YACIMIENTO DE RÍO TURBIO
PANORAMA DESOLADOR
Operación Río Turbio: con un plan de 1.000 despidos
en carpeta, YCRT ya envió los primeros 215 telegramas para echar trabajadores
Ene 24, 2018
14:50 –
(Por
Rubén Lasagno) – El plan de reducción de personal en el Yacimientos
Carboníferos de Río Turbio no es nuevo, comenzó con la llegada de la
administración nacional post-2015 y estaba en la carpeta operativa que recibió
el Interventor Omar Zeidán desde
el primer día que se sentó en su oficina en el yacimiento, le confiaron fuentes
del gobierno nacional a OPI.
Los motivos por los cuales no se implementó con anterioridad,
van desde cuestiones políticas hasta de orden interno, pero básicamente se
anclaron en una cuestión de oportunidad.
El
gobierno nacional no había considerado oportuno iniciar el proceso de
achicamiento inmediatamente de asumido, para evitar el costo político, sin
embargo, la fase de reducción presupuestaria que inició Macri después de ganas (SIC) las elecciones de medio tiempo, obligado, además, por el altísimo déficit que
enfrenta, lo que no puede remediar con la toma de créditos externos, obligó al
gobierno a iniciar una reducción de gastos del orden del 30% y para eso
plantearon la necesidad de atacar a los sectores estatales con mayor
presupuesto y menos productividad; ahí cae YCRT en este plan y como tantas
veces lo señalamos desde este espacio, representa un enorme monstruo con pies
de barro que insume entre 3 y 4 mil millones de pesos anuales y no produce nada
más que gastos y aún hoy, sigue siendo una puerta de negociados de otro grupo
de poder que, si bien prometió hacerlo productivo en algún momento, no logra
repuntar el esperado despegue debido a múltiples factores operativos, técnicos
y carencia de personal especializado.
Paralelamente, dentro de YCRT confluyen los gremios que han sido
actores principales en todo el desarrollo previo de las políticas del
yacimiento, especialmente en la era K, donde YCRT era un coto de caza de Julio
de Vido, Baratta, Depettri, Mazú, Pérez Ozuna, los Kirchner y cuanta figura
estuviera en el poder y con vinculaciones íntimas dentro del entramado de
política y negociados con la compra, contratación y servicio, en un complejo
minero el cual hace 2 década no produce nada, pero se ha llevado miles de millones
de pesos/dólares por la cloaca de la corrupción.
La actual intervención, más allá de dar alertas importantes,
realizar denuncias que avanzan no tan rápido como era de esperar y proponerse
cambiar el paradigma, ha caído, en cierta manera, en
gran parte de los vicios que venía arrastrando YCRT, con una
administración sobredimensionada a la cual Omar Zeidán le agregó “gente
de confianza” privilegiando el amiguismo y el nepotismo sobre la
capacidad para desarrollar tareas específicas e inherentes a un emprendimiento
de este tipo.
(Repase el lector las notas vinculadas al pie de este informe)
Es decir, ésta intervención ha denunciado todo lo anterior, pero
no ha dado un ejemplo de austeridad hacia la sociedad ni
hacia los propios imputados por ellos, que conviven aún dentro de la estructura
empresaria, ocupando cargos con sueldos altísimos y sin que exista una aparente
contraprestación de eficiencia por parte de quienes impulsaron dichas
denuncias.
Sin embargo, la orden de achicar, ya no puede ser retardada porque
Zeidán sabe que su “éxito” depende de la capacidad que demuestre para
reordenar este desastre.
Algunas voces en off, admiten que los
tiempos de Zeidán frente a YCRT están por terminar.
Su trabajo, entonces, sería hacer la “tarea sucia”, la cual se
habría iniciado en estos días con la emisión de los primeros 215 telegramas de
despidos, de los 550 que se mandarán en la etapa inicial y
los (al menos) 1000 que están ordenados dentro del
primer semestre.
Para facilitar esta tarea, Zeidán puso en crisis los Convenios
Colectivos de Trabajo, denunciándolos y poniendo sobre su cabeza la
furia de todos los sindicatos del yacimiento, que si en algún
momento estaban partidos y desunidos, “Cambiemos” ha
logrado unificarlos (excepto contadas excepciones), más
allá de los intereses sectoriales de cada gremio, fundamentalmente ATE, el
sector más poderoso el cual ha dirigido y digitado siempre los conflictos por
reclamos ante la intervenciones desde Taselli para acá.
La impericia, la soberbia y la falta de conocimiento y tacto
político de los representantes de “Cambiemos” en Santa Cruz, han complicado aún
más los objetivos detallados en aquella carpeta inicial que tenía las metas a
lograr por la nueva intervención.
