VENEZOLANOS EN AMÉRICA
Cómo viven los emigrantes venezolanos en el Cono Sur
Chile, Argentina y Uruguay son países donde miles de venezolanos
han emigrado para escapar de la crisis.
Aunque algunos han sufrido, sobre todo
en el trayecto, la mayoría migró en busca de trabajo y lo ha conseguido, aunque
no sin esfuerzos
Las fronteras de Venezuela se han convertido en un foco de emergencia en países como Colombia y Brasil | AFP
26 DE ENERO DE 2018
Unos llegan en avión, con dinero y trabajo asegurado.
Otros vienen
por río, mar y tierra en un viaje de 20 días; sin un peso y a buscar empleo
"en lo que haya".
El Cono Sur ha sido durante los últimos años uno de los destinos
principales de la diáspora venezolana que busca escapar de la crisis económica,
social y política que sufre el país caribeño.
Les atraen los buenos salarios, la baja inseguridad y las ayudas
que los Estados argentino, chileno o uruguayo pueden ofrecer en salud y
educación.
"La migración que viene al sur es gente con plata, porque
tener US$1.000 para un pasaje en este momento en Venezuela es una locura",
dice Adolfo Guerra, un venezolano que puso un restaurante en Buenos Aires hace
dos meses.
"Pero hay de todo", añade.
"Cada vez que hago
entrevistas para contratar personal llego a mi casa casi llorando por lo que me
cuentan los venezolanos".
Ese puede ser el caso de Melba Alexandra Pinto, una ingeniera y
arquitecta que al no tener dinero para pagar un pasaje desde Venezuela aceptó
la oferta de un chileno, conocido de un amigo, que se lo pagaba y le ofrecía
trabajo.
La posibilidad fue suficiente motivo para dejar a su hija de 2
años en Venezuela. "Es que no estaba consiguiendo comida para
alimentarla", añade.
"Pero una vez en Chile, cuando me di cuenta de que lo que
buscaba esta persona era un encuentro íntimo, como yo no quise, me echó de la
casa. Quedé en la calle. Sin familia, sin plata", le dice a BBC Mundo
entre lágrimas.
Luego, unos amigos en Buenos Aires le ayudaron para viajar desde
Santiago y ahora trabaja en una tienda de ropa.
Aunque en los primeros años la emigración se dio en las clases medias y altas, hoy en día es un fenómeno trasversal | AFP
"Cada vez llega más gente con más necesidades", dice
Vincenzo Pensa, presidente de la Asociación de Venezolanos en Argentina
(Asoven), quien lleva 14 años fuera de su país y ha ido perdiendo su acento
venezolano.
"Se vienen por tierra, con una bolsa chica de ropa, el más
millonario con US$500, pagan entre 10 un departamento y trabajan en empleos
informales".
La Asoven tiene jornadas de ayuda a los venezolanos recién
llegados en una iglesia de la ciudad, donde les dan comida, ropa y apoyo
emocional con la colaboración de psicólogos venezolanos.
"Estamos teniendo un trabajo que no pedimos, porque nos
desborda", afirma Pensa.
Mientras tanto, Guerra ya está pensando en poner una segunda
sucursal del restaurante de comida mexicana y venezolana que tiene en Palermo
Hollywood, una zona turística de Buenos Aires.
"Yo no soy ningún millonario, pero sabía lo que se
venía", asegura, en referencia a la crisis y a los ahorros en dólares que
consolidó mientras se pudo.
Él sabe que es afortunado en comparación a la de otros venezolanos
que "vinieron a pasar roncha para salir de esa locura".
Adolfo Guerra, de Maracay, acaba de abrir un restaurante en uno de los barrios más turísticos de Buenos Aires. Y quiere abrir uno más
Cada día más venezolanos
Es difícil saber cuántos venezolanos hay en el Cono Sur,
porque la cifra aumenta cada día y muchos aún están regularizando su
estatus.
En los principales países de la región cualquier latinoamericano
puede adquirir una identificación casi al día siguiente de su llegada, pero
pueden llegar a pasar un par de años para que su condición migratoria sea
contabilizada y es considerada permanente.
