Casi como un desafío al destino, los técnicos del Frente de Todos provocaban con que a ellos no les iba a pasar lo mismo que a Macri porque estaban al tanto del problema.
Esa convicción comenzó a trastabillar esta semana.
A tal punto que llegó a las conversaciones que mantuvo el ministro de Economía, Martín Guzmán, con su grupo más cercano de asesores, compuesto por Raúl Rigo, Haroldo Montagu, Roberto Arias, Viviana Salas y Diego Bastourre.
El propio Rigo tenía la misión de transmitir ese estado de situación en la reunión interministerial que se hizo ayer.
La pandemia le trajo a Alberto Fernández un desafío inesperado: gobernar con menos dólares de los que tenía previsto.
La herencia positiva de Macri, le decía Sergio Massa, uno de los socios fundadores de la coalición que gobierna.
Uno de los puntales del plan oficial es la compra de los dólares excedentes de la economía a través del BCRA, el único organismo en el país que tiene libre acceso a la divisa por la vigencia del cepo cambiario.
Para eso es necesario que sobren divisas.
Macri cerró el año pasado con un superávit comercial cercano a los US$16.000 millones. Guzmán estaba convencido de que podría elevar ese número hasta los US$20.000 millones, en parte, por el tipo de cambio competitivo que dejó la gestión anterior.
Otra herencia positiva de Macri, al menos desde los ojos de la Casa Rosada.
La crisis derivada del coronavirus hizo estallar esos cálculos.
El campo es el mayor generador de dólares de la Argentina.
En ese firmamento, la soja es la estrella más brillante, con un 40% de las ventas al exterior.
El precio de la tonelada cayó en la crisis sanitaria desde unos US$350 a US$315.
Números preliminares del sector privado estiman que habrá que anotar un recorte superior a los US$2500 millones por ese lado.
El Frente de Todos subió las retenciones a la soja. Marina Dal Poggeto, directora ejecutiva del Estudio Eco Go, predica que la economía se mueve por precios.
Desde esa mirada, cuando el productor se siente con el papel y el lápiz para definir la campaña que derivará en la cosecha del año próximo, tendrá un menor precio internacional, al que le restará más por retenciones y también por el tipo de cambio (está obligado a vender dólares en el mercado oficial, pero si quiere comprar, tendrá que ir al blue).
A la crisis se le suma la política.
La suba de las retenciones disparó el enojo de los productores.
Algunos economistas sostienen que no es desdeñable el papel que puede jugar la molestia del chacarero con el kirchnerismo al momento de decidir cuánto invierte.
Ya se sabe: el homo economicus también tiene corazón.
Pensar en 2021 pone sobre la mesa otra cuestión que ya se discute en el Frente de Todos.
El coronavirus le hace daño a la economía, pero si se extiende, el golpe puede ser mayor.
En parte, porque la gestión de Alberto Fernández aún vive de los flujos y stocks que se generaron en la de Mauricio Macri, algo que no durará para siempre.
En términos esquemáticos: hoy se cosecha la siembra del año pasado y el próximo, la de éste.
Dicho de otra manera: la economía del futuro encontrará su fundamento en las decisiones del Presidente.
El plan original del Frente de Todos también estalla en el terreno de la energía.
Una de las grandes apuestas de Fernández era potenciar el desarrollo de Vaca Muerta, la formación de recursos petroleros no convencionales de clase mundial, a la altura de geologías como las de Rusia y Estados Unidos, con potencial para ser una gigantesca fábrica de dólares.
Esta semana el petróleo tuvo la peor caída desde la guerra de Irak, en 1991.
Otra vez hay que recurrir a la idea del precio.
Si baja, hay menos interés por producir.
El consorcio YPF-Chevron produce en Vaca Muerta a un costo de US$35 por barril, pero los petroleros dicen que una nueva inversión derivará en un costo por encima de los US$50.
Aunque es una industria que mira al largo plazo, también es cierto que nadie querrá poner en marcha proyectos nuevos para perder plata.
Por ahora, los petroleros reciben en el país un precio mayor que en el resto del mundo, pero difícilmente eso alcanza para convencerlos.
La última mala noticia la dio el turismo, otra nave que el Frente de Todos quería convertir en insignia.
Lo tenía claro Matías Lammens, que aceptó su cargo porque le endosaron el área a lo que iba a ser solo la cartera de Deportes.
Con un tipo de cambio competitivo -la Argentina es cara para los que viven aquí, pero barata para quienes vienen de afuera-, la Casa Rosada descontó un mayor ingreso de dólares por Ezeiza.
Los números del Indec muestran que en enero pasado llegaron 314.000 turistas extranjeros al país por vía aérea, un 7,4% menos que en el mismo mes del año anterior.
En la comparación total, la llegada de turistas fue mayor, pero los que vienen en avión suelen ser los mejor predispuestos a gastar en moneda dura.
Todos en Economía reconocen que el efecto de la pandemia en el nivel de actividad será malo, aunque el nivel de daño depende de la duración del problema.
La dificultad adicional es que en una economía maltrecha, el virus acelera los tiempos en que se muestran las debilidades de las cuentas públicas.
Un colaborador cercano de Guzmán se preguntaba esta semana : ¿Qué Plan Marshall podemos aplicar nosotros?
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