Salió caro el relato de las "tasas chinas": el país perdió u$s2.000 millones por "inflar" el crecimiento del PBI
03-07-2016 Como parte de una herencia que parece no agotarse, surge ahora un nuevo dato que da cuenta del costo de haber informado un repunte de la economía superior al real.
Prat Gay ya tiene la factura en su escritorio, que no hace más que fogonear sus críticas al modo en que se reestructuró la deuda
Se cuestionó su falta de ética, su amoralidad, su daño irreparable sobre la investigación estadística y varios etcéteras.
Ahora surge un nuevo dato que sirve para ponerle una cifra, en términos de costo monetario, a la decisión política de manipular otro de los indicadores de la economía.
Se trata de la sobreestimación del crecimiento económico, una maniobra que lejos estuvo de ser gratuita.
En efecto, por este artilugio la Argentina tendrá que pagar nada menos que u$s2.000 millones.
Este monto fue lo que se canceló de más a todos los tenedores de bonos que cobraban un premio -el famoso "cupón del PBI"- cada vez que la economía crecía por encima de cierto nivel.
La estimación es oficial y el dato fue aportado a iProfesional por fuentes inobjetables del equipo económico que conduce Alfonso Prat Gay.
Incluso, echa por tierra el único argumento con el que los funcionarios K justificaban la intervención del INDEC, que rigiera entre 2007 y 2015.
Concretamente, señalaban que la Argentina se ahorraba dinero porque, al subestimar la inflación, los bonos ajustables por CER también implicaban un menor costo financiero.
De modo tal que ahora quedó al descubierto que la falsificación estadística, además de ser inmoral, también resultó muy cara.
No fue magia, fue un "truco"
Alfonso Prat Gay tiene sobre su escritorio la "factura" por u$s2.000 millones que le llegó apenas el Indec recientemente diera cuenta de los datos reales de la evolución de la economía durante la era K.
El cupón PBI surgió tras la reestructuración de la deuda elaborada por Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen en 2005, durante la gestión de Néstor Kirchner.
En líneas generales planteaba que si el Producto Bruto se expandía por encima del 3% anual, los inversores al año siguiente recibirían por este título un premio por esa perfomance.
En medio de las tensas negociaciones para salir del default de 2001, Lavagna-Nielsen los habían tentado a "asociarse" al crecimiento de la economía argentina.
En aquel entonces, el "mercado" menospreció ese instrumento. A punto tal que le asignó un valor muy pequeño. Los funcionarios se conformaban con sumar masa crítica a la operación.
Desde 2006 hasta 2013 -la última vez que se pagó el cupón- el Estado les giró a los inversores u$s8.664 millones.
En marzo de 2014, Axel Kicillof -en una decisión de última hora- pidió que sea revisada la forma de calculo de la expansión económica correspondiente al crecimiento del 2013.
Muchos recuerdan el caso, que pasó a formar parte del anecdotario kirchnerista: ese año (2013) el INDEC venía mostrando hasta el tercer trimestre un ritmo de suba del PBI del 5,5%.
Esa cifra era más que suficiente -casi el doble- como para tener que abonar el cupón.
Imprevistamente, con la nueva metodología de cálculo, se redujo a tan sólo un 3%.
Es decir, a apenas dos décimas menos que el piso mínimo requerido para que quienes poseían estos títulos cobraran su premio.
De este modo, el ahorro del Estado tras la sorpresiva presentación de la "nueva" metodología alcanzó a los u$s3.318 millones.
Esto ocurrió en momentos en los que el país sufría por la escasez de reservas y soportaba presiones devaluatorias.
El dibujo estadístico estuvo a punto de salir muy caro.
En la city porteña y en Wall Street estaban perfectamente informados de que la economía no crecía lo que el Indec publicaba.
No obstante, la permanente apelación por parte de CFK respecto de que la Argentina se había transformado en un "pagador serial" de su deuda fue creída por los inversores.
Durante aquel 2013 -al ritmo de los informes del Indec- el título del cupón del PBI acumulaba un repunte del 30%.
Apenas se conoció el artilugio de Kicillof, la respuesta del mercado no se demoró: en una sola jornada se derrumbó un 14%.
El desvío, con sello K
El actual ministro de Hacienda ha sido un crítico histórico del cupón PBI.
Su postura, incluso, lo llevó a enfrentarse con el tándem Lavagna-Nielsen por la inclusión de este instrumento: "Decir que se trató de una renegociación exitosa fue la primera gran mentira del relato".
Según Prat Gay, la inclusión de estos cupones redundó en que se diluyera la famosa quita del 65%, tan promocionada allá por 2005 y que fuera producto de la reestructuración de los pasivos de la Argentina.
Ahora bien, la cuentita que por estos días hace el ministro tiene su explicación.
¿Cómo llegó a la diferencia de u$s2.000 millones entre lo que debe abonarse a tenedores de estos títulos y lo que debería quedar para el Estado?
El cálculo es sencillo. En varios años en los que se cumplieron las condiciones que gatillaban la cancelación del cupón (entre ellas que el PBI registrara un alza de más del 3% anual), la economía registró un peor desempeño que el informado por el Indec kirchnerista.
- De acuerdo con la revisión del PBI base 2004, la Argentina creció un 45,1% entre ese año y hasta fines del 2014.
- La medición original efectuada por el Gobierno K dio cuenta de un número sustancialmente más alto: 62,9%.
- La diferencia de cálculo asciende nada menos que a 17,8 puntos.
En tres de años de ese lapso (2005, 2006 y 2011), el crecimiento anunciado fue más elevado que el revisado. Concretamente:
- Año 2005: 9,2% versus 8,9% (kirchnerismo / recalculo actual).
- Año 2006: 8,4% contra el 8,1% informado recientemente.
- Año 2011: 8,4% vs. 6,1% (original comparado con la revisión).
Conclusión: en todos esos años, el Estado debió pagar por el compromiso asumido.
Pero como exacerbó el repunte del PBI, los inversores recibieron más dinero del que les correspondía si se hubieran hecho bien las cosas.
¿Qué significa hacer bien las cosas?
Básicamente haber admitido la inflación real y no supeditarla al antojo de quienes gobernaban.
Al menospreciarla, entonces el cálculo del PBI daba más elevado que el real.
De acuerdo con las estimaciones de Prat Gay, por esa diferencia el Estado desembolsó nada menos que u$s2.000 millones de más.
Un verdadero "regalo" que se suma al que Lavagna-Nielsen imaginaron para tentar a los tenedores de estos títulos.
Pero hay más: la diferencia entre lo que el Gobierno anterior informaba y la realidad alcanza a la friolera de u$s101.000 millones, de acuerdo con la estimación realizada por Gabriel Zelpo, de la consultora Elypsis, a pedido de iProfesional.
En otras palabras, la economía dejada por el kirchnerismo resultó ser u$s101.000 millones más chica de la informada desde que el Indec fue intervenido.
Tal estimación surge de la revisión de las cuentas públicas realizadas por el nuevo organismo, divulgada hace unos días.
Otra pérdida más que sale a la luz y que se suma a ese tipo de herencia tan molesta y pesada que es preferible no haber recibido nunca.
fuente
"iProfesional", 03.07.2016
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