En Argentina, según la Dirección Nacional de Migraciones, en 2017
se radicaron 140% más venezolanos que el año anterior.
Eso completó una población de al menos 60.000 venezolanos en
el país.
Aunque Pensa, de Asoven, dice que la cifra ya pasó los 100.000.
En Uruguay, la Dirección Nacional de Identificación Civil registró
3.178 solicitudes de residencia en 2017, un 200% más que el año anterior.
Se estima que en ese país hay entre 3.000 y 4.000
venezolanos.
En Chile, donde se cree que residen un total
de 30.000 venezolanos, la Policía de Investigaciones reportó que en
2017 ingresaron 164.866 ciudadanos de ese país, un aumento de 90% respecto a
2016.
Según el Departamento de Extranjería y Migración (DEM) del
Ministerio del Interior, entre el 2005 y 2017 se otorgaron un total de 20.362
permanencias definitivas y 111.339 visas temporales a extranjeros provenientes
de Venezuela.
En ambos casos -visas permanentes y temporales-, los permisos
aumentaron más de 200% el año pasado.
Pero, al mismo tiempo, más de 56.000 venezolanos se fueron de
Chile o regresaron a Venezuela, una tendencia que también es frecuente en esta
parte de la región, donde adaptarse no es del todo fácil.
En Chile y Argentina, así como básicamente en todo el mundo, hay cada vez más areperas venezolanas
Por tierra, estafado y con dos
empleos
Para este reportaje BBC Mundo habló con decenas de venezolanos que
migraron al Cono Sur.
Muchos son estudiantes, otros desempleados, algunos meseros,
cocineros o cajeros.
Y unos cuantos son empresarios y emprendedores.
Es frecuente que lleguen a estos lares con deudas, a veces
entabladas con otros venezolanos que ayudaron en el proceso de transición.
Casi todos sufren por el clima, la comida y la poca calidez de los
sureños.
La mayoría no se encuentra en la situación que pueden estar
venezolanos en otros destinos de mayor cercanía, como Colombia, Panamá o las
islas del Caribe, donde algunas organizaciones han alertado de una posible
crisis de refugiados.
Pero acá, igual, muchos venezolanos trabajan en rubros distintos a
su profesión y por sueldos menores a los que les correspondería por su
experiencia.
Algunos se fueron del país con el pesar de dejar a parte de su
familia, a sus padres casi siempre, inmersos en la lógica de la crisis.
Y eso les hace sentir la obligación de enviar parte de su ya
insuficiente sueldo o pensar en la posibilidad de traer a sus familias.
Así promocionan los viajes al Cono Sur en Caracas | AFP
"Nos estafaron y perdimos hasta
US$4.000"
Uno de los testimonios más estremecedores que recogimos fue el de
Carlos Vázquez, un exoperador de maquinaria en Ferrominera, una productora de
hierro en Puerto Ordaz, en el este de Venezuela.
Vázquez no pensaba emigrar hasta que su esposa quedó embarazada.
Después de haber sufrido para conseguir los pañales y medicinas de su primer
hijo, que tiene 2 años, descartaron volver a vivir esa odisea.
Vendieron casa, carro y muebles.
Salieron por la frontera
brasileña para llegar a Manaos, en el Amazonas, donde tomaron un barco por 8
días en el que dormían en hamacas y compartían cuartos, baños y comedor con 120
personas.
Luego atravesaron Bolivia en varios trayectos, en buses y
camiones, por casi dos días. A veces por carreteras sin pavimentar.
"Vomitamos, nos mareamos, aguantamos para ir al baño,
sentimos frío por primera vez en nuestras vidas", recuenta Vázquez.
Después, en Chile, viajaron durante 36 horas de Iquique a
Santiago.
"Y fue ahí que empezaron los problemas", explica, porque
tras dos horas de estar en el departamento que habían reservado y pagado por
adelantado, llegó la policía y los sacó por "ocupación indebida".
"Nos estafaron y perdimos hasta US$4.000", dice Vázquez.
