4 ene 2020

SOBRE EL SINDROME DE HUBRIS











SOBRE
EL SINDROME DE HUBRIS







Introducción


El término ‘hubris’ o ‘hybris’ (ὕβρις, hýbris) es un concepto griego que significa ‘desmesura’
Es lo opuesto a la sobriedad, a la moderación.
Alude al ego desmedido, a la sensación de omnipotencia, al deseo de transgredir los límites que los dioses inmortales impusieron al hombre frágil y mortal
En la mitología griega se aplicaba a los que víctimas de su propia soberbia, se creían y actuaban como dioses
Es, en definitiva, un intento de romper el equilibrio entre los dioses, la naturaleza y el hombre. 
Y lleva implícito el desprecio hacia el espacio de los demás, lo que los lleva a realizar actos crueles y gratuitos contra ellos.

Es un concepto muy relacionado con el de las Moiras, los tres seres mitológicos que enhebraban, medían y cortaban el hilo de la vida. 
El enfermo de ‘hubris’ se cree con derecho a más hilo del que le fue asignado y se rebela contra su propio destino
En la actualidad, se utiliza como sinónimo de soberbia, arrogancia o prepotencia.

Némesis en la mitología griega era la diosa de la justicia, del equilibrio y de la mesura.
Castigaba los actos de soberbia y devolvía al enfermo de ‘hubris’ a los límites que había cruzado restaurando el equilibrio de la naturaleza. 
El sol derritió la cera de las alas de Ícaro que, por querer volar demasiado alto (‘hubris’), cayó al mar y desapareció para siempre. 
El Se­ñor que confunde los idiomas de la tierra es la Némesis del pueblo orgulloso que pretende construir una torre que llegue hasta el cielo (Génesis 11: 1-9).

 
Psicopatología del poder
 
El concepto de poder en las relaciones humanas es análogo al concepto de energía en el mundo de la física [1]. 
Según Bertrand Russell, es el elemento más importante, la meta última del ser humano y, junto con la gloria, uno de los principales deseos infinitos del hombre [1]. 
Ya en 1987 McClelland identificó el poder como una de las tres necesidades básicas del ser humano [2].

Se ha escrito mucho sobre los cambios (psicológicos y bioquímicos) que el poder produce en las personas que lo ostentan [1-6].
La historia del ser humano es la historia del orgullo desmedido de los poderosos: los generales romanos victoriosos recibían a su entrada en Roma el regalo de una corona de laurel y un esclavo (servus publicus) que, ante los vítores del pueblo, les susurraba unos pasos más atrás: ‘memento mori’ (‘recuerda que eres mortal’)
En la coronación de los papas la alocución sic transit gloria mundi les recordaba lo efímero de su reinado en la tierra.

En 2008, el neurólogo, miembro de la cámara de los lores y excanciller británico David Owen publicó un libro [3] en el que, atraído por el comportamiento y el perfil psicológico de ciertos políticos (parlamentarios, dictadores…), acuña el término ‘síndrome de hubris’ (SH) para describir a los mandatarios que creen estar llamados a realizar grandes obras; muestran tendencia a la grandiosidad y la omnipotencia y son incapaces de escuchar, mostrándose impermeables a las críticas
Owen analiza el comportamiento de políticos como Roosevelt, Ariel Sharon, el sha de Irán, Bush, Blair, etc., y dedica un capítulo a las medidas de protección democrática contra los gobernantes con SH
Para Owen, el SH está indisolublemente unido al poder y alimentado por el éxito
Lo describe como un trastorno adquirido y reversible (puede remitir al desaparecer el poder).

En 2009, el propio David Owen y el psiquiatra Jonathan Davidson [4] proponen que el SH sea contemplado como un nuevo trastorno psiquiátrico, un cluster de síntomas que conforman un síndrome fácilmente reconocible.  
Recogen los 14 síntomas que lo caracterizan (Tabla), de los cuales cinco son específicos (únicos) del SH
Los demás son similares a los recogidos por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) sugestivos de otros trastornos de la personalidad: antisocial (criterio 11), histriónico (criterio 14) y, sobre todo, narcisista (criterios 1-4 y 7-9). 
Para llegar al diagnóstico de SH se necesita la presencia de al menos tres de los 14 criterios y al menos uno de los únicos. 
Establecen como criterio de exclusión que no debe coexistir ninguna otra enfermedad orgánica o psiquiátrica que justifique la existencia de dichos síntomas.

 


Tabla. Síntomas del síndrome de ‘hubris’ en líderes políticos [4].

1. Propensión narcisista a ver el mundo como un escenario donde ejercitar el poder y buscar la gloria

2. Tendencia a realizar acciones para autoglorificarse y ensalzar y mejorar su propia imagen

3. Preocupación desmedida por la imagen y la presentación

4. Modo mesiánico de hablar sobre asuntos corrientes y tendencia a la exaltación

5. Identificación con la nación, el estado y la organización

6. Tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona y usar la forma regia de nosotros

7. Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio por el de los demás

8. Autoconfianza exagerada, tendencia a la omnipotencia

9. Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad, sino ante cortes más elevadas: la historia o Dios

10. Creencia firme de que dicha corte les absolverá

11. Pérdida de contacto con la realidad: aislamiento progresivo

12. Inquietud, imprudencia, impulsividad

13. Convencimiento de la rectitud moral de sus propuestas ignorando los costes

14. Incompetencia ‘hubrística’ por excesiva autoconfianza y falta de atención a los detalles


fuente



1 comentario:

¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.