Además de saber que esté medio lleno o medio vacío, hay que conocer que contiene. Sócrates
9 ene 2020
QASEM SOLEIMANI… GENERAL IRANI… UNA SEMBLANZA
QASEM SOLEIMANI…
GENERAL IRANI…
UNA SEMBLANZA
Qasem Soleimani, maestro de
la intriga de Irán, creó un eje chiita de poder en Medio Oriente
¿Quién
era el general iraní asesinado el 3 de enero? Como figura clave en los
esfuerzos expansionistas de su país, su muerte podría instaurar un nuevo capítulo
de tensiones geopolíticas en la región.
Él moldeó la guerra civil siria y fortaleció el control de
Irán sobre Irak; estuvo detrás de cientos de muertes de estadounidenses en Irak
y olas de ataques de paramilitares contra Israel.
Y durante dos décadas, cada
uno de sus movimientos encendió las redes de comunicaciones —y alimentó las
obsesiones— de operativos de inteligencia en todo Medio Oriente.
El viernes 3 de enero de 2020, el mayor general Qasem Soleimani, el poderoso y esquivo maestro del espionaje de 62
años que encabezaba la maquinaria de seguridad iraní, fue asesinado cerca del
aeropuerto de Bagdad mediante un ataque estadounidense con un dron.
Así como sus logros moldearon la creación de un eje chiita
de influencia a lo largo de Medio Oriente, con Irán al centro, es probable que
ahora su muerte sea clave para la instauración de un nuevo capítulo de
tensiones geopolíticas en la región.
Soleimani
se encontraba en la vanguardia de la generación revolucionaria de Irán, se unió
a la Guardia Revolucionaria Islámica poco después de cumplir 20 años, luego de
la revuelta de 1979 que consagró a la teocracia chiita del país.
Ascendió rápidamente durante la brutal guerra entre Irán e
Irak de la década de los ochenta.
Y desde 1998 dirigió a la influyente Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, la división de operaciones
exteriores del aparato de seguridad iraní que unía la labor de inteligencia con
la estrategia militar de propiciar las fuerzas paramilitares de todo el mundo.
En Occidente era visto como una fuerza clandestina detrás
de una campaña iraní de terrorismo internacional.
Junto con otros funcionarios
iraníes, fue catalogado como terrorista, por Estados Unidos e
Israel en 2011, acusado de conspirar para asesinar en Washington al embajador
de Arabia Saudita, uno de los principales enemigos de Irán en la región.
Sin embargo, en Irán muchos lo veían como un héroe, en
especial dentro de los círculos de seguridad.
Las anécdotas sobre su ascenso y
su carisma reservado se combinaron para crear la imagen de un guerrero-filósofo
que se convirtió en el pilar de la defensa de un país contra varios enemigos.
El
general era cercano al líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, quien el
viernes 3 de enero emitió una declaración en la cual decretó tres días de luto
nacional y “venganza obligada”, que equivale a una amenaza de represalias
contra Estados Unidos.
“Su partida con Dios no pone fin a su camino ni a su
misión”, manifestó el ayatolá.
Los primeros años del mandato de Soleimani a finales de los
noventa estuvieron dedicados a dirigir los esfuerzos del grupo paramilitar
Hezbolá contra la ocupación militar israelí al sur del Líbano.
Soleimani y el
comandante militar de Hezbolá, Imad Mugniyah, impulsaron una sofisticada
campaña de guerra de guerrillas, que combinaba emboscadas, bombas de carretera,
terroristas suicidas, asesinatos específicos de altos funcionarios y ataques a
los puestos de defensa israelíes.
Al final, el costo para Israel fue demasiado elevado y en
mayo de 2000 se retiró del Líbano, lo que significó una victoria importante
para Soleimani, su Fuerza Quds y Hezbolá.
La Primavera Árabe en Medio Oriente y el posterior combate contra el
Estado Islámico convirtieron a Soleimani de una figura oscura en un actor
principal en la geopolítica de la región, según Tamir Pardo, exdirector de la
Mossad, el servicio de inteligencia israelí.
“La vida profesional de Soleimani puede dividirse en dos
periodos. Hasta la Primavera Árabe, es comandante de una fuerza que tiene
ramificaciones en varias partes del mundo—activa principalmente en Siria,
Líbano e Irak—, pero que en esencia es una organización secreta de operaciones
cuyo principal propósito es el terrorismo”, explicó Pardo.
“A partir del impacto que tuvo en Medio Oriente el ascenso
del Estado Islámico, cambia el curso”, continuó Pardo.
