CEREBRO / CLOTO / FUTURO / ÉTICA
¿Quién debería recibir un
medicamento que turbocargue el cerebro?
En 2011, Dena Dubal fue contratada por la Universidad
de California, campus San Francisco, como profesora asistente de Neurología.
Ella
montó un nuevo laboratorio con un objetivo primordial: entender a una
misteriosa hormona llamada cloto.
Dubal se preguntaba
si esta hormona podría ser la clave para encontrar tratamientos eficaces para
la demencia y otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento del
cerebro.
En ese momento, los científicos sabían lo suficiente sobre cloto para
que esta fuera fascinante para ellos.
Por ejemplo, los
ratones criados para producir más cloto tenían una vida un 30 por ciento más
larga.
Pero los científicos también habían descubierto cloto en el cerebro;
entonces Dubal comenzó a realizar experimentos para descubrir si influía de
alguna manera en la forma en que los ratones aprenden y recuerdan.
Los resultados fueron
asombrosos.
En un
estudio, ella y sus colegas descubrieron que una mayor cantidad de
cloto protege a los ratones con síntomas de alzhéimer de un deterioro
cognitivo.
“Su pensamiento, a cualquier grado que la midiéramos, fue
preservado”, señaló Dubal.
Ella y sus colegas
también criaron ratones saludables para que produjeran más cloto.
Ellos
tuvieron un mejor desempeño que sus compañeros roedores en cuanto al
aprendizaje de laberintos y otras pruebas cognitivas.
Cloto no solo les
protegió el cerebro, concluyeron los científicos, sino que se
los mejoró.
Los experimentos realizados con más ratones arrojaron
resultados similares.
“Simplemente no
podía creerlo, ¿era verdad o solo era un falso positivo?”, recordó Dubal.
“Pero
es cierto. Mejora la cognición incluso en un ratón joven. Los hace más listos”.
Han pasado cinco
años desde que Dubal y sus colegas empezaron a publicar estos extraordinarios
resultados.
Otros investigadores han realizado interesantes hallazgos por su
cuenta, lo que indica que cloto podría servir de protección contra otras
enfermedades neurológicas, incluyendo la esclerosis múltiple y el párkinson.
Ahora Dubal y otros
investigadores están intentando idear tratamientos basados en estos resultados.
Esperan tratar enfermedades como el alzhéimer, ya sea inyectando cloto en el
cuerpo o estimulando al cerebro para que aumente la producción de esta hormona.
Los investigadores
que están desarrollando estos tratamientos reconocen sin problema que estos
podrían no tener éxito.
Además, otros expertos en cloto creen que queda mucho
trabajo por hacer para averiguar el efecto que esta hormona tiene en el
cerebro.
“Tenemos todos
estos hallazgos sorprendentes que muestran un impacto realmente importante,
pero en verdad no podemos explicar por qué”, comentó Gwendalyn D. King,
neurocientífica de la Universidad de Alabama en Birmingham.
“Es ahí donde
estamos empantanados”.
Pero ¿qué sucede si
los científicos se desempantanan? ¿Qué pasaría si en verdad fuera posible crear
un medicamento que mejore la cognición?
Tendemos a pensar
que los medicamentos que mejoran el desempeño son malos; un ejemplo: el dopaje
en el deporte.
Que los medicamentos que curan o previenen las enfermedades son
buenos.
“La comunidad científica y la sociedad ponen esos límites”, señaló Eric
Juengst, director del Centro de Bioética de la Universidad de Carolina del
Norte.
Cuando hablamos de
cloto, quizá no existan esos límites.
En teoría, un medicamento así podría
ofrecer tanto una forma de prevenir las enfermedades del cerebro como de
mejorarlo.
Hilvanando las hebras
En 1991, un
cardiólogo japonés llamado Makoto Kuro-o empezó a estudiar la hipertensión.
Insertó ADN en embriones de ratón, con la esperanza de crear una línea de
roedores que tuviera ese padecimiento.
En cambio, algunos
de sus ratones, al parecer, envejecían demasiado rápido.
“Por lo general, los
ratones viven dos años, pero estos ratones se morían después de dos o tres
meses”, comentó Kuro-o, quien ahora es profesor de la Jichi Medical University
en Japón.
Tendemos a pensar que los medicamentos que mejoran el desempeño son
malos. Que los medicamentos que curan o previenen las enfermedades son buenos.
Kuro-o sospechaba que accidentalmente había
desactivado un gen que tenía algo que ver con la esperanza de vida.
