SOBRE
EL SINDROME DE HUBRIS
Introducción
El término ‘hubris’ o ‘hybris’ (ὕβρις, hýbris) es un
concepto griego que significa ‘desmesura’.
Es lo opuesto a la sobriedad,
a la moderación.
Alude al ego desmedido, a la sensación de
omnipotencia, al deseo de transgredir los límites que los dioses
inmortales impusieron al hombre frágil y mortal.
En la mitología griega
se aplicaba a los que víctimas de su propia soberbia, se creían y
actuaban como dioses.
Es, en definitiva, un intento de romper el
equilibrio entre los dioses, la naturaleza y el hombre.
Y lleva
implícito el desprecio hacia el espacio de los demás, lo que los lleva a
realizar actos crueles y gratuitos contra ellos.
Es un concepto muy relacionado con el de las Moiras, los tres seres
mitológicos que enhebraban, medían y cortaban el hilo de la vida.
El
enfermo de ‘hubris’ se cree con derecho a más hilo del que le fue
asignado y se rebela contra su propio destino.
En la actualidad, se
utiliza como sinónimo de soberbia, arrogancia o prepotencia.
Némesis en la mitología griega era la diosa de la justicia, del
equilibrio y de la mesura.
Castigaba los actos de soberbia y devolvía al
enfermo de ‘hubris’ a los límites que había cruzado restaurando el
equilibrio de la naturaleza.
El sol derritió la cera de las alas de
Ícaro que, por querer volar demasiado alto (‘hubris’), cayó al mar y
desapareció para siempre.
El Señor que confunde los idiomas de la
tierra es la Némesis del pueblo orgulloso que pretende construir una
torre que llegue hasta el cielo (Génesis 11: 1-9).
Psicopatología del poder
El concepto de poder en las relaciones humanas es análogo al concepto de energía en el mundo de la física [1].
Según Bertrand Russell,
es el elemento más importante, la meta última del ser humano y, junto
con la gloria, uno de los principales deseos infinitos del hombre [1].
Ya en 1987 McClelland identificó el poder como una de las tres necesidades básicas del ser humano [2].
Se ha escrito mucho sobre los cambios (psicológicos y bioquímicos) que el poder produce en las personas que lo ostentan [1-6].
La historia del ser humano es la historia del orgullo desmedido de los
poderosos: los generales romanos victoriosos recibían a su entrada en
Roma el regalo de una corona de laurel y un esclavo (servus publicus) que, ante los vítores del pueblo, les susurraba unos pasos más atrás: ‘memento mori’ (‘recuerda que eres mortal’).
En la coronación de los papas la alocución ‘sic transit gloria mundi’ les recordaba lo efímero de su reinado en la tierra.
En 2008, el neurólogo, miembro de la cámara de los lores y excanciller británico David Owen publicó un libro [3]
en el que, atraído por el comportamiento y el perfil psicológico de
ciertos políticos (parlamentarios, dictadores…), acuña el término
‘síndrome de hubris’ (SH) para describir a los mandatarios que creen
estar llamados a realizar grandes obras; muestran tendencia a la
grandiosidad y la omnipotencia y son incapaces de escuchar, mostrándose
impermeables a las críticas.
Owen analiza el comportamiento de políticos
como Roosevelt, Ariel Sharon, el sha de Irán, Bush, Blair, etc., y
dedica un capítulo a las medidas de protección democrática contra los
gobernantes con SH.
Para Owen, el SH está indisolublemente unido al
poder y alimentado por el éxito.
Lo describe como un trastorno adquirido
y reversible (puede remitir al desaparecer el poder).
En 2009, el propio David Owen y el psiquiatra Jonathan Davidson [4] proponen que el SH sea contemplado como un nuevo trastorno psiquiátrico, un cluster de síntomas que conforman un síndrome fácilmente reconocible.
Recogen
los 14 síntomas que lo caracterizan (Tabla), de los cuales cinco son
específicos (únicos) del SH.
Los demás son similares a los recogidos por
el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
(DSM) sugestivos de otros trastornos de la personalidad: antisocial
(criterio 11), histriónico (criterio 14) y, sobre todo, narcisista
(criterios 1-4 y 7-9).
Para llegar al diagnóstico de SH se necesita la
presencia de al menos tres de los 14 criterios y al menos uno de los
únicos.
Establecen como criterio de exclusión que no debe coexistir
ninguna otra enfermedad orgánica o psiquiátrica que justifique la
existencia de dichos síntomas.
Tabla. Síntomas del síndrome de ‘hubris’ en líderes políticos [4].
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1. Propensión narcisista a ver el mundo como un escenario donde ejercitar el poder y buscar la gloria
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2. Tendencia a realizar acciones para autoglorificarse y ensalzar y mejorar su propia imagen
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3. Preocupación desmedida por la imagen y la presentación
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4. Modo mesiánico de hablar sobre asuntos corrientes y tendencia a la exaltación
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5. Identificación con la nación, el estado y la organización
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6. Tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona y usar la forma regia de nosotros
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7. Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio por el de los demás
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8. Autoconfianza exagerada, tendencia a la omnipotencia
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9. Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas
o a la sociedad, sino ante cortes más elevadas: la historia o Dios
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10. Creencia firme de que dicha corte les absolverá
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11. Pérdida de contacto con la realidad: aislamiento progresivo
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12. Inquietud, imprudencia, impulsividad
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13. Convencimiento de la rectitud moral de sus propuestas ignorando los costes
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14. Incompetencia ‘hubrística’ por excesiva autoconfianza y falta de atención a los detalles |
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Excelente artículo!
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