CARLOS ALBERTO ZANNINI
28 noviembre, 2018
La corrupción de Zannini
El nuevo editorial de Alfredo Leuco para “Le doy
mi Palabra”.
La Oficina Anticorrupción que encabeza Laura Alonso
denunció a Carlos Zannini por enriquecimiento ilícito.
El juez Sergio Torres
dispone ahora de una serie de pruebas que son demoledoras.
Hay un señor de Villa María, ciudad pegadita a Villa Nueva donde nació “el
Chino”, que hizo una fortuna en pocos años.
Se llama Daniel Souto y las
denuncias de los vecinos y las pruebas que certificó la policía, confirman que
es un testaferro de Zannini.
Este muchacho Souto era un gomero y aportaba como
trabajador autónomo.
Hoy es millonario.
Tiene 9 mil hectáreas de un campo
llamado “Anta Muerta”, en Orán e Iruya en Salta.
Pero como si esto fuera poco, le fue tan bien
a Souto que es presidente de 5 empresas, dos de las cuales tienen domicilio en
sitios baldíos y tiene un complejo de cabañas y 8 autos de alta gama que compró
siempre al contado.
Zannini hoy es director del Banco de Santa
Cruz en representación del estado y sigue siendo la mano izquierda de Cristina.
Ahora está libre, tal vez por poco tiempo, pero cuando estuvo preso, en una
entrevista en la cárcel de Ezeiza, dijo algunas barbaridades que no se pueden
dejar pasar.
La más grave es que aseguró que “era más legal
mi detención en la dictadura que en este momento”.
Semejante nivel de
irresponsabilidad y mentira lo planteó Zannini ante el periodista Jonatan
Viale.
Las diferencias entre el terrorismo de estado
de Videla y su banda criminal y el gobierno democrático de Mauricio Macri son
abismales y obvias.
Pero para aquellos desmemoriados o malversadores de la
historia como Zannini conviene recordar algunas cuestiones.
Durante el genocidio del 76, los militares
fascistas secuestraron, torturaron, asesinaron e hicieron desaparecer en los
campos de concentración a miles de argentinos civiles y se quedaron con muchos
de sus hijos a los que consideraron botín de guerra.
No funcionaba ninguno de
los poderes republicanos.
Los periodistas eran chupados como moscas si
se atrevían a denunciar semejantes violaciones a los derechos humanos.
La
actividad política y los partidos fueron prohibidos.
Ningún preso podía darle
una entrevista a la televisión como hizo Zannini.
Hoy funcionan con independencia absoluta el
Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pilares de la democracia donde el
partido político en el que milita Zannini tiene funcionarios en todos los
niveles.
En el Congreso de la Nación, donde el gobierno constitucional de Macri
no tiene mayorías se debate todo, todo el tiempo.
Hay cientos de marchas de protestas de todo
tipo y la prensa publica lo que se le antoja, como por ejemplo una entrevista a
Carlos Zannini.
El “Chino” tiene los mejores y más caros abogados y su familia
lo pudo visitar como a cualquier preso.
Hay jueces y fiscales que actúan y que
si se exceden o equivocan hay instancias superiores que pueden cambiar sus
decisiones.
De hecho, Zannini, salió en libertad.
Zannini sabe que nada de esto ocurría en la
dictadura.
Que es una locura comparar ambos sistemas.
Qué es vaciar de
contenido el horror de los crímenes de lesa humanidad al compararlos con
detenciones por prisión preventiva que, reconozco, son polémicas y opinables,
pero las decisiones de gobierno, equivocadas o no, las toman los votos y no las
botas.
Zannini, más que muchos otros, porque vivió la
barbarie dictatorial en carne propia, debería saber que no hubo en la Argentina
nada más ilegal y feroz que la dictadura de Videla.
Otra salvajada que Zannini dice es que Lázaro,
Cristóbal, José López, sus viejos compañeros de gabinete y también de calabozo
“están injustamente detenidos”.
