MAPUCHE: DIXIT
"Vamos a dejar la
sangre por esta tierra": encuentro con los mapuches en la comunidad de la
que habla el país
26-09-2017
Un cronista de este medio viajó hasta el Pu
Lof de Cushamen, cerca de Esquel, para conocer en detalle el proceso de
resistencia iniciado sobre las más de 1.200 hectáreas que el Estado reconoce
propiedad de Benetton.
La decisión mapuche de buscar la autonomía y el objetivo
de sumar más territorios
Por Patricio Eleisegui (Enviado especial a Esquel, provincia de Chubut)
El
viento pega fuerte de costado, sacude la tierra de pastizales secos y árboles
ausentes.
Obliga a apurar el paso en cuanto se desciende del vehículo.
En el
alambrado más próximo flamean
dos banderas en paños blancos y negros.
La oscura reclama
a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la aparición con vida de
Santiago Maldonado, además de vincular la desaparición a la Gendarmería nacional y al mismo grupo Benetton.
Sobre la tela clara, en cambio, se lee en letras anaranjadas: "Prohibido
olvidar".
Hay un tercer lienzo. Más pequeño que los anteriores, el aire en
movimiento hace flamear las facciones del artesano que falta.
Estamos
a algo más de una hora de Esquel, en la provincia de Chubut, sobre un tramo en
recta de la ruta 40 tapizado de cráteres, banquinas improvisadas en el
pedregullo y asfalto que se quiebra en cuanto se ejerce un poco de presión con
el pie.
La -tal vez- vía
nacional más emblemática de la Argentina es una invitación al
accidente fatal.
Los
silbidos, el grito, llegan en cuanto este cronista se acerca a las banderas
violentadas por el viento.
Junto a las telas, una tranquera amarilla sujeta a
los postes con alambres oxidados, cadenas y candados.
El primer encapuchado asoma
de entre una mata de arbustos y avanza con un pique corto hacia donde husmea
este cronista.
Otro
levanta un brazo desde más lejos y redobla el paso.
Lo secunda una nube de
tierra alentada por el permanente ventarrón patagónico.
Acaba de abandonar lo
que parece ser un
puesto de vigilancia improvisado con palos y bolsas de
consorcio.
En cuestión de segundos, ambos extienden la mano para saludar el
enviado de iProfesional.
"¿Todo
empezó acá?", es la primera pregunta que surge, al tiempo que las miradas
vuelven a la ruta frente al lote.
"Sí, señor. Acá fue el corte en
el que después desaparecieron al compañero Maldonado. Fue ahí enfrente, en esta
parte de la ruta. Toda esta zona es la que atacaron los gendarmes a puro
tiro", contesta uno de los recién llegados.
El Pu Lof en resistencia de Cushamen comprende la
ocupación de algo más de 1.200 hectáreas que, aunque
el Estado reconoce como propiedad del grupo Benetton y fracción
clave de la estancia Leleque, integrantes del pueblo mapuche definen
como territorio ancestral y asumen como propio dado el origen precolombino de la
etnia.
El
proceso de avance sobre este territorio comenzó en marzo de 2015, en una acción
que sus promotores explicaron públicamente como el primer paso para
conseguir "la
reconstrucción política-filosófica de la Nación Mapuche".
Los dos integrantes que se acercaron a dialogar con quien aquí escribe apenas
si superan los 25 años.
La retórica que utilizan devela que tienen objetivos
por demás de claros más allá de lo breve de las edades.
"Esta
recuperación que llevamos a cabo se inscribe dentro de un plan de autonomía que
compartimos todos en una organización, el Movimiento Mapuche Autónomo Puel
Mapu. Planteamos la liberación
nacional del pueblo mapuche. No nos interesa, como dicen
algunos, hacernos con el poder del 'winka' (no mapuche, en idioma mapudungún),
el del argentino o el chileno", explica uno de los integrantes del Pu Lof.
Su
compañero acota que el camino para la liberación del mapuche es alcanzar una
autonomía derivada de la
expulsión de la región de grandes terratenientes como
Joe Lewis y el grupo Benetton.
"El Estado argentino hoy
opera a favor de los intereses de estos empresarios, ha puesto todo su poder
represivo para respaldar una colonización que a través de acciones como la
nuestra se pone en entredicho. El Estado garantiza este sistema capitalista que
mata de hambre a nuestro pueblo", argumenta.