“Se vuelve un actor
regional preponderante, que con un gran talento sabía cómo aprovechar la
infraestructura secreta que estableció durante tantos años para lograr
objetivos no cubiertos: combatir, ganar, establecer su presencia”.
En años recientes, el hombre cuyo rostro rara vez fue visto
se convirtió en la cara de las operaciones exteriores de Irán.
En Siria, supervisó una operación masiva para reforzar el
gobierno del presidente Bashar al Asad, cuyo propio ejército había sufrido
mermas por las deserciones generalizadas y el combate encarnecido contra los
rebeldes que buscaban derrocar el gobierno desde 2011.
Dado que hablaba árabe
pudo tranquilizar a los comandantes locales mientras los usaba para crear una
red de apoyo para Asad.
En el transcurso de varios años, los operativos iraníes
guiados por Soleimani reclutaron combatientes paramilitares de otros países
—principalmente de Irak, Afganistán y Paquistán— y los llevaba en avión a Siria
para que reforzaran las filas de Assad en batallas decisivas.
Muchos de esos combatientes de grupos paramilitares
recibieron capacitación en bases militares de Irán o en suelo sirio mediante
operativos del Hezbolá de Líbano, una organización que Soleimani había ayudado
a desarrollar a lo largo de los años.
Cuando las fuerzas iraníes y las respaldadas por ese país
se convirtieron en combatientes cruciales contra el Estado Islámico —después de
que el grupo se hizo con el control de casi una tercera parte de Irak en 2014—,
comenzaron a circular en las redes sociales fotografías de Soleimani con
uniforme militar en el campo de batalla.
La publicidad generó rumores de que
Soleimani estaba tratando de aumentar su fama debido a que tal vez pensaba
contender a la presidencia de Irán; él lo negó y dijo que siempre se había
visto solo como un soldado.
Ese conflicto, de 2014 a 2017, fue un extraño ejemplo de
Irán y Estados Unidos luchando, teóricamente, en el mismo bando.
En diversas
ocasiones, los estadounidenses atacaron objetivos del Estado Islámico desde el
aire mientras Soleimani dirigía una operación en tierra contra los grupos
paramilitares.
Los gobiernos estadounidenses anteriores se habían
resistido a atacar directamente a Soleimani, ya fuera debido a preocupaciones
operativas o por temor a que matarlo pudiera desestabilizar más la región y conducir a una guerra declarada entre Estados Unidos e Irán.
No obstante, al menos en una ocasión, funcionarios
israelíes abrieron la posibilidad de atacarlo con su estructura de comando.
Eso
sucedió en febrero de 2008, mientras operativos de inteligencia israelíes y
estadounidenses rastreaban a Mugniyah, el comandante de Hezbolá, con la
esperanza de matarlo, según altos funcionarios de inteligencia estadounidenses
e israelíes.
Los operativos observaron al comandante de Hezbolá hablando con
otro hombre, quien fue identificado rápidamente como Soleimani.
Emocionados ante la posibilidad de matar a dos archienemigos
al mismo tiempo, los israelíes llamaron a altos funcionarios de su gobierno,
pero el entonces primer ministro, Ehud Olmert, negó la solicitud, ya que les
había prometido a los estadounidenses que el único blanco de la operación sería
Mugniyah.
Tal vez más que ningún otro individuo, Soleimani fue la
contraparte de los planes estadounidenses en Irak, que al igual que Irán es un
país predominantemente chiita.
Después de que Estados Unidos invadió Irak en 2003, los
guerrilleros iraníes y sus aliados iraquíes combatieron una guerra clandestina
contra los soldados estadounidenses: lanzaban misiles a bases y atacaban
convoyes.
Los grupos paramilitares también ayudaron a avivar las tensiones
sectarias que llevaron a la guerra civil en Irak de 2006 y 2007 entre los
chiitas y los sunitas, lo cual hizo que el entonces presidente estadounidense,
George W. Bush, ordenara el aumento del número de soldados en la región.
Soleimani y otros líderes de su generación se formaron con
la guerra brutal entre Irán e Irak de los años ochenta, un conflicto tan
cruento —una guerra con trincheras y armas químicas— que algunos lo compararon
con la devastación de la Primera Guerra Mundial.
Casi un millón de personas
perdió la vida en ambos bandos y Soleimani pasó buena parte de esa guerra en el
frente.
Para él y sus compañeros soldados, la guerra fue algo que
no debía repetirse.
