24 mar 2020

CARNALITO… ¿ME ESTAS VACILANDO?










CARNALITO…
¿ME ESTAS VACILANDO?


Besos, abrazos y estampas contra el coronavirus

Los líderes latinoamericanos tienen que estar a la altura de una emergencia de salud como la del COVID-19

Pero: López Obrador ha sido renuente a aceptar las recomendaciones médicas y Bolsonaro ha dicho que el virus ha traído “histeria”.





Credit...Presidencia de México vía Reuters




Por Diego Fonseca

El autor es periodista.


IGUALADA, Cataluña — Es difícil superar a Donald Trump como el peor líder manejando la crisis del coronavirus, pero —hombre— Andrés Manuel López Obrador sí que hace el esfuerzo.


Sigan estos hechos. 

El 4 de marzo, después de que expertos sanitarios de su gobierno recomendaran mantener la distancia social por el coronavirus, el presidente de México dijo que no había nada malo en abrazarse, y lo encomió

Una semana después, la Organización Mundial de la Salud calificaba de pandemia la crisis del COVID-19, e igual no importó: López Obrador siguió repartiendo amor a cientos de personas en sus mítines propagandísticos

El momento cenital de su Virus de los Abrazos llegó cuando alzó en brazos a una niña y la besó ocho veces antes de encajarle tres mordiscos en la mejilla

No acabó ahí: la última imagen del cinismo de un presidente llegó cuando AMLO dijo en una de sus conferencias de prensa matutinas que la defensa contra el virus era la honestidad

Luego mostró dos estampas de santos a los que llamó sus guardaespaldas.


En pocas palabras: López Obrador es irresponsable

Su desdén a tomar medidas preventivas y liderar con el ejemplo es una parodia peligrosa de un reyezuelo displicente

México tiene poblaciones vulnerables, ciudades sobrepobladas, transporte público desbordado y un sistema de salud debilitado por los recortes presupuestario de su gobierno en 2019.


Esta crisis demanda esfuerzo colectivo, pero exige, sobre todo, que esa decisión individual sea reforzada a diario por la conducta de los funcionarios electos. 

Presidentes, alcaldes, gobernadores, diputados deben ser prescriptores de conducta. 

Su figura orienta comportamientos, fija los límites simbólicos de lo permitido. 

Por algo a algunos se les llama primeros mandatarios o primeros ciudadanos: porque han de ser ellos quienes cumplan la ley antes que todos.


Mi pareja, mi hija y yo estamos confinados en Igualada, la capital de la primera comarca confinada en España. 

Setenta mil personas sometidas a régimen de aislamiento: nadie entra, nadie sale, cero aglomeración. 

Para cuando se dictó el confinamiento, ya había un muerto y hoy la tasa de fallecidos por habitantes es una de las más altas del país.

España llegó tarde, como Italia, a proteger a su población del coronavirus

A los gobiernos les ha costado hacer comprender cuán apremiante es la distancia social y la cuarentena. 

Los muertos marcan la medida del titubeo o la indiferencia.



Hay una gran distancia entre los errores nacidos de la buena voluntad y los desafíos, ignorantes, cínicos o frívolos de líderes que debieran dar la nota en el tono adecuado. 

Una cosa es el error mínimo y otra el fallo sistémico de tratar a la mayor pandemia en un siglo como una alergia estacionaria.



La necedad carece de propietarios ideológicos y tiene la capacidad —viral— de hacerse ubicua.

La falibilidad humana es capaz de empujarnos al absurdo, seguro, y en ocasiones los deslices pueden ser risueños

Pero la ignorancia y el cinismo matan gente sin necesidad de apretar gatillos. Basta creer bulos, desoír a los expertos o actuar como un patán que se cree inmortal.


En eso, AMLO no está solo, en especial en América Latina, dada su vulnerabilidad ante una pandemia, con sistemas de salud pública endebles y pobreza estructural. 

Jair Bolsonaro, por ejemplo, también se dio un baño de masas en contra del consejo médico —incluso después de estar con un funcionario enfermo— y ha dicho que el virus trajo una cierta histeria

El gobierno de Nicaragua convocó a una marcha bajo el lema “Amor en tiempos del COVID-19 en un país con uno de los peores sistemas sanitarios de América Latina.


Entiendo la excepcionalidad del momento, claro. 

Los gobiernos están sometidos a una presión única. 

Están entrenados para lidiar con opositores, ganar elecciones, manejar un paro o, incluso, una revuelta. 

Pero una pandemia inesperada, velocísima y novísima empuja sus capacidades al límite.

Tienen que liderar a una ciudadanía asustada con el uniforme de comandantes de la nación o, cuanto menos, tienen que atender su propio futuro: el modo en el que gestionen esta crisis renovará mandatos o hundirá carreras.


Por eso es necesario que lideren con el ejemplo. 

La crisis sanitaria del coronavirus está dotando a los presidentes de poderes significativos, inusuales en una democracia de días normales.

No la suma del poder público, pero sí la potestad de tomar decisiones que afecten nuestros derechos más personales. 

Y la ciudadanía ha aceptado esos recortes sin alboroto: los que podemos hacerlo renunciamos a nuestras vidas un poco quedándonos en casa a cambio de facilitar a las autoridades el manejo de la enfermedad.


Ahora bien, esa renuncia exige compensación.

Si hemos de dar más atribuciones a nuestros gobiernos, sus líderes deben actuar a la altura de las circunstancias. 

No, AMLO: no se puede andar a los abrazos.

Apiñar gente en un país que no es capaz de atender cuestiones menores de salud es criminal, Daniel Ortega

Bolsonaro, esta enfermedad demanda gestos serios, no burlas.


Liderar no es aparecer siempre primero en las fotos rodeado de aliados que aplauden cada ocurrencia como si fueran la enunciación de una máxima filosófica. 

Liderar también es saber apartarse para que quienes saben —en este caso, los expertos— conduzcan el proceso. 

Por eso no debieran comportarse como si no les cupiere responsabilidad ni debieran dar ejemplo

Un rey torpe conduce seguro a la derrota

Mil abrazos, ocho besos y tres mordiscos, también.


Diego Fonseca es colaborador regular de The New York Times y director del Institute for Socratic Dialogue de Barcelona. Voyeur, su nuevo libro de perfiles, se publica en abril.


Fuente

“THE NEW YORK TIMES”, 22.03.2020

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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.