Un gigante empresarial con ayuda kirchnerista
Lo considera injusto. Sostiene que apenas controla el 30% de Casino Club, que tampoco es el amo y señor del Hipódromo de Palermo y que ni siquiera les debe a los Kirchner su expansión en el mundillo de las apuestas.
Recuerda, para eso, que él ya había desembarcado en el casino de Comodoro Rivadavia una década antes de que los Kirchner entraran a la Casa Rosada.
Esa versión oficial omite, sin embargo, que López y Kirchner se conocieron en 1998, cuando el empresario patagónico le pidió al entonces gobernador que intercediera por él ante los Pérez Companc para que optaran por darle un contrato a él antes que a una empresa rival estadounidense.
Ese fue el comienzo de una relación que benefició a ambos. Kirchner recibió aportes de campaña y fuentes de trabajos varios para sus amigos y parientes.
Entre ellos, su socio en la inmobiliaria Negocios Inmobiliarios, Osvaldo Sanfelice, o el sobrino de la ex Presidenta, Romina Mercado.
Y López se aprovechó del aura que -justo o no- comenzó a rodearlo. "Yo no soy el testaferro de los Kirchner, ni de nadie. Cómo máximo me beneficio de que muchos piensan que lo soy", le dijo una vez a LA NACION.
"Entonces voy a una reunión, entro y le digo al tipo: ?Lindo traje. Dámelo'. Y el tipo no sabe si quien le pide el traje soy yo o alguien más.
Mínimo, me voy de esa reunión con el cinturón del tipo".
Los ejemplos de esa sinergia se amontonaron durante estos años.
De Alcalis de la Patagonia, Finansur y Paraná Metal, la tarjeta Sube o la benevolencia de la AFIP y la Afsca, por un lado, a los millones en concepto de alquileres que recibió la familia Kirchner, por el otro.
Al punto de que, antes que a los Eskenazi, fue López el primero que fue tentado para entrar en la YPF de Repsol.
López contó con varios socios y colaboradores para desarrollar su imperio.
Pero ninguno como Fabián de Sousa, un patagónico que militaba en Franja Morada, ayudó en una operación comercial de López y nunca más se fue. Hasta anteayer cuando anunciaron que se separaban y dividían el Grupo Indalo.
Las personalidades de López y De Sousa no podrían ser más distintas. Tanto, que alimentaron las sospechas sobre quién era quién. O qué intereses movían a cada uno. En particular desde que De Sousa asumió las riendas ejecutivas del día a día al mismo tiempo que lo rodeaban las versiones sobre sus supuestas visitas a la quinta de Olivos.
Así, por ejemplo, mientras De Sousa mostraba mayor interés por los medios de comunicación y terminó por empujar a su socio López a comprar Radio 10, C5N y otras varias empresas, López prefería moverse más por otras aguas.
Y así como se expandió con el kirchnerismo, también abrió su abanico durante las elecciones de 2015.
Así, López apostó por Daniel Scioli, pero envió a De Sousa a flirtear con Sergio Massa, y buscó tender puentes con Mauricio Macri la mañana misma de la primera vuelta electoral, el domingo 25 de octubre.
"No te voy a negar que tuve cercanía con Néstor. Estoy orgulloso de eso", le dijo hace años a LA NACION. "Pero de ahí a decir 'palo blanco', no".
Cómo creció el imperio Cristóbal
Una parte importante del grupo fue adquirida a partir de 2011, cuando se inició la irregular operatoriafuene
"La Nación", 13.03.2016
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