Revelan la amabilidad con que Brufau trataba a los socios elegidos por Néstor y Cristina Kirchner para "argentinizar YPF" y "defender el interés nacional".
Demuestran la laxitud con que les otorgaba bonificaciones millonarias por encima de sus sueldos que no fueron aprobadas por la asamblea de accionistas como establece el artículo 14 del estatuto de YPF y la ley 19.550 de sociedades comerciales.
Este negociado orquestado por Néstor y Cristina Kirchner en torno a YPF y la energía es la mayor estafa de la historia argentina.
Ni el juez federal Ariel Lijo , a cargo de la investigación, ni el gobierno nacional ni las actuales autoridades de YPF parecen demasiado interesados en el caso.
Por eso creo que es importante insistir sobre lo ocurrido.
¿Qué dicen las cartas?
El 5 de marzo de 2010, Brufau le escribe de puño y letra a Enrique Eskenazi.
Dice: "Me parece extraordinario observar tu energía y liderazgo, a través de tu vinculación personal y la forma en que estás potenciando los valores empresariales que solo tienen aquellas sociedades responsables con todo su entorno y no solo con los accionistas. Tu compromiso de futuro y visión moderna de Argentina, y el papel, con el que coincido totalmente, que YPF tiene que representar para el desarrollo de un país con tantas oportunidades como el tuyo, Argentina".
Acto seguido le otorga 1 millón de dólares libre de impuestos (aclara en el margen) como "complemento de tus ingresos" y en "agradecimiento" por los servicios prestados en 2009.
Entre 2008 y 2011, la producción de petróleo y gas de YPF cayó 21% y 10%, respectivamente, mientras las reservas netas se desplomaron un 24%.
La exploración, esencial para la sustentabilidad de la compañía, tocó el punto más bajo de su historia: perforaron solo 13 pozos al año, la mitad que en el lustro anterior, y una dramática caída desde los 95 pozos anuales que se perforaban en los años 90 cuando alcanzamos y consolidamos el estratégico autoabastecimiento energético.
Estas cartas fueron presentadas ante la justicia por YPF en la demanda que inició contra Brufau en 2012 tras la reestatización.
Después de indemnizar a Repsol, desistió del juicio.
Pero el accionista minoritario, Ricardo Paz Herrera, inició una denuncia similar contra Brufau, Eskenazi y otros para que devuelvan el dinero, ante el Juzgado Comercial N° 16, Secretaría N° 32.
Ese mismo 5 de marzo de 2010, Brufau le escribe otra carta al delfín familiar Sebastián Eskenazi.
Aunque no conocía el negocio petrolero, lo nombraron CEO, ejecutivo máximo.
Entre otras cosas el español le dice: ". he analizado el año desde una perspectiva global -mundo-, y particular de Argentina, y te puedo decir que, desde Repsol, no podemos estar mejor representados en YPF."
En recompensa le otorga 2.800.000 dólares, libres de impuestos, que completan su sueldo anual de 1.650.000 dólares.
Un año después, le vuelve a escribir y le da otro bono libre de impuestos de 3.000.000 de dólares, que se suman a su sueldo anual de 1.920.000 dólares.
En esa misma misiva reparte otros 2.000.000 de dólares para dos directores puestos por los Eskenazi, Ignacio Morán y Mauro Dacomo: "1 millón para cada uno, libre de impuestos", aclara.
Distribuyeron casi un 150% de las utilidades obtenidas. El 75% fue para Repsol y 25% para los Eskenazi.
¡Curiosa argentinización! El dinero fue girado a cuentas en Europa y Estados Unidos, según constancias del expediente judicial.
Mientras Repsol y sus socios argentinos vaciaban la petrolera y dejaban al país sin energía, la Presidenta elogiaba a la familia Eskenazi en actos públicos.
Hasta que inevitablemente, como advertí en julio de 2008 en el Senado, el país perdió el autoabastecimiento y nos vimos obligados a importar crecientes volúmenes de energía, como nunca antes.
Entre 2011 y 2017 el país gastó casi 50.000 millones de dólares (cifras de Daniel Montamat) en importar gas que teníamos bajo tierra.
Durante la gestión Eskenazi el pasivo de YPF se triplicó: pasó de US$3000 a US$9000 millones.
Esto no impidió que al menor de la familia, Matías, director adjunto de YPF, que no tenía un cargo ejecutivo, también se le pagara un sueldo fijo de 1.650.000 dólares al año y que Brufau le diera un bono adicional de 1.000.000 dólares, obviamente libre de impuestos.
En una carta manuscrita en 2010, el ejecutivo español le dice: "En particular me gustaría. destacar tu dedicación a Maxus, que tan buenos resultados está dando."
La cuestión a la que se refiere la carta es una demanda ambiental que pesa desde hace seis décadas sobre Maxus, una empresa norteamericana comprada por YPF en los 90 durante su proceso de internacionalización.
Repsol transfirió a su holding en España todos los valiosos yacimientos adquiridos por YPF a través de Maxus en América, Europa y Asia, en su afán por convertirse en una compañía global.
Pero dejó en los balances de la petrolera argentina el millonario pasivo ambiental.
Este detalle se les pasó por alto a Enrique, Sebastián y Matías Eskenazi encargados de "defender el interés nacional".
El año pasado YPF fue notificada de una demanda iniciada en su contra en una corte de Delaware, Estados Unidos, por 14.000 millones de dólares.
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"INFO - Periodismo Privado", 02.11.2017
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