Asegurarse de que Irak estaba débil y era incapaz de
suponer una amenaza para Irán se convirtió en el principal objetivo de la
política de Irán hacia Irak después del derrocamiento de Sadam Husein, a quien
Estados Unidos apoyó durante su guerra con Irán en la década de 1980.
En los años posteriores a la invasión estadounidense de
Irak en 2003, Irán arremetió contra lo que consideraba una agresión
estadounidense en la región, ya que le preocupaba que Estados Unidos pudiera
interesarse en el cambio de régimen en Irán tras la partida de Sadam Husein.
Funcionarios estadounidenses han culpado a Irán de matar a
cientos de soldados estadounidenses durante la guerra, muchos con bombas de
carga hueca tan sofisticadas que podían penetrar vehículos blindados.
Mientras Estados Unidos buscaba negociar un acuerdo con
Irak que les permitiera a las fuerzas estadounidenses permanecer en el país
después de la fecha límite de 2011, fue Soleimani quien presionó sin tregua a
los funcionarios iraquíes para que se negaran a firmar, usando una combinación
de amenazas y promesas de más ayuda financiera y militar, según dijeron
funcionarios estadounidenses e iraquíes.
En 2014, bajo sus órdenes, los equipos de construcción
iraquíes comenzaron a hacer una carretera para suministros y paramilitares
iraníes, una pequeña pieza del que quizá fue el proyecto más importante del
general: establecer una ruta terrestre desde Teherán hasta el Mediterráneo —que
cruza Irak y Siria hasta Líbano—, desde donde Irán ha apoyado por mucho tiempo
a Hezbolá y que representa una amenaza importante para Israel.
Qasem Soleimani nació en 1957 en Rabor, al este de Irán, y
posteriormente vivió en la ciudad de Kerman.
Fue hijo de un campesino y a los
12 años comenzó a trabajar en la construcción.
Estudió hasta la preparatoria y
posteriormente trabajó en el departamento municipal de agua en Kerman, según un
perfil publicado por los medios estatales iraníes.
Cuando llegó la revolución, simpatizó con la causa y poco
después se unió a la Guardia Revolucionaria.
Se casó y tuvo hijos, aunque hay
historias contradictorias en las noticias iraníes sobre cuántos tuvo.
Al interior de Irán, era visto principalmente como alguien
que ejercía más influencia sobre la política exterior del país que el propio
ministro de Relaciones Exteriores, Mohamad Yavad Zarif.
Tras su muerte, Soleimani parece haber unido a los partidos
políticos rivales de Irán bajo una misma bandera.
Las políticas expansionistas
de Irán en Siria, Irak y Líbano han sido polémicas a nivel local entre iraníes
comunes y algunos políticos reformistas que veían que se desviaba dinero y
recursos de Irán para financiar las misiones de Soleimani.
Sin embargo, el viernes hubo solo alabanzas y dolor.
Funcionarios iraníes de todo el espectro político emitieron declaraciones para
expresar sus condolencias y condenaron a Estados Unidos.
“Fue tan grande que logró su sueño de ser convertido en
mártir por Estados Unidos”, escribió el político reformista y anterior
vicepresidente, Mohamad Ali Abtahi.
Soleimani recibió el más alto honor militar del país, la
Orden de Zulficar, creada en 1856 bajo la dinastía Kayar.
Se convirtió en el
único comandante del ejército en recibir esa distinción en la República
Islámica.
El
ayatolá Jamenei fue quien le puso la medalla a Soleimani en febrero del año
pasado y en comentarios que ahora parecen proféticos, dijo: “La República
Islámica lo necesita por muchos años más. Pero espero que al final, muera como
un mártir”.
Tim
Arango reportó desde Los Ángeles; Ronen Bergman desde Tel Aviv, Israel; y Ben
Hubbard desde Beirut. Nazila Fathi colaboró con información desde Washington y
Farnaz Fassihi desde Nueva York.
Tim
Arango es corresponsal en Los Ángeles. Antes de mudarse a California, pasó
siete años como jefe del buró de Bagdad y también reportó sobre Turquía. Se
unió al Times en 2007 como reportero de medios. @tarangoNYT
Ronen
Bergman es parte de la redacción de The New York Times Magazine y está radicado
en Tel Aviv. Su libro más reciente es Rise and Kill First: The Secret
History of Israel’s Targeted Assassinations.
Ben Hubbard
es el jefe del buró de Beirut. Ha pasado más de una década en el mundo árabe,
incluidos Siria, Irak, Líbano, Arabia Saudita, Egipto y Yemen. @NYTBen
Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.
La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.
Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.
El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.
Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.
De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.
A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).
¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.
¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?
¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!
El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.
Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio
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