Ministerios K: ocho empleados para abrir correspondencias
26-12-2015 Pese a tener roces con el personal de planta, los militantes pugnan por quedarse Deben explicar qué tareas realicen y cuánta antigüedad tienen
La razón es que esas mismas oficinas han quedado ideológicamente divididas.
Andrés Ibarra, ministro de Modernización, anunció que se revisarían unas 24.000 contrataciones y unos 11.000 concursos hechos entre 2013 y 2015 en toda la administración nacional.
Esa especie de auditoría llevará tres meses.
Hasta que se cumpla el plazo, se remueva o no a quienes no tienen funciones, kirchneristas y macristas deberán convivir en armonía en las mismas oficinas.
El Ministerio de la Producción, que conduce Francisco Cabrera, acaba de emprender, caso por caso, un relevamiento elemental: qué hace cada empleado estatal que fue contratado en los últimos años de la gestión anterior, quieren saber desde cuándo está, en qué área se desempeña, entre otras cuestiones.
Pero no es sencillo porque han aparecido “caras extrañas”, aducen otros dependientes.
En una sucursal del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), por ejemplo, hay automóviles que entran en estos días por primera vez al estacionamiento.
Y en el Ministerio de Agroindustria, que conduce Ricardo Buryaile sobre Paseo Colón 982, las nuevas autoridades se sorprendieron al advertir que ocho empleados -cuatro a la mañana y cuatro a la tarde- tenían asignada por única función abrir la correspondencia.
La cuestión parece hasta ahora menos caótica en el Palacio de Hacienda. Allí, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, lo más arduo será convertir el espacioso despacho de la ex ministra Débora Giorgi en un recinto capaz de albergar a varios trabajadores, indicó el diario La Nación.
Es cierto que, por la orientación económica que Mauricio Macri ha decidido darle a la gestión, muchas de las viejas tareas no tienen ya el mismo sentido.
Un buen ejemplo es la Dirección Nacional de Comercio Interior, donde algunos encargados del control de abastecimiento de lácteos y carnes andan como perdidos en las instalaciones.
Igual que quienes venían haciendo el seguimiento de las declaraciones juradas anticipadas de importaciones (DJAI), instrumento que, obligado por una norma de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Macri ha decidido reemplazar.
No será extraño, por lo tanto, ver deambular también a un par de empleados ultakirchneristas de la Dirección de Lealtad Comercial que hasta hace pocos días visitaban a empresarios en las reuniones.
Según cálculos iniciales, en toda la Secretaría de Comercio sobran unos 200 trabajadores.
Pero todo dependerá de una decisión política. "Ojo con la persecución ideológica", les aconsejó Macri a algunos de sus ministros no bien asumió.
La semana pasada, unos curiosos subieron al 9° piso, reducto que los camporistas habían reservado sólo para militantes durante la campaña por Daniel Scioli.
Esas oficinas resultaron un desierto de múltiples puestos y escasos empleados.
Alcanzó, de todos modos, para recuperar 20 de las PC que otras áreas venían dando por robadas y que motivaron que, el 11 de noviembre, el departamento de Patrimonio difundiera un comunicado advirtiendo sobre faltantes.
El texto pedía que se notificara sobre la mudanza de muebles y objetos y adelantaba que no se haría responsable si en el futuro una auditoría detectaba desapariciones.
La llegada de las nuevas autoridades provocó el repliegue de militantes a oficinas que los cobijan por primera vez.
A diferencia de lo que ocurre afuera, la resistencia es aquí silenciosa: la cabeza gacha y, en algún caso, ante la pregunta de los encargados de separar la paja del trigo, la exageración en cuanto a la antigüedad y la tarea asignada.
Esas picardías tienen un primer escollo entre compañeros anteriores a la llegada de Kicillof, que se niegan a entrar en el mismo pelotón.
Pero ahora, por primera vez en nueve años, la grieta ubica del lado antikirchnerista al personal que llegó con Guillermo Moreno, según La Nación.
Más allá del paro que organizó ATE para pasado mañana, algunos sindicalistas ven con un dejo benevolente cierto recambio.
Es probable que algunos de los empleados excedan la transición planteada por el ministro Ibarra.
Tanto por el volumen de información que manejan como por la cantidad de gente que tienen a cargo.
A varios se les ha dado ya la posibilidad de adaptarse en otras áreas.
fuente
"iProfesional", 26.12.2015
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