3 abr 2017

CAMBIO CLIMÁTICO Y...






CAMBIO CLIMÁTICO Y…




El impuesto al carbono



Ahora que la concentración de CO2 en la atmósfera ha superado todos los registros históricos ya que el planeta en su conjunto superó la cifra de 400 partes por millón del principal gas de efecto invernadero, se trata de un impuesto que demanda una urgente aplicación a nivel mundial. 


Un impuesto al carbono es un impuesto sobre el contenido de carbono de los combustibles. 


Es una forma de fijación de precios al carbono que emitimos a la atmósfera y contribuimos, de este modo, al calentamiento global. 


El carbono está presente en todos los hidrocarburos del combustible (carbón, petróleo y gas natural) y se libera en forma de dióxido de carbono (CO2) cuando los combustibles fósiles se queman.



Por el contrario, no existe tal combustión cuando se emplean otras fuentes de energía como, por ejemplo, la energía eólica, la energía solar, las energías marinas, la energía geotérmica, la energía hidroeléctrica y la energía nuclear por lo que no emiten CO2 a la atmósfera. 


El CO2 es el principal gas causante del “efecto invernadero” que, poco a poco, va provocando el calentamiento del Planeta y su consiguiente Cambio Climático.


Dado que las emisiones de gases de efecto invernadero o GEI, causadas por la combustión de combustibles fósiles, están estrechamente relacionados con el contenido de carbono de los respectivos combustibles, un impuesto sobre las emisiones de estos gases se puede llegar a cabo gravando el contenido de carbono de los combustibles fósiles en cualquier punto en el que se encuentre, dentro del ciclo de producción, suministro o quema del combustible.


Los impuestos al carbono ofrecen un medio potencialmente rentable para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. 


Desde una perspectiva económica, los impuestos al carbono son un tipo de impuesto de Pigouviano que busca corregir una externalidad negativa.


Estos impuestos ayudan a abordar el problema que provocan los emisiones de GEI que no hacen frente a los costes económicos, sociales y ambientales de sus acciones. 


Los impuestos al carbono pueden ser un impuesto regresivo, ya que pueden afectar directa o indirectamente a los grupos de bajos ingresos de forma desproporcionada. 


El impacto regresivo de los impuestos sobre el carbono podría abordarse mediante el uso de los ingresos fiscales para favorecer a los grupos de bajos ingresos.


Algunos países ya han empezado a aplicar impuestos al carbono o impuestos sobre la energía que se relacionan con el contenido de carbono. 


Existen más impuestos ambientales relacionados con las implicaciones sobre las emisiones de gases de efecto invernadero en los países de la OCDE y que se aplican a los productos energéticos y a los vehículos de motor, en lugar de aplicarlas a las emisiones de CO2 directamente.


La oposición a una reglamentación medioambiental, tal como el impuesto al carbono, a menudo se basa a la preocupación que manifiestan algunas empresas porque algunos trabajadores podrían perder sus puestos de trabajo. 


Se ha argumentado, sin embargo, que los impuestos al carbono son más eficientes que la regulación directa e incluso pueden impulsar la creación de tasas de empleo más altas.


De cualquier modo, es un hecho cierto que muchas de las actividades que consumen, directa o indirectamente, ingentes recursos de carbono como ocurre con la generación de electricidad, a partir de los combustibles fósiles, empresas petroleras y gasistas, compañías aéreas y fabricantes de automóviles de motor de gasolina y de gasóleo, etc., —tal como ocurre en muchos países de la UE, Estados Unidos, Rusia y China— se resisten al establecimiento del impuesto al carbono.


fuente
"El Blog de Juanjo Gabina", España




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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.