¿HEREJÍA O DESBORDE?
Una reforma laboral
"invisible": empresas y gremios ya avanzan con cambios a través de
los convenios colectivos
22-09-2017
Los acuerdos incluyen la polivalencia,
adicionales por presentismo, intercambio de planteles entre empresas, el pago
por objetivos y el reemplazo de la mano de obra por máquinas.
Los sectores que
lideran la agenda de productividad y el clima "antigradualista"
Por Juan Manuel Barca
La reforma laboral avanza de manera silenciosa.
Mientras el Gobierno ultima proyectos con la CGT bajo
la promesa de evitar una "flexibilización a
la brasileña",
por lo bajo empresas y sindicatos tomaron nota de las señales enviadas por
Mauricio Macri y ya negocian cambios en las condiciones de trabajo.
Las
mismas apuntan a disminuir
costos y aumentar la productividad, sin pasar por
el Congreso.
A
través de las negociaciones
colectivas, se discuten o ya comienzan a aplicase:
-La polivalencia (o
multitarea)
-Adicionales por presentismo más
estrictos
-Intercambio de
planteles entre empresas
-Pago por objetivos
-La reducción de los tiempos muertos
-El reemplazo del trabajo humano por máquinas con
"garantías de empleabilidad".
La "agenda recargada"
de productividad alcanza a los peajes, la energía y
el sector aeronáutico, sacudido por la llegada de las "low
cost".
También comprende a la industria
del software, junto con el rubro automotor e informático.
Además,
se siente en actividades más intensivas en mano de obra, como los supermercados y sanidad, cuyo gremio es
liderado por Héctor Daer, uno de los triunviros de la CGT y representante de
los "gordos".
En
muchos casos, los sindicalistas están dispuestos a rediscutir aspectos clave de los convenios.
La
interna gremial por acaparar la interlocución con el Gobierno motivó a que algunos gremios de
las 62 organizaciones analizaran un proyecto para reemplazar premios por presentismo por
aquellos vinculados a la productividad.
Se
lo iban a presentar a Mauricio Macri, pero quedó suspendido por las elecciones y la
reapertura del diálogo con la central obrera.
En
otros casos surgen conflictos por
el incremento en los ritmos de trabajo, como ocurre en
el sector del neumático y
la alimentación,
o porque las cámaras buscan negociar salario por beneficios.
La
industria farmacéutica, en
tanto, no firma
paritarias con los visitadores médicos desde el año
pasado.
Una de las condiciones es reducir la
cifra de delegados.
Pero
como la Asociación de Agentes de Propaganda Médica se resiste, las firmas
llevaron en transporte propio a sus empleados a desafiliarse del gremio.
Con
todo, los asesores corporativos se muestran optimistas.
Sobre todo
por los guiños que encuentran del lado sindical en la mesa de negociación.
"Hay
un doble discurso, públicamente
los gremios se muestran duros,
pero después se sientan a discutir porque
se generan nuevos puestos de trabajo", explicó
a iProfesional el
abogado de empresa, Héctor García.
La estrategia "invisible"
sintoniza con los acuerdos sectoriales promovidos por el Gobierno, como el firmado con los petroleros de Vaca Muerta y el
que busca cerrar en la lechería.
La
vía del "consenso"
reduce el riesgo de que el oficialismo sea acusado de "menemista" o
se tope con un brote de conflictividad en plena campaña electoral.
Por ello,
las autoridades sostienen que profundizarán este
tipo de acuerdos
sectoriales.
Ese
es también el objetivo de las conversaciones que encabezó el lunes el ministro
de Trabajo, Jorge Triaca,
con el triunvirato y la mesa chica de la CGT.
A
cambio de la paz social, el Gobierno incorporó al sindicalismo a la
discusión del proyecto de blanqueo laboral (un perdón
a las empresas en infracción para que registren a su personal) y la
reintroducción de las pasantías,
iniciativas con las que el oficialismo busca bajarle el tono a la "reforma laboral".
La batalla por los convenios
Mientras tanto, el sector privado avanza con cambios de fondo.
