QUE SE ENCONTRÓ Y…
PUNTO DE PARTIDA
Frigerio: “Es
mentira que dejaron un país desendeudado”
El
ministro del Interior se refrió durante un reportaje con Jorge Fontevecchia a
la "pesada herencia" del kirchnerismo.
10.10.2017
Jorge Fontevecchia
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, se refirió durante una entrevista con Jorge Fontevecchia a cómo estaba la Argentina cuando asumió el Gobierno de Cambiemos. Foto:Cedoc
— Ustedes asumen
con una expectativa de que en el 2016 el producto bruto creciese 1% y 2017
creciese 4%. Finalmente, en el 2016 cayó el producto bruto entre 2 y 3% y en el
2017 va a crecer 3 y no 4 y cuando uno hace de punta a punta, te encontrás con
una diferencia de 5% de resultado en el producto bruto 2016, 2017. ¿Eso es
porque esperaban una realidad distinta? ¿Se encontraron con algo pero?
— Yo creo que...
— ¿Qué pasó?
— Sí, nos encontramos con algo peor, claramente. Nos encontramos
con algo peor y siempre, durante esos primeros meses, convivimos con la opción
de blanquear con mayor precisión lo que encontramos o intentar ponerle foco a
la recuperación de la confianza y creíamos en algún punto que podían ser
opciones antagónicas.
El presidente recién en su discurso de apertura de
sesiones en marzo del 2016 hizo un resumen de lo que habíamos encontrado en el
país, pero creo que nunca lo planteamos con la crudeza del caso.
Me parece que,
por lo menos lo que yo veo en lo que me toca a mí como responsable del
Ministerio del Interior de Obras Públicas y Vivienda, lo que encontré fue un
Estado desmantelado, con altos niveles de corrupción, con obras paradas durante
muchísimos meses, y nos costó, mucho más de lo que creíamos volver a andar, a
hacer andar esa rueda de la obra pública, que es lo que se ve hoy.
Hoy la obra
pública explotó por todo el país y en todos los pueblos de la Argentina uno
encuentra una obra pública financiada por el gobierno nacional, pero los
primeros tiempos no fueron fáciles, fueron más difíciles de lo que pensábamos,
porque además teníamos la responsabilidad no solo de poner en marcha las obras
de infraestructura, en línea con el compromiso del presidente de llevar
adelante el plan de infraestructura más ambicioso de la historia, sino que
además teníamos, como nos pidió el presidente, la necesidad de dejar atrás para
siempre esa asociación que había entre obra pública y corrupción entre la
gente.
Y eso nos obligó a cambiar toda la forma de licitación, contratación,
control de las obras públicas.
— El hecho de que
el Ministro del Interior tenga obras públicas, ¿qué significa?
— Una visión federal, una visión federal porque yo tengo bajo mi
responsabilidad las obras públicas locales, no las obras públicas que impactan
en más de una provincia, no tengo las obras de transporte, por ejemplo, ni las
de energía, pero sí tengo todas las obras públicas que se hacen...
— En cada una.
— En cada una de las provincias o municipio y me parece que es
una apuesta interesante del presidente, porque este doble traje que me tengo
que poner o doble sombrero del ministro político del interior y ministro de
obras públicas, creo que facilita mi trabajo.
— Cuando escuchás
hablar del voto cloaca, ¿qué pensás? Es decir, qué realmente fue un acierto
juntar los dos elementos porque lo que permite al mismo tiempo es juntar
gobernabilidad.
— Sí, en realidad es discutible eso, porque tenemos varios
informes que ponen en duda la eficacia de la...
— De la obra
pública como generador de votos, de la cloaca.
— No, o de hablar mucho de las cloacas, pero la verdad...
— No, pero digo,
las cloacas como el significante de la obra pública.
— Sí, no...
— Uno podría
decir el voto Metrobus, el voto puente, el voto asfalto.
