“SOLIDARIDAD”
POPULISMO
Repartir lo ajeno no se
llama solidaridad, se llama populismo
El
político argentino, en general, piensa más en aumentar la presión tributaria
que en preocuparse por la eficiencia del gasto público
El Gobierno ha decidido aplicar mayor carga tributaria sobre
los sectores que trabajan en blanco y tienen propiedades con el argumento de
que ahora se aplicará la solidaridad en vez de la meritocracia.
En
otras palabras, se intenta imponer un discurso en el cual el que protesta por
la mayor carga tributaria pasaría a ser alguien que no tiene solidaridad.
Por empezar, la solidaridad es un acto voluntario.
Alguien
hace solidaridad con el fruto de su trabajo, con su tiempo, es decir con algo
que le pertenece para ayudar a otro.
Ahora, hacer solidaridad con el dinero de
otros, lejos está de ser un acto de desprendimiento voluntario.
Alguien hace solidaridad con el fruto de su trabajo, con su tiempo,
es decir con algo que le pertenece para ayudar a otro. Ahora, hacer
solidaridad con el dinero de otros, lejos está de ser un acto de
desprendimiento voluntario
La dirigencia política trata de hacernos creer que ellos
tienen el monopolio de la solidaridad y el resto de los habitantes somos
personas con malos sentimientos que solo podemos ser solidarios por
la fuerza.
Es decir, el Estado cobrándonos más impuestos para repartir entre
quienes los políticos consideran que deben recibir el fruto de nuestro trabajo,
son solidarios y el resto somos un montón de malas personas.
El primer dato a tener en cuenta es que, en todo caso, la
misma dirigencia política podría haber mostrado solidaridad bajando el gasto de
la política para distribuir entre los que menos tienen.
Se dice que
el gasto destinado a la política, es decir el que se asigna a la administración
del país, es muy poco y no se solucionaría nada si se los bajara.
El gráfico muestra la evolución del gasto
público consolidado destinado a administración general, justicia, defensa y
seguridad por parte de la Nación, las provincias y los municipios, y que en
1984, el primer año completo de la vuelta a la democracia, representaba 3,9%
del PBI.
En 2017, último dato oficial disponible, ya había escalado al
equivalente a 7,3% del PBI.
En 2017, último dato oficial disponible, el gasto público consolidado
ya había escalado al equivalente a 7,3% del PBI, 3,4 puntos
porcentuales más que en 1984, que es lo que quieren recaudar ahora con
el impuestazo anunciado a través de una ley ómnibus
Mientras
que los gastos de la administración general aumentaron 1,52 puntos del PBI,
Justicia incrementó sus gastos en 0,92 puntos del producto y seguridad y
defensa se elevó 1,05 puntos del PBI.
Solo con
hacer un esfuerzo de austeridad en los tres niveles de gobierno, se podrían
haber bajado, mínimo, 2 puntos del PBI y aliviar el impuestazo que se le está
aplicando a la gente que produce.
Pero además, todo indica que cuánto más
gasta el Estado en lo que se denomina gasto social, hay más pobreza,
desocupación y problemas de educación.
Nuevamente,
en 1984, el gobierno nacional gastaba 7,4% del PBI en lo que se llama Gasto
Público Social.
En 2018 llegó al 17% del PBI.
Es decir, el Estado nacional
gasta 10 puntos más del PBI en el rubro social, pero en educación las pruebas
PISA dan cada vez peor; los jubilados están en las diez de última y crece la
pobreza.
Y atención que el llamado gasto social no se dio solo en el período de
Cambiemos, también crece en los 90 y a partir del 2008 fundamentalmente.
Si
tomamos el gasto público social consolidado, pasó de 13% del PBI en 1984 a
30,6% del PBI en 2017, de acuerdo a datos del Ministerio de Economía, es decir,
17,7 puntos más, con lo cual el gasto público social consolidado más que se
duplicó.
El gasto público social consolidado, pasó de 13% del PBI en 1984 a
30,6% del PBI en 2017, de acuerdo a datos del Ministerio de Economía, es
decir, 17,7 puntos más, con lo cual el gasto público social consolidado
más que se duplicó
Los
rubros que más aumentaron fueron: jubilaciones, salud y educación básica.
Luego
el gasto público social se reparte en otros rubros como vivienda, promoción y
asistencia social, trabajo, etc.
En definitiva, los datos muestran que a más
gasto público social, más problemas sociales, con lo cual es obvio que no es
por este camino.
Dos
formas de obtener ganancias
Pero,
¿qué tiene de malo el mérito? Hay dos formas de obtener utilidades: 1)
ganándose el favor del burócrata de turno y 2) ganándose el favor del
consumidor.
