16 mar 2020

LOS ARGENTOS Y... TEMÍSTOCLE







LOS ARGENTOS Y... TEMÍSTOCLE


(2012)



Como dijo Temístocles: "Pega, pero escucha"


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Mariano Grondona LA NACION


25 de noviembre de 2012  


En el año 480 antes de Cristo, cuando Grecia jugaba su suerte frente a la invasión del poderoso Imperio Persa, un brillante general ateniense llamado Temístocles concibió la idea de atraer a la flota invasora a las estrechas aguas que rodean a la isla de Salamina, donde esperaba que los navíos persas, más grandes y numerosos que los de su pequeña flota, no tuvieran espacio para maniobrar. 

Como su estrategia era revolucionaria, Temístocles encontró una apasionada oposición entre los generales tradicionales hasta que uno de ellos, llamado Euribíades, le propinó una sonora bofetada. 

En lugar de devolvérsela, Temístocles le dirigió entonces esta frase que quedaría en la historia: Pega, pero escucha.  

Después de haber golpeado a Temístocles, Euribíades reflexionó y siguió su consejo, y la pequeña flota ateniense pudo maniobrar entonces en las estrechas aguas de Salamina mientras los pesados barcos persas, obstaculizándose unos a otros, conocían el rostro del desastre. 

Así fue cómo Grecia y con ella la civilización occidental, nuestra Europa y nuestra América, entraron por la puerta grande de la historia.

Lo esencial de esta anécdota, tan lejana y sin embargo aún cargada de sentido, es que Euribíades, pese a su bronca, supo escuchar , supo prestar el oído para recoger el mensaje que se le ofrecía. 

Dicen los sabios desde siempre que por algo tenemos una sola boca y dos oídos, lo cual quiere decir que incluso "físicamente" estamos mejor preparados para oír que para hablar, pero no sólo para "oír", sino, sobre todo, para "escuchar", es decir, como define el Diccionario de la Lengua Española , para "prestar atención a lo que oímos"

Si uno extremara el análisis, hasta podría decirse que es preferible perder antes que ganar un debate, porque el que lo pierde se enriquece con las razones superiores que demostró poseer su contrincante, en tanto que el saber del que lo gana, aparte de la satisfacción narcisista que le brinda su victoria, se queda donde está.

Exigirles a los políticos que alberguen esta sublime tabla de valores sería quizás excesivo, pero el mero hecho de que ella sea posible alcanza para subrayar que algo grave está ocurriendo entre nosotros para que uno de los funcionarios de la Presidenta haya podido decir que "a ella no se le habla; se la escucha", mientras que otro, en este caso el ministro Julio De Vido, viene de afirmar que sólo su re-reelección en 2015 garantizaría "la continuidad del modelo"

Estos breves pasajes no dejan ver por cierto una vocación republicana , sino una tendencia decididamente monárquica en función de la cual una sola persona habla mientras la misión de las demás es oírla y obedecerla, un destino que cumple con entusiasmo real o fingido el previsible coro de sus aplaudidores.

Algo anda mal, por lo visto, en la República Argentina. 

En una república "normal" como la que tienen nuestros vecinos, ya se llamen Brasil, Chile, Uruguay, México o Colombia, se dan otras condiciones. 

Ninguno de sus sucesivos presidentes ha pretendido, por lo pronto, la cualidad de ser "eterno" que la diputada Conti atribuye a Cristina sin que nadie en el entorno presidencial la desmienta. 

Todos ellos se han sucedido unos a otros, al contrario, según los plazos fijados por la Constitución, en tanto que las más diversas opiniones se entrecruzaban a favor o en contra de su gestión. 

Y hasta hemos contemplado el rigor de Dilma Rousseff para con encumbrados ministros de Lula condenados a prisión. 

¿Es imaginable entre nosotros un destino comparable para ministros o funcionarios ampliamente sospechados de corrupción? 

¿O el sesgo "monárquico" que hemos notado en nuestro gobierno también incluye la impunidad de sus servidores?

Lo nuestro ocurre, por otra parte, a sólo un año de una reelección en la cual Cristina recibió el 54 por ciento de los sufragios. 