— Está claro que la gente valora lo que estamos haciendo, en
términos de cumplir con nuestros compromisos, cuando decimos que va a arrancar
una obra, la obra arranca.
Cuando decimos que va a terminar en determinada
fecha, eso se cumple y cuando decimos que va a costar determinados recursos, no
se gasta un peso más.
De hecho, prácticamente todas las licitaciones terminaron
adjudicándose por un valor menor que el del presupuesto porque incrementamos
muchísimo la competencia, la concurrencia de las empresas de obras públicas del
país.
Y obviamente hay una vinculación o una correlación entre el nivel de
satisfacción de la gente y el trabajo que venimos haciendo.
Pero también
tengamos en cuenta que estas obras que hacemos, sobre todo las que son muy
territoriales, es difícil que se las apropie un solo gobierno, o un nivel de
gobierno.
En general los gobiernos municipales o los gobiernos provinciales,
intentan apropiarse de las obras públicas que llevamos adelante desde el
gobierno nacional, lo que produce mucha irritación muchas veces en nuestros
militantes del territorio, pero a los cuáles les decimos permanentemente que
esa pelea por la apropiación de la obra pública no conduce a nada, que la gente
no ve en eso un valor que después puede traducirlo en apoyos políticos o
electorales, lo importante es hacer la obra, es cambiar esa vinculación entre
obra pública y corrupción, es lograr soluciones concretas para los vecinos y la
gente sabe que evidentemente desde hace 20 meses la Argentina cambió en este...
en muchos aspectos, pero en el aspecto de la obra pública, quizás como en
ningún otro.
— Vos mencionabas
de que se encontraron con una realidad peor de la esperada, mencionabas la
corrupción, obras públicas paradas. ¿No era obvio eso, digo, leyendo los
diarios en el 2015 cuál era la realidad que se iba a encontrar quien fuera
gobierno?
— La verdad que uno lo podía suponer, pero no teníamos... no
pudimos constatarlo, porque tampoco tuvimos una transición normal de un
gobierno al otro.
Yo creo que estuvimos dos semanas entre... o pocos días más,
entre la segunda vuelta y la asunción, en la cual no tuvimos ningún tipo de
colaboración por parte del gobierno saliente, así que la verdad que entramos
prácticamente a ciegas al gobierno, preparados, sí, porque durante dos años por
lo menos en las oficinas de la fundación Pensar se trabajó mucho en un plan de
gobierno, pero bueno, siempre ese plan, en un país que había destruido todas
las estadísticas públicas y que no...
Y que era cualquier cosa menos
transparente en la información de los actos del gobierno, terminaba siendo una
aproximación a la realidad.
Bueno, eso también complicó los primeros meses de
gobierno, también la inexperiencia de la mayoría de los funcionarios, algo que
también era lógico porque veníamos de 12 años de kirchnerismo y de gobiernos
que habían fracasado en las últimas décadas en sus políticas públicas, también
hizo que los primeros meses fueron más difíciles de lo que creíamos.
— ¿Qué le dirías
a quien desde el kirchnerismo dice: "¿qué pesada herencia si les dejamos
un país desendeudado?"? Es decir, qué más leve puede ser la situación de
traspaso de entregarle a alguien un país, el menos endeudado del planeta, ¿qué
le dirías?
— Que es una mentira, que no puede haber un país desendeudado
cuando nosotros heredamos un país con unos de los niveles de déficit fiscal más
altos de la historia, esa diferencia entre los ingresos del Estado y lo que el
Estado finalmente termina gastando, alguien la tiene que pagar.
Bueno, en este
caso no teníamos endeudamiento externo, porque el país dejó de ser sujeto de
crédito para el mundo precisamente porque había perdido la confianza, pero
endeudamos al Banco Central a niveles récord de la historia y eso tenía una
clara consecuencia en haber convivido durante diez años con uno de los niveles
de inflación más altos del mundo.