Cuando les
practicó la autopsia a los ratones, se sorprendió al encontrar atrofia
muscular, huesos quebradizos y ateroesclerosis.
Pasó los siguientes
años buscando este gen.
Cuando por fin él y sus colegas lo encontraron, le
dieron el nombre
de cloto, en honor a una de las tres moiras de la mitología griega.
Su trabajo era hilar las hebras de la vida de todas las personas.
Kuro-o y sus
colegas descubrieron que la hormona cloto se produce en algunos órganos, dentro
de los que está incluido el cerebro.
Cuando estudiaron a los ratones que no
tenían esta hormona, descubrieron que la cognición se deterioraba mucho más
rápido que en los animales normales.
Algunas personas también conllevan una variación
genética que hace que produzcan niveles más elevados de cloto en su cuerpo que
el promedio.
En marzo, Dubal y sus colegas publicaron un
estudio que indicaba que quizá cloto también le proporcionaba a la
gente cierta protección contra el alzhéimer.
Uno de los factores
de riesgo más grandes del alzhéimer es una variante genética llamada APOE e4.
Heredar dos copias de este gen puede aumentar el riesgo más de ocho veces.
Dubal y sus colegas
descubrieron que, aparentemente, mucha gente con APOE e4 tendría alzhéimer en
algún momento incluso si todavía no mostraba signos de demencia.
Tenían
marcadores que indicaban que había una acumulación de coágulos en su cerebro.
Posteriormente,
Dubal y sus colegas estudiaron a las personas con APOE e4 y con más cloto.
No
tenían un exceso de coágulos.
Dubal especuló que
es posible que en estas personas, cloto esté disminuyendo los efectos de portar
APOE e4.
“Tal vez su cerebro es más joven en términos biológicos”, señaló.
¿Una hormona protectora?
En 2015, una de las
colaboradoras de Dubal, Carmela Abraham de la Universidad de Boston, decidió
que ya era hora de formar una empresa.
Ella y sus cofundadores la llamaron Klogene
Therapeutics.
Basada en sus
quince años de investigación, Carmela Abraham consideró que aumentar los
niveles de cloto en el cerebro podría proteger a la gente de enfermedades
degenerativas del cerebro.
Klogene ha estado desarrollando una gama de técnicas
nuevas para manipular esta hormona.
En una serie de
experimentos, emplearon la técnica de modificación genética llamada Crispr a
fin de modificar el ADN de las neuronas humanas.
Las células modificadas producen
más cloto.
Klogene también ha
estado probando compuestos que pueden aumentar la producción de cloto.
“La
solución con la que soñamos es que se tome una pastilla al día, de la misma
forma en que ahora se toman las estatinas”, comentó Carmela Abraham.
¿Qué pasaría si
encontrara la solución con la que sueña e inventara una pastilla para aumentar
los niveles de cloto en el cerebro?
Tal vez la gente
responda como los ratones y obtenga protección contra las enfermedades.
También
es posible que la gente saludable responda a esa pastilla de la forma en que
responden los ratones a más cloto y su mente tenga un mejor desempeño.
Para Juengst,
sería complicado resolver la cuestión ética de dicho medicamento.
¿Sería
aceptable emplear la modificación genética para cambiar el cerebro de la gente
a fin de que produzca mayor cantidad de esa hormona? ¿Por qué no empezar desde
antes y modificarla en los embriones?
Las encuestas
sobre la modificación genética tienden a reflejar una división tradicional
entre la enfermedad y el aumento de la capacidad.
La gente se inclina más a
aprobar la modificación genética para prevenir una enfermedad y tiende a decir
que aumentar la capacidad es algo incorrecto.
Sin embargo, si un
tratamiento que se basa en cloto algún día llega a prevenir la demencia, no hay
forma de obtener esos beneficios sin aceptar
también su uso como un componente que aumenta la capacidad del cerebro.
Pese a las complejidades
éticas, Dubal cree que el aumento de la capacidad cognitiva derivada de cloto
sería algo bueno, no solo para las personas, sino también para la sociedad.
En última
instancia, el factor más importante para Dubal es si las inquietudes éticas acerca
del aumento de la capacidad pueden impedir la investigación sobre cloto como
mecanismo para tratar las enfermedades que amenazan la vida.
“Tendremos a 115
millones de personas con alzhéimer para 2050”, afirmó.
“Si podemos lograr que
este sea un tratamiento eficaz, entonces sería poco ético no hacerlo”.
Fuente
“The New York Times”,
EE.UU., 04.04.2019
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