A dos años de comenzar a ejecutar el plan, la situación
institucional de YCRT está empantanada y no hay un horizonte
claro de hacia dónde quieren ir.
Sin productividad, sin valor
agregado, con conflictos permanentes, con más días caídos que de trabajo y una
lluvia de denuncias sindicales en contra del interventor, sus funcionarios y el
senador nacional Eduardo Costa, que
van desde aprietes y vaciamiento de la empresa, hasta el pago de campañas
políticas a través del presupuesto de YCRT, nuevos negociados, sueldos
descomunales, la compra de voluntades y medios de comunicación, el despilfarro
y el nepotismo, la empresa cambió de manos, pero no varió hacia el objetivo
principal: la productividad y hoy, a dos años del nuevo
gobierno, comienzan a aplicar a destiempo medidas reduccionistas, lo cual les
traerá indeterminados problemas políticos, gremiales y judiciales en
lo que resta de la gestión.
Como lo dijimos en otras oportunidades, nada de esto ocurriría
si el kirchnerismo hubiera dejado de usar a la empresa como base para articular
negociados, enjuagar millones de dólares de la corrupción, utilizarla como
herramienta política sin avanzar ni un solo centímetro en la meta de hacerla
productiva y eficiente.
Fue más de una década desperdiciada, donde, más allá de
algunos disconformes por el reparto de la torta, todos estaban alcanzados por
beneficios increíbles, sueldos propios de una empresa
multinacional y con un plantel jerárquico del primer mundo.
Era una forma de
mantener callado a las voces disonantes, mientras por abajo se encubrían las
maniobras más turbias.
Esta estrategia de corromper y distribuir para lograr adhesión y
silencio, se rompió con el cambio de conducción y
hoy las consecuencias están a la vista: una empresa improductiva, una
conducción ineficiente y un proceso de disolución que se
acelera en la medida que no haya consensos y negociaciones serias entre
la intervención, ergo el gobierno nacional y los trabajadores para converger en
una gran concertación que en este momento es impensable que se pueda dar, bajo
las actuales condiciones.
Por este motivo, tiendo a pensar que los
días de Omar Zeidán frente a la Intervención de YCRT están contados.
Las fuentes aluden que el trabajo sucio estará en sus manos,
para luego exiliarlo en un cargo político, distinto y alejado del ruido de las
rozadoras, como forma de agradecerle por los servicios
prestados y preservaarlo para las elecciones 2019.
El recambio de Interventor,
buscará, seguramente, renovar el aire, acercar posiciones y entablar algún
diálogo distinto con los sindicatos, con menos gente, un panorama más despejado
y menos presión interna.
Lo que no están seguro, es de lograrlo.
Así como está presentado el panorama de YCRT, las opciones que
maneja hoy el gobierno nacional son tres: el cierre del yacimiento,
que alguna vez se balanceó pero fue desestimado por el costo
político/institucional que tendría de cara al 2019; La
continuidad del yacimiento bajo una modalidad mixta, con
el 50% menos del personal y de recursos y/o la tercerización de la empresa,
mediante un sistema de licitación para lograr la privatización del yacimiento y
el sostenimiento de YCRT con un 50% menos de personal y gastos, bajo la
condición inexcusable que en el tiempo que resta de gobierno (dos años) la
producción sea visible y rentable.
Este último punto es sustancial para sostener el otro gran
elefante blanco, que es la Termousina de Río Turbio, un proyecto igualmente
postergado, desfinanciado, vaciado y utilizado por el kirchnerismo para
escurrir años de corrupción económica, pero inerte y silencioso que no sirve
para nada.
Si YCRT no produce para abastecer al sistema de energía, su existencia
es inútil y despreciable.
Si logra hacerlo, recién ahí comenzaría a tener futuro.
Como están dadas las cosas hoy, esa meta es prácticamente imposible de cumplir.
Las luchas internas, las pujas políticas y de poder y las guerras sórdidas
entre los sindicatos y la Intervención, disuelven, al menos en el corto plazo,
cualquier forma de acuerdo en este sentido.
La usina, mientras tanto, está detenida en el tiempo y su puesta
en servicio requeriría concluir más del 30% que aún falta
terminar y reactivar instalaciones que con la salida de
Isolux Corsán han sido abandonadas y carecen de mantenimiento, con el deterioro
que ello implica.
Para esta tarea el gobierno nacional busca
una empresa que se haga cargo del trabajo, pero no es fácil
encontrar quien pueda realizar una tarea de ese tipo en el corto tiempo que le
imponen (10/12 meses) y a un valor que llevará a esta estación generadora a un
costo cuatro veces superior del MW, de lo que
vale en una instalación similar, ubicada en cualquier lugar del mundo. (Agencia
OPI Santa Cruz)
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Fuente
“OPI Santa Cruz”, 24.01.2018
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