebote (0,4%), todo el arco político sabe que los indicadores contundentes son aquellos que refieren a la cuestión social.
A fin de cuentas, el propio Mauricio Macri viene repitiendo, desde el primer día de su gestión, que la "pobreza cero" es uno de sus objetivos centrales.
Para las estadísticas, 600.000 "ex pobres"
Es cierto que la mejora dada a conocer no es para festejar airosamente, pero también es verdad que no resulta despreciable.
La pobreza total, según INDEC, cayó casi dos puntos porcentuales, hasta ubicarse en el 30,3%, lo que implica que unas 600.000 personas pudieron salir de esa situación en el segundo semestre del año pasado.
La tasa de indigencia también bajó, aunque la brecha fue menor: del 6,3%, que había marcado el cómputo anterior, al 6,1%.
De esta manera, durante el segundo semestre del 2016 se registraron 1,9 millones de hogares por debajo de la línea de pobreza (equivalente a unas 8,3 millones de personas).
Tomando en cuenta ese total:
- Se registraron cerca de 400.000 hogares bajo la línea de indigencia (1,67 millones de habitantes)
Según el desglose geográfico, la tasa de pobreza para la región del Gran Buenos Aires -conformada por la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense- se ubicó en el 29,3%.
Ahora bien, si se omite el promedio:
- El mejor guarismo correspondió a la Capital, con el 9,5%
- Para los partidos bonaerenses que la rodean fue del 34,6%
Este último número no difiere demasiado del observado para la Región de Cuyo (Gran Mendoza, Gran San Juan y Gran San Luis), que marcó la proporción más alta: 35,7%.
- El Noreste y el Noreste mostraron índices de pobreza del 24,2% y 23,5%, respectivamente
- Para la Región Pampeana la cifra fue de unos puntos menos: 21,3%
- Para la Patagónica resultó aún más favorable: 16,8%
Más allá de los comparativos porcentuales, y ya en el terreno de la cantidad de personas, la delantera la lleva lógicamente la región del Gran Buenos Aires.
Concretamente, la medición da cuenta de poco más de 4,3 millones de habitantes en esa situación, de los cuales 950.000 son indigentes.
En la Capital el número de afectados baja ostensiblemente: 277.000 pobres (67.000 indigentes).
En tanto, para el Conurbano esa cantidad se eleva a unos 4 millones, mientras que cerca de 890.000 personas están en estado de indigencia.
Oxígeno para el discurso macrista
La noticia pasó a ser una de las más difundidas y comentadas en las redes sociales.
Era previsible, dada la lógica de la "grieta" que hace funcionar a la política argentina: de la misma manera que los simpatizantes kirchneristas sacaron rédito del anterior informe de la UCA (para argumentar sobre los efectos sociales perjudiciales de un "plan neoliberal"), ahora los partidarios de Macri celebran la mejora como una demostración de que se está por el buen camino.
Hasta sirvió para opacar un mal dato surgido de la balanza comercial, que puso en duda el vigor de la recuperación económica del primer trimestre.
Pero está claro que en este momento político hay una batalla por la opinión pública.
El propio Macri, al presentar en septiembre el nuevo índice -tras ponerle fin al INDEC kirchnerista- dejó en claro que el avance en este terreno sería el parámetro para medir el éxito o fracaso de su Gobierno.
"Esta es la realidad sobre la cual, insisto, yo quiero y acepto ser evaluado, por si pudimos o no reducir la pobreza. Todo lo demás son excusas", remarcaba el jefe de Estado allá por septiembre.
"Este es el punto de partida. Esto reivindica que el trabajo que hacía la UCA era el correcto. Esta es la realidad de la Argentina hoy", completaba.
Macri había recordado al siempre controversial Aníbal Fernández al afirmar: "Hoy el INDEC puso la verdad sobre la mesa y dijo qué es lo que pasa en la Argentina".
Y enfatizaba: "No más mentiras, ni tener que sufrir la falta de respeto de que nos digan que en la Argentina hay menos pobres que en Alemania".
En tanto, desde el kirchnerismo se denunciaba la "trampa" de elegir como punto de partida no el mes de diciembre de 2015 (arranque de la gestión macrista), sino junio de 2016, cuando se había producido el mayor deterioro social, en un contexto de recesión y medidas de ajuste.
Lo cierto es que, más allá de la discusión, el macrismo logró un objetivo importante: tener una mejora para mostrar en el plano preferido del peronismo, el de la "inclusión social".
Además, que la noticia haya caído con un buen "timing", justo antes de una nueva saga de protestas sindicales.
A la espera de números "buenos"
Más allá del rédito político que el macrismo logre sacarle a los nuevos datos del INDEC, lo cierto es que en el resto de los indicadores todavía no hay claridad respecto de una mejora firme.
Paralelamente a la alarma que dejaron los números de la balanza comercial, la industria sigue acusando caídas interanuales.
- El de confianza del consumidor, que mide la Universidad Di Tella, no presenta señales de mejoría
- La expectativa de inflación para los próximos 12 meses se ubica en un promedio del 30%
En tanto, un sondeo de la consultora Kantar Worldpanel muestra que la predisposición de la población a la compra de bienes durables es más baja hoy que en octubre del año pasado.
En ese contexto, lo peor que le puede pasar al Gobierno es la confirmación de que la inflación vuelve a registros altos.
Esto volvería a darle argumentos a la oposición en la guerra mediática. Pero, de momento, el macrismo celebra su tregua.
El discurso de que la mejora social es compatible con el emprolijamiento de los números de la economía acaba de recibir un espaldarazo.
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