El sitio exacto donde ocurrió el corte que, ya el 1° de
agosto, derivó en el operativo de Gendarmería donde desaparece Maldonado:
Mientras el diálogo ocurre, este cronista aprovechará para tomar
fotografías tanto de las banderas junto a la tranquera como del predio en
general, en un intento por exponer las dificultades con las que convive a
diario una comunidad instalada entre el viento, los pastizales secos y la
piedra.
En un paraje apartado dentro de una geografía donde lo que
predomina es la propiedad de Benetton.
"¿Cuánto
de esta zona está bajo control del grupo?", consultó quien aquí escribe.
"Bueno, ¿vio el aeropuerto de Esquel? Estará a unos 80 kilómetros de aquí.
Bueno, desde ahí pasando por acá y hasta llegar a El Maitén -35 kilómetros más
adelante, aproximadamente-, todo eso es de Benetton. Todo. Acá donde estamos
parados. Y lo que ve del otro lado de la ruta. Todo se lo dieron a Benetton",
explica el vocero.
Ante
la consulta de si la intención es continuar
avanzando sobre las superficies hoy bajo control del
gigante de la indumentaria de origen italiano, la respuesta de los
interlocutores es
contundente.
"Esto
que ocurre es algo que recién
comienza.Nosotros así como hasta ahora, arrinconados, no vamos
a vivir más. Ya tenemos control territorial de estas 1.222 hectáreas,
construimos nuestras casas, y así seguiremos
avanzando. A medidas que necesitemos más tierras, recuperaremos otros espacios. Nuestra
idea es terminar con
el capitalismo que reina acá para poder vivir en
armonía", expone el segundo de los interlocutores.
¿RAM o no
RAM?
En la charla a un lado de la ruta 40, los dos habitantes del Pu Lof evitan
brindar precisiones respecto del número de integrantes de la comunidad en ese
punto del departamento de Cushamen.
"Somos muchas familias", se
limitan a comentar.
El viento acerca el canto de un gallo desde el interior del
predio.
Los gallineros son
unas de las pocas alternativas
de alimentación que permite un lote que es pura piedra
suelta.
"Acá
hay gente que está pasando hambre, pero es una zona que puede estar mejor
porque tenemos el río cerca. Queremos poder producir, no es que estamos porque nos interesan
los minerales o el petróleo como se dice. Eso es lo que
les interesa a quienes avanzaron sobre estos territorios durante y después de
las Campañas al Desierto. Los empresarios quieren la tierra para sacar todo lo
que hay debajo", detalla uno de los entrevistados.
Ante
la pregunta respecto de un potencial vínculo entre el Pu Lof y organizaciones
como Resistencia
Ancestral Mapuche (RAM), denunciada por actores como Compañía
de Tierras -propiedad de Benetton- por
continuos incendios contra puestos de estancias y sustracción de ganado,
la respuesta es
negativa.
Eso sí, ambos jóvenes respaldarán el accionar de la
RAM.
"La
RAM es un movimiento que existe en Río Negro, Chubut y Neuquén, es una
tendencia dentro de algo más grande que es el reclamo mapuche. Pero todas las tendencias
van a lo mismo: la autonomía y la libertad de nuestro pueblo. La RAM se radicalizó. Para
nosotros, acá, todas las formas de lucha son válidas. Y si sufrimos una
colonización violenta, entonces la descolonización que promovemos seguramente
también será violenta. Reivindicamos todo lo que hacen nuestros 'peñis'
(hermanos)", responde uno de los consultados.
"Y
acá en el Pu Lof ¿hay integrantes de la RAM?", consulta este cronista.
Ambos dirán que no.
"Acá, en Cushamen, sólo usamos la violencia cuando nos toca
defendernos. Y nuestra defensa es la honda al voleo y
piedra. No tenemos
armas, como dicen por ahí. Sólo la honda para enfrentarnos
a la Gendarmería, los grupos especiales, que ingresan cuando quieren a nuestra
tierra ancestral y no dudan en golpear, atar, maltratar a nuestro pueblo",
argumenta un joven.
