POBRE NIÑO RICO!!!
La "larga muerte"
del primer hijo de Fidel Castro
En medio de lo que se anuncia como inminente
sucesión en la isla y la agudización de la crisis de su economía, la muerte del
primogénito de Fidel Castro es un hecho incómodo para el régimen
ARCHIVO
Algunos
no salen del estupor: el secretismo que rodea la vida de las familias de la
alta dirección del Gobierno cubano los deshumaniza ante nuestros ojos.
En
efecto, también ellos padecen, se enferman y hasta mueren. Como todos.
En un país de tantas carencias y
dificultades, ¿qué problema puede afrontar alguien que pertenece a tan selecto
círculo?
Abundancia de bienes materiales, autos, divisas, vacaciones, viajes,
entretenimiento, fiestas, diversiones, mansiones, clínicas en el extranjero,
adulación y poder…
¿Dónde se asienta el sufrimiento, dónde la tristeza?
Y, sin
embargo, puede ser que nada de esto sea suficiente para menguar la infelicidad
o, al menos, hacer que la vida parezca menos angustiosa.
Desde
fines del siglo XIX, con Émile Durkeim, se sabe que el suicidio es un
complicado fenómeno social y cultural.
Bien analizada la azarosa vida de
Fidelito, se colige que era un perfecto candidato al suicidio: familia
desestructurada, fuerte estrés, mayor de 65 años, peligro de pérdida de status…
A lo que se agrega el factor ambiental y demográfico.
Según informe de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Oficina Regional de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2014, Cuba encabeza la relación de
países latinoamericanos con mayor tasa de suicidio.
Por
demás, existe un abultado libro de suicidas pertenecientes a la “nomenclatura”.
Alberto Mora, comandante y exministro de Comercio Exterior, en 1972; Haydée
Santamaría, directora de Casa de las Américas, en 1980; Osvaldo Dorticós,
expresidente del país y ministro de Justicia, en 1983; para apuntar casos
relevantes.
A estos se suma una larga fila de ministros, militares de alto
rango y excombatientes.
Motivados por vergüenza, broncas, discrepancias,
frustración; las elucubraciones sobran.
Nada se sabe con certeza, tratándose de
Cuba.
Poco
se conoce de la vida privada del hijo mayor de Castro, como la de todos los
altos dirigentes.
Pero uno puede imaginar que, desde el punto de vista
psicológico, no la tuvo fácil.
Ser hijo de un personaje mitológico como su
padre, ícono del siglo XX, se paga caro.
No valen títulos universitarios ni
doctorados. Siempre por debajo. Siempre “el hijo de”.
Siendo
niño, además, fue objeto del pugilato entre sus padres, el mismo que
protagonizan muchas parejas tras el divorcio.
El hijo, objeto de esa porfía, se
utiliza para castigar al ex cónyuge.
Solo que aquí la victoria estaba cantada.
Castro hizo que este permaneciera en la isla, y creciera sin el afecto y
cuidado de su madre. Caesar dixit.
Sin
duda, disfrutó de muchos privilegios y le faltó amor.
Tuvo poco contacto con su
padre en su niñez y adolescencia, según él mismo admitió en una entrevista.
Carencia
de afecto materno y paterno; ausencia de vida privada; encumbramiento y nula
experiencia de vida como ser humano; gustos, caprichos sin límites.
Es un
cuadro que puede llevar a la tristeza y a la infelicidad —algunos apelan al
alcohol o las drogas—, pero no explican completamente el suicidio.
A
Svetlana Iosifovna Alliluyeva (la hija de Stalin) le fue peor.
Después de abandonar
la URSS fustigó al comunismo y escribió libros contra su padre a quien calificó
de “monstruo”.
Svetlana se casó tres veces y murió de cáncer a los 85 años en
Estados Unidos.
De
hecho, solo estados depresivos muy fuertes terminan en el suicidio.
Puede que
el fracaso de la Planta de Juraguá impidiera su consagración como líder, y
luego su destitución le afectara mucho, pero de eso hace más de 20 años.
Algunos mencionan la aflicción la muerte de Castro; pero se sabe que nunca
fueron tan cercanos.
¿Acaso
frustración por contemplar el país en ruinas? No parece.