En
los próximos días, el líder de los empleados de comercio, Armando Cavalieri,
aspira a cerrar un acuerdo con
Autopistas Urbanas (AUSA)
para incorporar el autopase,
una tecnología que automatiza el proceso mediante barreras inteligentes y
reemplazará del todo a los operarios que
todavía predominan en la actividad.
El
avance será introducido en el convenio colectivo junto con una cláusula de reubicación de los
trabajadores desplazados por máquinas.
"La
tecnología genera nuevos
puestos porque hay que controlar flujos y multas",
señaló una fuente cercana a la negociación.
Será
el puntapie inicial de una iniciativa que luego se extenderá a otras rutas y autopistas del
país, y que podría traer conflicto:
el Sindicato único de Trabajadores del Peaje liderado por Facundo Moyano quedó afuera.
En
los supermercados,
la "flexibilización"
se impuso de hecho.
Sucede que las cadenas y retail redujeron en los
últimos años sus plantillas para recortar costos, lo que redundó
en la multiplicación de tareas sin importar la categoría del
empleado.
En
el sindicato reconocen que para favorecer inversiones hicieron la "vista gorda" sobre
estos cambios del convenio.
Pero ahora Cavalieri los resiste con
protestas.
En
el sector aeronáutico,
la autorización de nuevas rutas incluye
negociaciones entre empresas y sindicatos para avanzar en convenios "low cost".
Flybondi, que comenzará a volar en
noviembre, o Avian (la
sucursal local de la colombiana Avianca), que ya opera con viajes no regulares
a Tucumán, buscan una mayor
flexibilidad en el manejo de las tripulaciones y
dotaciones, de modo que puedan realizar tareas "complementarias" o
múltiples.
La industria automotriz tampoco
se queda atrás.
El titular del gremio metalmecánico Smata, Ricardo
Pignanelli, acaba de cerrar un acuerdo para reubicar 80 trabajadores de
Volkswagen en Mercedes Benz.
Así,
la mano de obra sobrante por la
caída de la línea que producía la Amarok es utilizada por su competidora para
colocar la Sprinter en
Estados Unidos.
Es un entendimiento similar al firmado por VW y Toyota en marzo
pasado.
No
son los únicos cambios. Luego de rubricar el acuerdo automotor en marzo,
las fabricantes de
autos pretenden importar el
"modelo español",
que los empresarios y sindicalistas de UOM y Smata conocieron de primera mano
en febrero pasado durante la gira de Macri por el país ibérico.
El
plan incluye el banco de horas, vacaciones fraccionadas,
mayor polivalencia,
menor cantidad de delegados por planta y una baja en las cargas sociales.
Con
todo, la mira está puesta en reducir el ausentismo.
En medio de
las suspensiones extendidas en el sector, algunas firmas ya empezaron a reformular los premios de asistencia, un
incentivo que los gremios industriales habían incorporado durante el kirchnerismo
para alentar la producción y el empleo, a cambio de ritmos más intensos de
trabajo.
"Toyota introdujo a
fines del año pasado un premio
muy agresivo", explicó una fuente de la industria.
En
el Estado, los empleados de UPCN negociaron
este año por primera vez una cláusula que
ata el aumento salarial al presentismo.
El
cambio más audaz, sin embargo, no llegó a través del convenio, sino con
los controles biométricos, dispuestos
por las autoridades para registrar el ingreso y egreso del personal, y las evaluaciones
de desempeño.
El sistema alentado por el Ministerio de Modernización alcanza
a docentes y médicos en el
interior.
Pero
las medidas de vigilancia también despiertan resistencia: tanto ATE como los
gremios de maestros denuncian descuentos
automáticos -incluso por enfermedad- y el riesgo
de la caída de los contratos, una modalidad extendida en el Estado.
Por
otra parte, el salto tecnológico estimula
la discusión de nuevos
convenios en la energía eólica, la
industria audiovisual y
el rubro informático.
En
este último, el debate es impulsado paradójicamente por los delegados.