Obtener ganancias ganándose el favor del burócrata de turno no
tiene ningún mérito, es un simple negociado entre el que usa el poder en forma
arbitraria y “empresarios” que logran obtener ganancias gracias al
proteccionismo, subsidios y demás tipo de privilegios.
O sea, obtienen
utilidades castigando al consumidor con productos de menor calidad y a precios
más altos de los que podría obtener en un mercado competitivo.
Siguiendo
a la Real Academia Española, la palabra meritocracia está mal utilizada por el
Presidente, porque la RAE la define como: “sistema de gobierno en que los
puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales”.
Pero suponiendo que Alberto Fernández quiso usar la palabra mérito, en
mi opinión, aquél que obtiene utilidades gracias a su mérito como emprendedor,
es una persona que debería tener todo nuestro respeto por lo que le aporta a la
sociedad.
La palabra meritocracia está mal utilizada por el Presidente, porque
la RAE la define como: “sistema de gobierno en que los puestos de
responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales”
El empresario emprendedor que obtiene sus beneficios
por mérito, es aquél que gana dinero gracias a que produce lo que la gente
necesita logrando la combinación de precios y calidad que la gente demanda.
En otras palabras, obtiene sus utilidades porque satisface las necesidades de
la gente y le es útil a ella.
Además, al obtener utilidades y crecer, crea
puestos de trabajo, remunera a sus empleados compitiendo con otros empresarios
para captar a los mejores y pagarles más, ofreciéndoles mejores condiciones
laborales, etc.
Encuentro del Presidente con empresarios y sindicalistas
El
empresario emprendedor ayuda más a la sociedad que el burócrata que reparte el
fruto del trabajo ajeno estimulando la cultura de la dádiva, cultura que
denigra al ser humano.
El empresario que da trabajo por el mérito de ser un buen emprendedor
es alguien que respeta a la gente.
El burócrata repartidor de dinero ajeno,
castiga al que crea trabajo y denigra a las personas acostumbrándolas a vivir
de lo ajeno y no tener espíritu de progreso. De mejorar.
De tener la dignidad
de mantener a su familia con el fruto de su trabajo.
Algunos
pueden pensar que ese tipo de empresarios no existe en Argentina.
En realidad
los hay, pero abunda más los que son cortesanos del poder que buscan obtener
utilidades de privilegios, que tampoco merecen ser llamados empresarios.
Por
eso somos un país decadente.
La
función de los gobiernos y de sus legisladores es crear las condiciones para
que puedan desarrollarse los empresarios que obtienen utilidades ganándose en
favor del consumidor en vez de repartir privilegios entre “empresarios” que no
podrían sobrevivir en un mercado competitivo.
"La función de los gobiernos y de sus legisladores
es crear las condiciones para que puedan desarrollarse los empresarios
que obtienen utilidades ganándose en favor del consumidor en vez de
repartir privilegios" (Adrian Escandar)
El que obtiene utilidades gracias al mérito, ya sea
por ser trabajador, empresario, profesional o cualquier otra actividad, no
debería ser despreciado y menos castigado impositivamente.
Al
contrario debería ser respetado, porque seguramente hace más por la gente
humilde ofreciéndoles la posibilidad de trabajar y progresar que el burócrata
que reparte dinero ajeno.
En definitiva, ganar dinero gracias al mérito es
bueno para la sociedad.
Ser solidario con la plata propia es bueno dependiendo de los
valores de cada uno y de cómo se haga solidaridad. Ahora, cuando los
políticos reparten el dinero ajeno castigando a los que crean trabajo en
nombre de la solidaridad, ni hacen solidaridad, ni permiten que la
economía pueda crecer
Ser
solidario con la plata propia es bueno dependiendo de los valores de cada uno y
de cómo se haga solidaridad.
Ahora, cuando los políticos reparten el dinero
ajeno castigando a los que crean trabajo en nombre de la solidaridad, ni la
hacen ni permiten que la economía pueda crecer para que la gente pueda vivir
del su propio trabajo y progresar.
Se castiga de tal manera a la gente
productiva, se espantan las inversiones, se reducen los puestos de trabajo,
baja la productividad de la economía y se genera más pobreza y desocupación.
Tal vez
el Gobierno debería rever las reglas de juego que deberían imperar para salir
de nuestra larga decadencia e invertir la ecuación premiando al empresario
emprendedor en vez de castigarlo con mayor carga tributaria en nombre de algo
que nunca va a ser solidaridad en manos del estado por más que se fuercen el
sentido de las palabras.
Repartir lo ajeno no se llama solidaridad. Se llama
populismo.
Fuente
“infobae”, 14.01.2020
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