Otra vez: se puede conceder la discusión sobre
lo conveniente o no de las prisiones preventivas tan largas.
Pero que se trata de delincuentes que
saquearon a todos los argentinos de la mano de Cristina, a esta altura, es
indiscutible.
Es un dato de la realidad.
Pruebas e indicios sobran respecto de
las coimas y los sobreprecios en la obra pública y todo tipo de negociados
sucios y corruptos.
Zannini fue uno de los ideólogos de sumar a
nuestro país al chavismo y la presunta revolución bolivariana que hoy sembró de
muertos y miseria Venezuela.
Y finalmente, disparó un disparate mayúsculo,
una superstición grosera al decir que la grave enfermedad que padece Héctor
Timerman es producto del ensañamiento que la comunidad judía tuvo con él,
cuando eso, es imposible de probar.
El origen de un cáncer no lo sabe ni Dios.
Mucho menos Zannini que no cree en Dios.
El tema se podría plantear al revés:
fue Timerman el que traicionó a su comunidad con el solo objetivo de ser
obsecuente y verticalista y agradar a Cristina.
Grigori Rasputín fue el ministro confidente de
la zarina Alejandra, esposa del rey Nicolás II de la dinastía de los Romanov.
Carlos Zannini fue el funcionario confidente de la zarina Cristina, viuda del
rey Néstor de la dinastía de los Kirchner.
No es exactamente el mismo concepto, pero en
política, a los que actúan manejando todo desde las sombras se los asocia al
concepto de Rasputín o de Monje Negro.
El Monje Negro de los Kirchner, el
todopoderoso casi intocable, hoy está acusado de enriquecimiento ilícito y ese
es un acontecimiento histórico que muy pocos imaginaban.
Es que era el comisario político.
El alter ego
de Ella.
Zannini tuvo que sufrir diversos escraches humillantes que de ninguna
manera celebramos.
Pero le fue difícil caminar por la calle en Río Gallegos, ir
al supermercado, tomar un café o un avión.
El escrache es repudiable.
La
condena social, comprensible.
Una broma que circuló hace un par de años
habla de la mimetización de Zannini con el matrimonio Kirchner.
Se preguntaba
en caso de un divorcio entre Néstor y Cristina quien se quedaría con Zannini.
Para ordenar verticalismo al justicialismo, el Chino, inventó esa frase
humillante y castrense y castrista que dice “A la presidenta no se le habla, se
la escucha”.
Zannini es el autor intelectual y ejecutor de
todos los avances autoritarios e intentos hegemónicos del cristinismo.
Es el
que diseñó el ataque a la justicia y al periodismo.
El que quiso forjar un país
con discurso único.
Zannini es un duro dogmático que se formó como
marxista leninista maoísta y admirador de Albania, no de China.
Fue un cuadro
de Vanguardia Comunista que apoyó al clasismo combativo en el sindicalismo
cordobés.
Estuvo preso cuatro años y en la cárcel
conoció a Gerardo Ferreyra, uno de los dueños de Electroingeniería, que en esa
época militaba en la guerrilla del Ejército Revolucionario del Pueblo y hoy
está preso por ladrón.
Carlos Alberto Zannini es un símbolo del
dogmatismo extremo e infantil de estos años.
Es un comandante de la tropa
kirchnerista pero también, un soldado de Cristina.
Cambia todo cambia.
El
poderoso se quedó sin poder.
El monje negro tuvo que dejar de lado la
soberbia y salir de las sombras.
Carlos Zannini está en su peor momento.
El
fantasma de lo que fue lo persigue.
Se le apareció con escraches en un
supermercado, en la cancha y en un avión.
Y ahora la justicia podría volver a colocarlo
nuevamente en una celda en poco tiempo.
De Rasputín a preso.
Frase sabia de un
político italiano: el poder desgasta, pero desgasta más al que no lo tiene.
Y
Zannini lo sabe…
Fuente
“Radio Mitre”,
28.11.2018
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