En pocas palabras, no nos endeudamos más
porque nadie nos prestaba y no nos endeudábamos con el exterior, y en
consecuencia nos terminamos endeudando internamente con el Banco Central, con
el ANSES y con el Banco Nación, con cualquier dependencia del Estado a la cual
le podían sacar algún peso.
— Bien, pero el
total de deuda generada interna podríamos decir, en el caso de Brasil por
ejemplo que no tiene deuda externa y tiene interna...
— Pero acá estamos hablando de una deuda casi intra sector
público.
— A ver,
explicame un poquito mejor para los legos en economía.
— Bueno, es fácil viéndolo desde este punto de vista.
El
gobierno kirchnerista, cuando agotó los años de tipo de cambio competitivo, en
el cual también se iba licuando el déficit fiscal, empezó a tener déficit todos
los años y ese déficit se iba financiando con la emisión monetaria, porque con
algo se tiene que financiar.
Un país que tiene déficit fiscal o se endeuda o
emite, le da la maquinita de hacer pesos al Banco Central para pagar esa
diferencia.
Cualquiera de las dos formas de financiar el déficit tiene su
riesgo y por eso es tan importante el camino que estamos llevando adelante
nosotros de ir gradualmente hacia el equilibrio de las cuentas públicas,
financiándonos con la confianza que hemos podido generar en los mercados.
Por
supuesto que emitir para financiar el déficit tiene el riesgo o la consecuencia
de que eso termina en inflación, como ocurrió en la Argentina, pero no hay
posibilidad alguna de tener déficit fiscal, es decir, que un Estado gaste más
de lo que se recauda sin que eso tenga una consecuencia negativa.
— Pero a ver,
pará, a ver si eso lo podemos poner en forma clara.
— Insisto y no es... y no está para nada claro que la deuda sea
un peor remedio que la emisión monetaria para cubrir esa diferencia entre lo
que ingresa en un Estado y lo que el Estado gasta.
— Dejame ponerlo
en estos términos, el kirchnerismo asume en el 2003 con una inflación de
alrededor del 6% y la entrega con no sé 24, 28...
— Sí, pero no es... Pero lo peor es que es una inflación
acumulada de, insisto, de casi diez años en los niveles más altos del
mundo.
— Bueno, entonces
vos podrías decir que agregarle 20% de inflación a un país, puede ser igual de
grave que agregarle 200 mil millones de dólares de deuda externa.
— Sí.
— Estoy tratando
de ponerlo en términos que sean fácilmente comprensibles.
— Por supuesto, insisto que las dos cosas son riesgosas, porque
en una terminás en un proceso inflacionario descontrolado e impactás
negativamente sobre todo en los sectores más vulnerables de la sociedad.
Por
supuesto también lo que implica la alta inflación para las decisiones de
inversión de un país, y en el otro lado también podés terminar sin crédito,
porque ese crédito se agota, se agota la confianza y también termina siendo una
situación explosiva.
Precisamente eso fue lo que evitamos nosotros cuando
asumimos, que la argentina terminara como terminó tantas veces el agotamiento
del modelo populista en una situación explosiva, en una gran crisis.
Precisamente por restaurar la confianza y por lograr que esa confianza se
transformara en crédito, en un crédito que nos permite hoy en día financiar
este camino gradual hacia el equilibrio de las cuentas públicas que es
indispensable para sostener el crecimiento y para sostener este camino que
hemos emprendido y por eso el presidente tiene este compromiso con todos los
años tratar de que ese desequilibrio, ese déficit fiscal se vaya
reduciendo.
— Con un
crecimiento del 3% como es el que está previsto, ¿cuántos años son necesarios
para reducir el déficit fiscal a un porcentaje que sea razonable y que no
genere la necesidad de emitir, o sea de que haya impuesto inflacionario?
— Nosotros ya fijamos metas muy concretas.
Este año tenemos que
tener un déficit de 4.2% del producto o menos, yo creo que vamos a terminar
abajo de eso.
El año que viene tenemos que tener un ahorro por lo menos de un
punto del producto y terminar en un déficit de 3.2%.