Desde entonces, ya con su segundo hijo nacido, han vivido día a
día con lo que gana Vázquez en dos turnos al día (16 horas) en un supermercado
de Santiago.
"Tuve que trabajar el día del parto, he perdido 29 kilos en
dos meses y camino 48 kilómetros por día en el estacionamiento buscando los
carritos", afirma.
"Pero no me arrepiento de emigrar porque sé que, así caiga el
gobierno, la situación de Venezuela seguirá empeorando", concluye.
La escasez de alimentos y medicinas, añadida a la inseguridad, son las principales razones por las que los venezolanos se van de su país | Reuters
"Siento que estoy
viviendo"
Casos como el de Vázquez, sobre todo de venezolanos trabajando dos
turnos al día, hay por doquier.
Pero también hay, y quizá más, casos de gente
que ha tenido buena suerte.
Cuando volvió de su intercambio en España, Arturo Rivas, de 25
años, fue secuestrado en Caracas por varias horas y le robaron el carro.
"Desde ese momento vivía muy asustado, con miedo cada vez que
yo o mi mamá salía porque me robaran el carro, así que hice los trámites
correspondientes y compré el pasaje para el 10 de abril (de 2017), el cual me
lo pagó mi papá".
Trajo dos maletas y US$2.400.
Apenas llegó a Buenos Aires, Rivas mandó hojas de vida ("10
al día") a todas las empresas que podrían estar interesadas en un
ingeniero.
Fue a decenas de entrevistas, pasó por dos empleos transitorios y
ahora trabaja en una productora de equipos industriales, donde es empleado como
cualquier profesional argentino.
"Estoy impresionado por lo rápido que mejoró mi calidad de
vida en cuestión de meses", admite.
En 7 meses Rivas recuperó la inversión que hizo cuando decidió
emigrar.
"Siento que estoy viviendo, que puedo planificar actividades
para dentro de un año y me siento valorado como profesional", explica,
aunque aún siente preocupación por su familia, que sigue en Venezuela.
Las peluquerías de venezolanos (y algunas de colombianos) se han proliferado en Chile.
Venezolanos como Rivas están llegando a Chile, Argentina y Uruguay todos los días.
Pasaporte exquisito
En Chile, por ejemplo, "los migrantes venezolanos vienen
mayoritariamente por razones de trabajo, ya que entre los años 2016 y 2017 el
90% de las visas han sido otorgadas por razones de trabajo", le dice a BBC
Mundo Claudia Silva Dittborn, jefa de estudios en el DEM.
Los venezolanos fueron la población extranjera con los mejores
puntajes de la Prueba de Selección Universitaria, un examen que se debe hacer
en Chile para entrar a la universidad.
En Santiago han proliferado las peluquerías de venezolanos,
mientras que en Buenos Aires el "Caracas bar" ya es una parada
recurrente de la noche porteña.
Alberto Flores Solano es un artista venezolano de 29 años que,
pese a tener que trabajar como pizzero en las noches, con dificultad se queja
de su experiencia en Buenos Aires.
"He tenido la fortuna de participar en la pintura de murales,
realizar varias exposiciones en galerías y bares, y mostrar y dialogar sobre mi
trabajo en encuentros con personas relacionadas al arte".
"Todo ello me ha brindado experiencias muy gratas y
enriquecedoras. Y lo más importante, no me ha faltado trabajo, comida ni techo
donde dormir", le cuenta a BBC Mundo.
Una de sus obras más llamativas es Pasaporte Exquisito, una serie
de dibujos en las 32 páginas de su ya vencido pasaporte venezolano.
La obra, una serie de ilustraciones violentas y románicas de una
pareja, se hizo viral en Instagram, quizá porque tocó la fibra de los
venezolanos en el exterior que añoran su país.
Así lo explica el artista, quien usa la obra como "carta de
presentación, porque llevo siempre conmigo la Venezuela ilustre y artística que
sueño construir".
Alberto Flores Solano es un artista en Buenos Aires que se ha hecho famoso por pintar su pasaporte venezolano en un ejercicio de creatividad, nostalgia y optimismo
Fuente
“EL NACIONAL”, Venezuela, 26.01.2018
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