FRAGMENTADO
(1)
La doble vida del doctor
Zaffaroni
¿Qué pensaría un marciano
si descendiera con su plato volador en Argentina y le explicaran que alguien
que fue juez de dos dictaduras, rechazó hábeas corpus de desaparecidos
y juró por el estatuto de un gobierno genocida es hoy
mandatario de una corte internacional encargada de defender los Derechos
Humanos?
Zaffaroni de joven cuando trabajaba como juez durante la última dictadura militar.
¿Qué diría si le contaran que alguien que según su mandato debe
combatir la trata de personas alquilaba propiedades donde se ejercía la
prostitución?
Las muestras de la impunidad y las torpezas en Argentina
¿Cuánto se sorprendería de saber que quien debe velar por la
Justicia internacional asesora a una ex presidenta nacional
procesada por múltiples delitos y la acompaña en sus
paseos por Tribunales?
Zaffaroni recordó que el delito de administración fraudulenta fue copiado de código penal nazi.
¿Qué conclusión sacaría sobre el funcionamiento de las
instituciones interamericanas si supiera que quien por su rol debe abstenerse
de participar en cuestiones políticas internas critica diariamente al gobierno
argentino y se dedica a anunciar inminentes cataclismos económicos?
¿Qué
pensaría del estado mental de un país, nuestro país, si quien
debiera ser un guardián celoso de la democracia participa de proclamas
golpistas junto a personalidades académicas de la talla de Hugo Moyano y Luis
Barrionuevo?
No son
preguntas retóricas, es claro. Estoy hablando de la rutina diaria del doctor
Zafarrancho, alias Eugenio Raúl Zaffaroni.
Y todo esto ha
hecho, y todo esto ha sucedido y sigue sucediendo en este país después de ocho
décadas de alternancia entre dictaduras elitistas y regímenes populistas,
terminados con un cuarto de siglo de votar corruptos a sabiendas.
Y sin
embargo, ¿quién le pone cascabel a Zaffaroni?
¿Quién proclama, como el niño del
cuento de Andersen, que el célebre doctor está desnudo y que sus
políticas abolicionistas -que el kirchnerismo impuso como doctrina oficial del Estado
argentino durante doce años- son causa principalísima de
al menos tres de los grandes dramas que enfrenta este país: la inseguridad, la
corrupción y el narcotráfico?
Conocí al
doctor Zaffaroni en el fatídico año de 2001, cuando ocupaba el cargo de interventor
del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo por
cuenta de la Alianza.
Él no se acuerda, claro. No de mí, lo que sería
explicable.
De lo que no se acuerda Zaffaroni es de que él fue
funcionario de la Alianza y parte del proceso político que llevó a la Alianza.
Desde 1994, cuando fue convencional constituyente de la Nación por el Frente
Grande.
O desde 1997, cuando fue elegido legislador de la Ciudad de Buenos
Aires por el Frepaso.
Allí estuvo Zaffaroni hasta que De la Rúa lo puso al
frente del INADI.
Pero no se acuerda, seguro.
De otra manera sería
incomprensible o canallesco que se escandalizara por los resultados ruinosos de
la Alianza y se los endilgara ahora a sus enemigos políticos.
Un pequeño
olvido.
Un fallo de la siempre homenajeada Memoria que le impide también
recordar que en 1982, en plena dictadura, era Juez
Nacional en lo Criminal de la Capital Federal.
De otra
manera su reciente declaración "Esto no termina bien. Ya pasó en 1982 y en
2001. Evitemos una catástrofe" resultaría doblemente inexplicable … o
canallesca.
Y es que
el doctor Zafarrancho es el hombre de las mil contradicciones.
Lo pintó de
cuerpo entero, sin saberlo, Joaquín Sabina, en "Doble Vida": "El
juez justo y severo / cada noche devuelve la toga y la ley al baúl… y al ritmo
pegajoso de un bolero / en la ciudad prohibida / olvida su disfraz de caballero
/ lleva una doble vida".
No lo digo para censurar comportamientos que al
ámbito privado pertenecen, sino por la inocultable y pública duplicidad que es
el signo inconfundible de la vida de Zaffaroni; un día, implacable gladiador
contra la discriminación sexista, el otro, empresario de una inmobiliaria
proxeneta; una década, juez de un poder dictatorial, la otra, jurisconsulto de
los Derechos Humanos; por la mañana, magistrado de una
prestigiosa corte internacional, a la tarde, puntero de la única abogada
exitosa que jamás litigó en corte alguna; un año, autoridad
planetaria en Teoría de la Justicia, el año siguiente, confeso populista.
"Soy populista. Para mí, el populismo no es una peyoración" afirmó en
un reciente reportaje.
Populista. Lo que a menos de que haya yo malentendido a
Laclau y sus cómplices intelectuales implica considerar a la división de
poderes y la independencia judicial como simples máscaras de un poder elitista.
¿En qué país del mundo es posible un juez internacional populista?
¿De dónde
pudo surgir un personaje como Zaffaroni sino de la Argentina que supimos
conseguir, de esta República en disolución desde 1930, de esta tierra del
realismo mágico poblada de delirantes que pasaron de apoyar una revolución
armada a pedir que liquidaran a como diera lugar a sus heraldos, de esta nación
culpógena en la que descolgar un cuadro bastó para exculpar a militantes de la
1050...
El día que Néstor Kirchner bajó el cuadro de Videla del Colegio Militar
...y votantes de la amnistía militar de Luder devenidos presidentes de la
República, a redactores de revistas videlistas llegados a cancilleres, a
representantes de la Dictadura ante la OIT que llegaron a ser ministros de
Trabajo, a viceministras provinciales de la Dictadura ascendidas a ministras de
Desarrollo Social de una revolución imaginaria, a acusados de delitos de lesa
humanidad celebrados en la revista de las Madres de Plaza de Mayo y promovidos
a jefe del Ejército?
Sin palabras: A Hebe de Bonafini le preguntaron sobre Milani y cortó la comunicación
¿Qué otro país pudo ignorar la
espeluznante doble vida del doctor Zaffaroni sino esa Argentina naufragada en
la alternancia entre dictaduras y populismos que lavó sus culpas con Néstor
Kirchner al grito de "¡Las cosas que nos pasaron a los argentinos!" y
pasó a considerar campeón de los Derechos Humanos al kirchnerismo, el grupo
político que mayor cantidad de eminentes funcionarios proveyó a la Dictadura?
No es nada personal con Zaffaroni.
Es que la demolición metódica
del sistema institucional argentino y el exterminio de todo elemento de
civilidad de nuestra vida pública llevaron inevitablemente a una sociedad donde la
doble vida es la norma y llamamos política a la aplicación militante de
paradojas.
Por ejemplo, en todo el mundo se considera que la
Izquierda encarna los intereses de la sociedad, y el liberalismo, los del
individuo.
Aquí, no. Aquí, la doctrina zaffaroniana por la cual
los derechos individuales de criminales que atentaron contra la sociedad son
considerados absolutos, precedentes e intocables es considerada "de
Izquierda".
Aquí, defender el derecho de la sociedad a
protegerse de asesinos, vándalos y violadores es considerado
"liberal", y quienes lo sostenemos somos acusados de fascistas.
Aquí
habitamos un país donde es posible decirle liberal y fascista a la misma
persona.
Aquí vivimos en el mundo al revés de María Elena Walsh,
donde nada el pájaro y vuela el pez; la fabulosa tierra en la
que el perro pekinés se cae para arriba y no puede bajar después; el país donde
logró obtener un éxito fenomenal la doble vida del doctor Zaffaroni.
Fuente
“infobae”, 17.02.2018
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