Es que
la ausencia de
un marco propio -y de paritarias- le permite a la mayoría de las empresas del
"Sillicon Valley" argentino definir
los salarios por medio de evaluaciones de desempeño, que miden el rendimiento en
lugar de actualizarlos por inflación.
Una
modificación importante tuvo lugar en la rama de atención domiciliaria de Sanidad, un rubro en
alza por el déficit de camas en las clínicas, la búsqueda de menores costos y
la demanda de servicios puerta a puerta.
En
enero pasado, el convenio 743/16 incorporó la jornada por prestación médica, que engancha el
salario a la productividad (la
cantidad de inyecciones aplicadas, por ejemplo) en lugar de la cantidad de
horas trabajadas.
Antigradualistas
¿Y si los sindicatos se reúsan a ceder beneficios?
En ese caso, los asesores de
empresa proponen "apercibir"
a las organizaciones
gremiales.
No
descartan desempolvar aquel capítulo de la fracasada Ley "Banelco"
que fijaba un plazo de dos años para
negociar convenios:
una vez vencido el lapso sólo regía la Ley de Contrato de Trabajo, en
general menos favorable que los
acuerdos, en los que aún subsisten "conquistas" previas a la
dictadura.
Los
abogados laboralistas, en cambio, sostienen que el Ministerio de Trabajo ya se
embarcó en una política de "disciplinamiento".
Horacio
Meguira, asesor de la CTA Autónoma, lo observa en la demora y obstaculización
de trámites regulares (certificación de autoridades, estatutos, personería e
inscripciones), la impugnación de elecciones fuera de plazo y la
intervención de cinco sindicatos.
En
el ámbito de la negociación colectiva, los síntomas del cambio se reflejarían
en la dilatación de
las homologaciones,
la dificultad para la expresión de las posturas sindicales en las actas, el
dictado de conciliaciones sucesivas en un
mismo conflicto, la no
intervención en conflictos en los que las organizaciones son débiles y la
represión de las protestas encabezadas por delegados "combativos".
Otro
capítulo aparte es el goteo de fondos a las obras
sociales, la ley de ART y los
recientes fallos de
la Corte Suprema, que empiezan a
marcar un rumbo más a tono con las quejas
presidenciales contra la "mafia" judicial y
sindical.
Para
los empresarios, sin embargo, no
es suficiente.
El CEO de Mercado Libre, Marcelo Galperín,
lo hizo explícito al advertir la semana pasada que si el Gobierno evita el modelo brasileño se
irán "millones de empleos" hacia el
país vecino, donde el "unicornio argentino" también tiene oficinas.
En la mesa chica del poder económico más de uno desea ver un Presidente más
decidido.
"Queremos
una ley de reforma laboral porque
negociar cara a cara es más difícil", reconoció a este medio un directivo
de la UIA.
Pero
los ejecutivos saben que ni Macri ni el peronismo quieren "pagar el costo
político".
Brasil desarmó medio siglo de legislación laboral, solo después
de la polémica designación de MichelTemer,
quien llegó a la presidencia sin pasar por las urnas gracias a la interrupción
del mandato constitucional de Dilma Rousseff.
El impacto de los cambios es
de final incierto.
El
otro factor disuasivo es el poder sindical.
Hasta los
dirigentes más conciliadores de Azopardo vieron con sorpresa la débil
resistencia ofrecida por sus pares brasileños a la
ofensiva contra el sistema laboral y los gremios.
En
cambio, el sindicalismo local aún goza
de fortaleza:
mientras en Brasil el 58% de los trabajadores en relación de dependencia está
bajo convenio, la cifra en Argentina llega
al 83%.
Por encima también de Colombia (15%) y Chile (10%).
Así
las cosas, las expectativas privadas están puestas en las elecciones legislativas.
Los hombres de negocios entienden que el ritmo de la reforma laboral depende del espaldarazo que
reciba el oficialismo en
las urnas.
Un
mayor protagonismo del Ejecutivo vía decreto o acuerdos en el Congreso le
permitiría a las compañías evitar un choque frontal con los
sindicatos.
Como sea, las presiones"antigradualistas"
ya están en marcha.
Fuente
“iProfesional”,
22.09.2017
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