El juez ordena el
inmediato ingreso en prisión de Lula da Silva
El expresidente brasileño tiene de plazo
hasta este viernes a la cinco de la tarde para entregarse voluntariamente
Sin esperar a agotar los plazos legales, el juez Sérgio Moro, el pertinaz acusador de Luiz Inácio Lula da Silva en los últimos tres años, ha dictado, en la noche de este jueves, el inmediato ingreso en prisión del expresidente de Brasil.
No habían pasado ni 24 horas desde que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidiese, en la madrugada anterior, denegar el último recurso de Lula, condenado a 12 años por corrupción, cuando Moro dictó un auto fulminante para decretar su encarcelamiento.
El juez concede a Lula, "por la dignidad del cargo que ocupó", la oportunidad de entregarse él mismo a la justicia antes de las cinco de la tarde de este viernes.
El expresidente ha estado allí hasta la una de la madrugada, cuando abandonó el lugar para descansar en su casa, jaleado por sus fieles.
A una mujer que lo abrazó envuelta en lágrimas, Lula le comentó: "Queda tranquila. Los justos vencerán".
Todo el proceso contra el expresidente ha sido de una celeridad inusual en la habitualmente lenta justicia brasileña.
Y las mismas prisas van a marcar su ingreso en prisión.
Habían pasado apenas 17 horas desde que se conoció la decisión del STF cuando el juez, también con una rapidez sin precedentes, ordenó el encarcelamiento.
Todo el mundo daba por hecho que la prisión era inminente, pero los plazos legales que se manejaban tendían a hacer pensar que no sería, como pronto, hasta la próxima semana.
Los abogados de Lula tenían derecho a presentar un recurso aclaratorio que les hubiese permitido ganar unos días.
Pero en el auto de prisión Moro rechaza esperar a ese trámite para evitar, según argumenta, que la defensa del expresidenta persista en una estrategia que el juez califica de "patología dilatoria".
Poco después de conocer la noticia, abandonó el edificio y se dirigió a la sede del Sindicato de Metalúrgicos de la ciudad de São Bernardo do Campo, la organización donde forjó su carrera política.
El líder del PT podrá entregarse de forma voluntaria antes de las cinco de la tarde al juzgado de Moro, en la ciudad de Curitiba.
Pero ni sus abogados ni los dirigentes del partido han concretado si lo hará o esperará a que la policía acuda a detenerlo.
Quedará provisionalmente detenido en la sede de la Superintencia de la Policía Federal, en una especie de sala reservada, "separado del resto de los presos", resalta en su auto el juez, quien también advierte que "queda absolutamente vedado el uso de esposas".
Y también otra presencia que le puede resultar muy incómoda: el que fuera su ministro de Hacienda Antonio Palocci, un antiguo amigo que acabó prestándose a colaborar con Moro y lanzar acusaciones contra el expresidente.
Fue una decisión muy apretada, seis votos contra cinco.
Más allá de las reacciones en la calle de los partidarios y detractores del líder del PT, concentrados en Brasilia en las cercanías del tribunal, las calles del país amanecieron este jueves como un día más, sin especiales agitaciones.
Hasta que, al caer la noche, llegó la decisión de Moro.
Militantes del PT comenzaron a echarse a la calle y un millar de personas permanecía concentrada ante la sede del Sindicato de Metalúrgicos, en São Bernardo, donde Lula estuvo reunido con varios dirigentes de su partido, entre ellos la expresidenta del país Dilma Rousseff, hasta entrada la madrugada.
Se trataba solo de determinar si era pertinente su ingreso en prisión cuando la condena al expresidente, ratificada en segunda instancia, todavía no es firme.
La discusión llegó al último momento con un empate entre los magistrados.
Unos argumentaban que esperar a la resolución final de procesos judiciales prolongados durante años es una garantía de impunidad.
Otros esgrimían el derecho a la presunción de inocencia.
Fue el voto de la presidenta del tribunal, Cármen Lúcia, el que deshizo el empate y señaló a Lula el camino de la prisión.
Incertidumbre electoral
Ahí están incluidos los grandes feudos del Nordeste, la región más pobre del país, donde el apoyo a Lula alcanza en algunas zonas proporciones de casi el 70%.
Todos los especialistas señalan que otro candidato del PT, con el apoyo de Lula, incluso desde la cárcel, podría retener una parte de ese voto, aunque de ninguna manera su totalidad.
Eso abriría un hueco a ser explotado por cualquiera y no necesariamente desde el campo de la izquierda.
Pero en privado dirigentes del partido manejan desde hace tiempo dos nombres, el exalcalde de São Paulo Fernando Haddad y el exgobernador de Bahía Jaques Wagner, este último con mayores posibilidades de retener los feudos del Nordeste.
Más difícil, aunque no imposible, sería adherirse a otra candidatura en la izquierda, como la de Ciro Gomes, exministro de Lula y líder del Partido Democrático Laborista.
Gomes ya tiene por sí mismo un apoyo de un 7% y posibilidades de crecer en el Nordeste, de donde es originario.
En el espectro del centro izquierda está además la eterna outsider Marina Silva, con un 10% en las encuestas, también exministra de Lula pero que ha acabado muy distanciada del PT.
No son pocos los analistas que opinan que el exmiltar Bolsonaro, aunque cuenta con una base firme, tiene pocas posibilidades de crecer.
Pero en la sensación de caos que por momentos se apodera del país se mueve como nadie.
Y cuenta con grandes apoyos en el Ejército, que en las últimas semanas ha dejado claro su interés por convertirse en un actor abiertamente político.
El candidato con más posibilidades de reunir al establishment conservador, Geraldo Alckmin, gobernador de São Paulo, permanece estancado en un 7%.
Entre los grupos aliados al Gobierno actual se han lanzado nombres como el del ministro de Hacienda, Henrique Meirelles –la niña bonita del sector de los negocios- y el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, aunque ninguno llega al 3%.
El propio presidente, Michel Temer, ha dicho ahora que se plantea presentarse.
Nadie se toma muy en serio esa candidatura, con unos índices de popularidad que no llegan ni al 5% y varios escándalos de corrupción llamando a su puerta.
Lo único seguro es que, sin Lula, todo parece posible en Brasil en los próximos meses.
Y que a partir de este viernes, el expresidente pasará a engrosar la lista de políticos presidiarios del país.
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