Los compromisarios formalizan la victoria de Donald Trump bajo una presión inusual
La posibilidad de deserciones en el Colegio Electoral revela la tensión en torno a la elección del magnate
De Washington a Sacramento y de Austin a Springfield, EE UU volvió a vivir una jornada electoral.
Los electores se reunieron en las capitales respectivas y emitieron los votos, ya comprometidos de antemano en función del resultado en cada estado.
Si todos votaron lo que debían votar, Trump obtendría 306 votos y Clinton 232.
Para lograr la mayoría había que superar los 270.
En los últimos algunos grupos progresistas lanzaron una campaña para persuadir a los compromisarios de que alterasen su voto.
Los sondeos previos a la votación indicaban que el esfuerzo era improbable y que la gran mayoría mantendría su voto.
La inexperiencia política de Trump, su personalidad errática y sus inclinaciones demagógicas, los conflictos de interés entre su conglomerado empresarial y su futura función como presidente de EE UU, y las noticias sobre la interferencia rusa en la campaña para lograr su victoria contribuyeron a colocar la atención sobre el colegio electoral.
Lo habitual es que el voto sea un trámite y que pase desapercibido.
Esta vez no ha sido así, y los compromisarios se han encontrado de repente bajo los focos.
Catha apoyó al senador socialista Bernie Sanders en las primarias demócratas, pero después, cuando Clinton logró la nominación del partido, trabajó “siete días a la semana durante seis meses” por la candidata.
“Por eso es tan duro (la elección de Trump).
Literalmente, no hay más que hubiéramos podido hacer”, decía Catha por teléfono desde Reno.
“Tengo muy pocas esperanzas de que pase algo no previsto en el Colegio Electoral”.
En la marea de hipótesis políticas que inunda estos días Estados Unidos, se ha planteado la posibilidad de que los demócratas se pusieran de acuerdo con un número suficiente de republicanos para votar por otro republicano que no fuera Trump.
“Sería difícil para mí, porque soy muy, muy, demócrata, pero seguramente lo haría”, responde Catha.
Lo haría “si estuviera seguro de que va a ganar alguien como Kasich, Romney o McCain, gente a la que antes odiaba pero que ahora veo con otra perspectiva”, dice, en alusión a varias figuras republicanas que han retado a Trump, y podrían ser aceptables para un demócrata “Hay varios escenarios en los que Trump podría acabar con la humanidad, y eso con Kasich no lo veo, así que es una elección fácil”, añade.
Ve dos alternativas: “O democracia directa, o un colegio electoral que de verdad sea una salvaguarda para la democracia como lo querían los padres fundadores”.
EL
ÚLTIMO OBSTÁCULO
Estipulada para el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre, es decir, este lunes, la votación en colegio electoral sirve para elegir al presidente y al vicepresidente de Estados Unidos. Cada estado da todos sus votos al candidato ganador en el estado, excepto Maine y Nebraska, que los reparten según sus distritos.
Los votos se cuentan el 6 de enero en el Congreso, reunido en sesión conjunta, y el vicepresidente, en calidad de presidente del Senado, proclama al vencedor.
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