Pero esta contundente cifra, que la llevó a la autoexaltación mientras abatía el ánimo de sus críticos y opositores, no se ha sostenido en el tiempo. 

Las encuestas más serias reducen hoy el apoyo con que ella cuenta a alrededor de un 30 por ciento. 

Dos señales recientes han venido a confirmar en las calles el vertical descenso de su popularidad.

El ya famoso 8-N mostró que cerca de dos millones de personas la impugnaban, eso sí, civilizadamente. 

Esta multitud rechazó la re-reelección y denunció la inflación y la inseguridad, convirtiendo así la crítica en un clamor todavía sin portadores de nombre y apellido, pero de amplio impacto a todo lo largo del país.

Los observadores adjudicaron estas voces a nuestra extensa clase media, en tanto que la rotunda protesta a que dio lugar el 20-N, que tuvo un indudable alcance popular, fue la expresión del disgusto creciente de la clase obrera al cual han venido a sumarse incluso dirigentes que hasta ayer parecían respaldar al Gobierno, contra el aumento voraz del impuesto a las ganancias que, por efecto de la inflación, ahora llega hasta a los bolsillos de aquellos cuyos ingresos no sobrepasan la modesta suma de cinco mil pesos mensuales.

Un gobierno que hace un año aparecía plebiscitado se ve debilitado al extremo. 

¿A qué atribuir este rápido descenso? 

Un diagnóstico como los que siempre han abundado entre nosotros podría adjudicarlo al enfriamiento de la economía. 

Entre 2011 y 2012, en efecto, la economía se enfrió. Pero ¿hasta qué punto? 

¿O la razón del vertiginoso retroceso del Gobierno en las encuestas podría deberse a un hecho nuevo que, apoyado sin dudas en las dificultades económicas, responde empero a causas hasta ayer inéditas entre los argentinos?

Hay por lo pronto un nuevo reclamo que reina por doquier, en la Capital y en el interior, entre los opositores y los ciudadanos de a pie, en la clase media y en la clase obrera. 

Se le pide al Gobierno que escuche.  

Es una demanda de comunicación . La gente ve a una presidenta aislada , a la que sólo rodea un puñado de incondicionales

Ella les habla casi diariamente con un discurso exaltado y retórico que, sin embargo, esquiva sistemáticamente a la realidad

Hay quienes juzgan, ya, que sus actitudes bordean la soberbia

Otros la perciben rodeada por aduladores que la incomunican con el pueblo, sobre todo con aquella parte del pueblo que hace un año la votó. 

Es oportuno recordar ahora lo que Aristóteles dice en La Política de los demagogos

En las cortes monárquicas, a los aduladores del rey se los llamaba "cortesanos"

Parecen subordinarse más que nadie al rey, pero en verdad lo subordinan a él tejiendo a su alrededor una red hecha de alabanzas desmedidas que terminan por alimentar fuera de toda medida el concepto que tiene de sí mismo

Ocurre algo similar con esos cortesanos de la multitud que son, en las democracias, los demagogos

Adulan a las masas para, en el fondo, manipularlas, hasta que al fin las envuelven en una red de halagos y aparentes concesiones de la cual no podrán librarse. 

¿Quiénes mandan entonces al final? 

¿Cristina-reina o el apretado coro de sus aplaudidores? 

A la Presidenta la persigue la soberbia que lleva a la incomunicación. 

Los aplaudidores responden, a su vez, a dos categorías. 

Todavía los hay sinceros, a quienes alimenta el fanatismo. 

Pero quizá más amplia es la categoría de los aprovechados, los que se multiplican en medio de la corrupción

Si uno pudiera ofrecerle a la Presidenta un consejo, la invitaría a notar el elocuente silencio en la calle de los argentinos, un amargo silencio sin pancartas ni choripanes, adonde va muriendo lo que hasta hace muy poco fue una extendida ilusión. 

¿Podrá recuperarla alguna vez Cristina

Se lo deseamos aunque, lamentablemente, no lo esperamos. 

Fuente
“LA NACIÓN”, 25.11.2012

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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.