La caída de un gigante construido de barro y dinero
07/04 – 19:00 - No era posible ver en un tiempo tan perentorio, a Lázaro Báez encadenado, flanqueado por dos policías y en el asiento trasero de un vehículo de la Federal.
Hay, en todo esto, sentimientos contrapuestos, porque mientras cualquiera se puede sentir satisfecho y reconfortado ante un hecho de justicia explícito como éste, la pérdida del segundo valor más importante del hombre, después de la vida, la libertad, cuando se hace tan visible y tan presente, impacta y conmueve.
¿A quién encubre Lázaro para optar por el silencio?. (Por Rubén Lasagno)
Lázaro Báez fue el ícono de la era kirchnerista y también se transformó en el ícono de la caída de esta suerte de “imperio” sin pilares de sustento, efímero y tambaleante, que se precipitó al abismo cuando se agotó el poder automáticamente extinguido con el fin de la gestión de los Kirchner en el gobierno nacional.
Es que, en 12 años, el kirchnerismo creyó que construía poder y solo hacia dinero y ese y no otro, fue el motivo de la desaparición de todo resabio de una estructura, que en una década, estuvo en pie pero no se pudo mantener en el tiempo y mucho menos, sobrevivir a su abandono.
En el tercer capítulo de la primera temporada de la serie House of Cards, el principal personaje, Frank Underwood, dispara una frase y un concepto que pareciera estar inspirada en los kirchneristas que por 12 años ostentaron el gobierno de nuestro país.
Haciendo una acertada diferencia entre poder y dinero, el inmoral congresal representado en la serie por el extraordinario Kevin Spacey dijo:
“Elegir el dinero en lugar del poder, es un error que en este pueblo, casi todos cometen. Dinero son los nuevos ricos cuyas mansiones comienzan a caerse a pedazos luego de 10 años. Poder, es el viejo edificio de roca pura que resiste por siglos. Me repugna y no respeto, a quienes no pueden diferenciar el poder del dinero”.
Luego de 12 años de crear “mansiones” como metáfora de la riqueza que abunda, llega y desaparece y no saber dónde poner tanto dinero, hoy el kirchnerismo, no tiene poder.
Tal como lo señala Frank en la serie televisiva, la estrategia de Néstor y Cristina, lejos estuvo de construir poder, solo usaron el poder circunstancial que lograron mantener en tres reelecciones sucesivas y aprovecharon el mismo para acopiar dinero; finalmente, una década después (tiempo que elige el personaje de ficción para demarcar el límite de la buenaventura de los nuevos ricos), sus “mansiones” comienzan a desmoronarse y no queda nada.
Tal cual hoy ocurre en Argentina.
El rosto de Lázaro Báez, encadenado al pie de la escalerilla de su jet privado y su traslado forzado hasta el vehículo policial, con un chaleco antibalas y las manos esposadas a la espalda, fue, tal vez, la mueca más brutal de la incomprensión, que se podía observar de alguien que sufría en carne propia, esa pérdida de poder.
Mezcla de vergüenza, bronca y una profunda amargura, la incomprensión por lo que le estaba pasando, parecía superar los explícitos hechos de la realidad que lo rodeaban a Báez.
Camarógrafos, periodistas y fotógrafos, mezclados con policías camuflados y una puesta en escena propia de la detención de “Mi sangre”, le daba un marco más que espectacular, a la detención de un hombre que no es un pistolero ni una amenaza para la seguridad pública.
Esto, a mi criterio, exageradamente llevado al plano de la sobreactuación innecesaria de la justicia, realzó el impacto social del procedimiento y elevó al hecho inédito de haber actuado por primera vez sobre el poder constituido desde el Estado, con el propósito de enviarle un mensaje a todos, de que la justicia despertó.
Tengo mis reservas al respecto, pero eso será motivo de otro análisis.
Creo que hoy, Casanello, ni siquiera necesita que Lázaro se autoinculpe o acuse con el dedo hacia arriba o hacia abajo; el juez tiene suficientes elementos de prueba como para tomar decisiones determinantes.
El empresario K especula con los movimientos que hagan sus ex compañeros de ruta y ellos, incluyendo la ex presidenta, están atentos a los movimientos (y declaraciones) del constructor.
Lo que se digan entre ellos o le digan a los medios, es pirotecnia verbal sin valor.
Si uno le dice a otro que va a ir preso, si éste le responde que no puede justificar su patrimonio; si dicen “hasta acá llego” o “aquello no lo diré”, no tiene la mínima importancia si después, cuando están ante el Juez, dicen que fue un exabrupto y uno percibe que están encubriendo a alguien.
La caída del ícono de la corrupción K endulza los oídos de algunos y enciende las luces amarillas, casi anaranjadas en otros.
La ex presidenta sabe que depende de Báez, que a ella le toquen el timbre en su casa de calle Mascarello, pero sabe también, que si el socio de la familia embiste a lo Pirro, su honorabilidad y la de su familia, va a correr por la alcantarilla de los desechos que está dejando esta implosión generada en el corazón financiero del kirchnerismo.
Esto pasa, sencillamente, porque el kirchnerismo, a pesar de haber gobernador 12 años, no construyó poder.
Con poder, la plata viene casi por añadidura, con plata el poder es circunstancial y no es el verdadero poder, es compra de voluntades.
Los más escépticos, dudamos que Lázaro vaya a ser detenido por mucho tiempo y no deja de llamarnos la atención que Martín, tanto o más comprometido que su padre por figurar expresamente al frente de empresas como Epsur, Kank y Costilla, la off shore Tigan y ser el que contaba billetes y brindaba en el video de la rosadita, siga gozando de su libertad.
Dudas de un lego, que solo se dedica al análisis de las circunstancias y los hechos, que de justicia no sabe nada, pero de cómo el poder manejas sus hilos, no tiene dudas.
fuente
"OPI Santa Cruz", 07.04.2016
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