El mapuche accede al pedido de
mostrar la honda en cuestión y permite que quien aquí escribe tome la siguiente
fotografía:
"Acá
ejercemos la autodefensa. Nos tildan de kirchneristas,
de que somos de izquierda. No entienden que los mapuches
tenemos una
ideología propia, una estructura. Criticamos la visión
occidental, la
visión del Estado, nos oponemos al neoliberalismo. Somos
personas conscientes, revolucionarias y nuestra fortaleza es ser consecuentes
con lo que planteamos", añade.
Incendios y Maldonado
En el ingreso al Pu Lof, los mapuches que dialogan con este cronista se
muestran renuentes a hablar de Santiago
Maldonado.
Aseguran que el acoso mediático de estas semanas,
sumado al asedio policial, ha derivado en interpretaciones siempre negativas
respecto de la comunidad en Cushamen.
Un vehículo desciende de la 40.
Mediante señas, se le pide a este cronista que despeje el frente de la
tranquera. Veloz, un auto atraviesa la madera de pronto abierta. Los
entrevistados preguntan en qué habíamos quedado. Como si nada hubiese ocurrido
hace apenas un momento.
"¿Qué recuerdan de los días que
Maldonado compartió con ustedes?"
Los jóvenes intercambian una mirada. Silencio.
Pausa de al menos un minuto, sólo interrumpida por el ventarrón constante.
Escueto, uno de ellos toma la palabra.
"Estuvo desde fines de
junio. Era un luchador anarquista, ningún tranquilo. Antes de
estar acá participó de luchas en Chiloé, Chile, junto a unos pescadores. Peleó
en distintos lugares. Compartió con nosotros hasta que se lo llevó la
Gendarmería", dice.
"¿Les hablaba, justamente, de
esas luchas en las que había participado? ¿De qué manera se vinculaba con los
mapuches en la cotidianidad?"
Nuevo silencio. Este cronista percibe
incomodidad en los entrevistados.
"Santiago era un luchador
anarquista", se limita a responder uno de los mapuches.
Acto seguido,
señala un punto en tránsito por la 40.
El joven se acomoda la capucha que
apenas si permite verle los ojos.
A pura velocidad, un patrullero de la
policía provincial gambetea los cráteres de la ruta frente a nosotros.
"Así están todo el tiempo, van y
vienen", comenta.
Hace apenas un par de jornadas, los mapuches denunciaron
públicamente haber sufrido el incendio de dos casas en la
vecina comunidad de Vuelta del Río.
Según los voceros del Pu Lof, durante la
madrugada del jueves 14 un grupo de federales, cubiertos con capuchas, ingresó
en el predio de forma furtiva y prendió fuego las viviendas de quienes pidieron
el apartamiento del juez Guido Otranto.
"Nos
quieren amedrentar, que no
perdamos el rol de mano de obra barata que somos para esta
sociedad. Acá, en la región, los mapuches ni siquiera alcanzamos a terminar la secundaria.Eso
se va a terminar por el pensamiento crítico que incentivamos, porque lograremos
la descolonización como ya ocurre en el Pu Lof. Esto recién comienza y no vamos
a detenernos", anticipa uno de los jóvenes.
Luego, aclara que él y su
compañero ya deben retirarse la tranquera.
Quien
aquí escribe agradece por el tiempo dispensado.
Saluda con un apretón de manos.
¿Qué harán si la Justicia ordena nuevos procedimientos en Cushamen? ¿Y si
Benetton se impone en la causa por usurpación de tierras que le abrió a la comunidad?
"Nos darán palos, balas, nos matarán. Pero los que quedemos seguiremos
firmes con nuestra propuesta. Vamos
a dejar la sangre por este territorio. Por nuestro
territorio", murmura el mapuche que minutos antes mostrara su honda.
Lo
que sigue es el trote de ambos hacia esos mismos matorrales de los que
emergieran previo a una charla que se extendió por algo más de 45 minutos.
Hacia puestos de vigilancia que en los últimos años también han servido de
refugio ante las nevadas, la lluvia, las heladas, el viento y las incursiones
de las fuerzas de seguridad.
Junto
a una ruta que, hoy más que nunca, es testimonio literal de ruina y
división.
Humus para las desapariciones, el fuego, la
violencia.
Y escenario de una lucha por el territorio que, sin prisa pero sin
pausa, se agiganta en el horizonte de la Patagonia completa.
Fuente
“iProfesional”,
26.09.2017
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