Fidelito disfrutó de
muchos viajes al extranjero y degustó todas las prebendas y ventajas del poder
y el linaje.
Apenas en el 2015 se le vio feliz al fotografiarse en La Habana
con la celebridad Paris Hilton y la modelo Naomi Campbell durante la Feria
Internacional del Habano que frecuentaba.
No, no creo que le afectaran la falta
de viviendas, la destrucción del patrimonio nacional, la violación de derechos
y la carencia de alimentos.
A
diferencia de tantas familias separadas, Fidelito tuvo el privilegio de visitar
a su madre en Madrid cuando le parecía bien.
Lo hizo siempre con pasaporte
diplomático y con dinero de bolsillo abundante (¡no faltaba más!).
A él no se
le repudiaba por “mantener relaciones con familiares en el extranjero”.
El
Príncipe estaba exento de toda sospecha.
Durante
su vida, buscó la aprobación social “disfrazándose” de Fidel Castro: misma
barba, mismo andar de pasos largos y la misma explosión de ira cuando algo no salía
como deseaba, según recuerdan sus subordinados cuando era secretario ejecutivo
de la Comisión de Energía Atómica.
Y hasta copiaba las frases del caudillo,
como aquella de José Martí, tan repetida, de “toda la gloria del mundo cabe en
un grano de maíz”.
Y
ahora, cuando su tío ha prometido dejar el poder, ¿pretendía sustituirlo y se
sintió descartado? Nunca se sabrá.
Lo cierto es que su funeral no estaba
previsto.
La noticia
El
portal oficial Cubadebate informó de que Fidel Ángel Castro Díaz-Balart, había
estado recibiendo atención de “un grupo de médicos desde hace varios meses con
motivo de un estado depresivo profundo”.
Se suicidó en la mañana del primero de
febrero.
Al
momento de su fallecimiento se encontraba bajo atención médica de tipo
ambulatoria.
El comunicado oficial no indica las circunstancias de la muerte.
El sitio Martínoticias.com menciona, sin citar fuentes, el intento de
dispararse un tiro hace tres meses y que esta vez decidió lanzarse desde un
piso de la Clínica de Seguridad Personal, en el reparto Kohly.
Castro
Díaz-Balart fue el primogénito de Fidel Castro, resultado de su unión con Mirta
Díaz-Balart, con quien se casó en 1948 y de quien se separó en 1955.
Después de
1959, Mirta fijó su residencia en España con su nuevo esposo, el abogado Emilio
Núñez Blanco.
Es
sobrino de Rafael Díaz Balart, quien fue subsecretario de Gobernación durante
el gobierno de Fulgencio Batista (1952-1959) y un furibundo crítico de Castro
desde antes de 1959 y del régimen castrista, después.
Fidelito es primo hermano
de los hermanos Díaz-Balart, Rafael, Lincoln, Mario y José, muy conocidos
dentro del exilio cubano.
Con
68 años, se desempeñaba como asesor científico del Consejo de Estado y
vicepresidente de la Academia de Ciencias de Cuba.
Se graduó en el Instituto
Superior de Ciencia y Tecnología Nucleares de la ex Unión Soviética y fue
secretario ejecutivo de la Comisión de Energía Atómica de Cuba.
A él
correspondió desarrollar la Planta Nuclear de Juraguá, proyecto malogrado y que
fue objeto de fuertes críticas por enormes fallas en su construcción.
En 1992
fue destituido por su padre debido a lo que el gobernante catalogó de
"ineficiencia en el desempeño de sus funciones".
Se
le atribuyen una decena de libros y numerosos artículos sobre temas de ciencia
y educación y representó al país en misiones científicas y educativas.
Así, a
fines de 2017 la prensa cubana reportó su viaje a Japón para participar en un
foro de innovación, entre otros asuntos.
Castro
Díaz-Balart deja tres hijos —Fidel Antonio, Mirta María y José Raúl—, de su
primer matrimonio con la rusa Natasha Smirnova.
En la actualidad estaba casado
con María Victoria Barreiro, con quien no tuvo hijos.
(Datos tomados de varias
agencias de prensa, diarios y publicaciones on line)
Fuente
“DIARIO LAS AMÉRICAS”, Miami, 02.02.2018
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