Y así sucesivamente,
tenemos que ir tratando de que año a año por lo menos bajemos un punto del
producto en términos de nuestro déficit hasta llegar al equilibrio.
Si logramos
sostener esta política en el tiempo...
— ¿Podríamos
decir tres, cuatro años?
— A mediados del próximo gobierno...
— Período
presidencial.
— Período presidencial, deberíamos ya estar en equilibrio de
nuestras cuentas públicas.
— ¿Y qué pasaría
si en estos tres, cuatro años, hay alguna situación internacional que hace que
se cierre el crédito? Independientemente de que seamos creíbles, como otras
veces ha sucedido. Pongo el ejemplo de Corea, pero bueno, el mundo está lleno
de vicisitudes que hoy no podemos imaginar.
— Sí, nosotros nos podemos manejar con variables endógenas a
nuestro modelo y, es más, si no ocurriera nada excepcional, nuestros análisis
de lo que está ocurriendo en el mundo nos hacen tener confianza de que esta
financiación de nuestro déficit o este acompañamiento, este camino gradual
hacia el equilibrio fiscal que estamos emprendiendo, lo vamos a seguir
sosteniendo.
Si esto no ocurriera, bueno, tendremos que ver qué hacemos, si
tenemos que acelerar ese camino o encontrar alguna otra salida.
— ¿Cómo se
lograría el año próximo bajar un punto el déficit de...?
— Bueno, un requisito fundamental es crecer, ¿no?
— Por eso
preguntaba, porque hay gente que... hay economistas que te dicen que creciendo
al 3% no alcanza.
— Yo creo que vamos a crecer más que un 3% el año que viene,
estoy convencido de que ya vamos a terminar con un arrastre de lo que...
— De fines de
este año.
— De fines de este año, que vamos a estar creciendo con más
fuerza que a comienzos de año y que eso nos va a dejar posicionados para
esperar un crecimiento más cerca del 4% que del 3 y por supuesto, cuando uno
crece, todo se facilita. Y tenemos que ser muy cuidadosos con...
— Perdón,
podríamos explicarle al lector no interesado en economía que el déficit
financiado con inflación no solamente tiene el costo de endeudamiento dentro de
distintos organismos del Estado, sino también que frena el crecimiento.
— Por supuesto.
— Ese es el mayor
costo.
— Primero que es el peor impuesto para los sectores más
vulnerables de la sociedad y segundo que es claramente una restricción, una
traba para el proceso de inversión.
Por eso lo que estamos haciendo nosotros es
lo que hay que hacer, es ser muy consistentes y prolijos en el manejo de los
recursos públicos, es entender que tenemos que cumplir con este camino hacia el
equilibrio de las cuentas públicas con el que nos comprometimos frente a los
que hoy nos están financiando.
— Pero
esencialmente la clave es crecer, porque digamos, si no se crece...
— Y que ese cumplimiento de nuestros compromisos, tiene como
consecuencia también, la posibilidad de acceder a más inversiones y a más
crecimiento del nivel de actividad, que es lo que estamos viendo que está
ocurriendo.
Por supuesto que no es un proceso fácil, primero también porque
todavía tenemos una inflación residual, una inflación que no es fácil bajar,
que este año va a ser la mitad alrededor de lo que fue el año pasado, que el
año que viene va a ser aún más baja y que vamos a llegar a tener una inflación
de un dígito como se comprometió el presidente, en línea con lo que pasa con
otros países de la región al final de su mandato.
Pero en eso también tenemos
que ser muy consecuentes, en entender que para cumplir con nuestro programa
fiscal, necesitamos cumplir con nuestro programa monetario y viceversa.
Para
cumplir con nuestro programa monetario necesitamos ser muy responsables y
consecuentes en el manejo de nuestra política fiscal.
Leé la entrevista
completa de Jorge Fontevecchia acá
Fuente
“PERFIL.com”, 10.102017
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