La superación de la turbulencia cambiaria es tomada por el macrismo como una oportunidad para recuperar iniciativa política y acelerar el recorte fiscal.
El Presidente insinuó cambios en el mecanismo interno de toma de decisiones y envió un mensaje al peronismo. Lo que viene.
Mauricio Macri decidió tomarse en serio el viejo proverbio chino que afirma que detrás de cada crisis hay una oportunidad.
aliados.
A un "gran acuerdo" político (así lo definió el mandatario) que garantice el pasaje del gradualismo a medidas de ajuste que aseguren el repago de la cuantiosa deuda que viene colocándose en los mercados desde que asumió, a la que ahora se sumarán los dólares que puedan recibirse del FMI.
Entiende que el gradualismo duró lo que duró.
Y que para llevar a cabo la tarea de "vivir sin gastar lo que no se tiene" necesitará -sí o sí- de un pacto con los gobernadores peronistas y con el justicialismo en general.
El cambio en su estilo de gestión ya empezó con la resolución de la corrida cambiaria.
No fue sólo la destreza financiera de Luis Caputo la que ayudó a doblegar la crisis.
Eso lo marcará la propia dinámica.
Pero sí de un impulso político a partir de la ampliación de la "mesa chica" que, por cierto, venía siendo muy criticada por su creciente hermetismo.
La decisión de "ir a fondo para adelante" se tomó durante el último fin de semana, después del "viernes negro", que terminó con un dólar a $23,70.
Por el contrario, Nicolás Dujovne se encontró en Washington con ánimos caldeados por parte del staff del organismo, que se sintió puenteado por el ministro.
En Buenos Aires, un encendido Carlos Melconian daba un diagnóstico que sonaba apocalíptico en la conferencia "A Todo Trigo" realizada por los acopiadores de cereales.
Los 52 minutos del evento fueron transmitidos en directo en el sitio web de los organizadores.
Pero su audiencia explotó un día después cuando su alocución fue "colgada" en YouTube.
En medio del peor momento de la administración Cambiemos, en el primer piso de Casa Rosada tomaron esa exposición de Melconian como una afrenta.
La ofensiva fue a varias puntas: desde lo económico y financiero -cuya principal carta (el FMI) ya estaba jugada- y también desde la política.
Las respuestas fueron al límite, "a lo kirchnerista", como semblanteó un funcionario del equipo económico en diálogo con iProfesional.
Faltaban apenas 72 horas para el vencimiento de Lebac.
Ese sábado, Sturzenegger reunió a los principales banqueros para pedirles que renueven estos títulos.
También, "algo más": que subieran un 20% su exposición aprovechando los elevados rendimientos.
Hubo también una firme convocatoria a empresas exportadoras de soja, que venían reteniendo en los silobolsas a la espera de un dólar más alto.
La clave para que todos ellos-banqueros y sojeros- jugaran a favor del Gobierno fue la estrategia desplegada a partir del lunes: primero con la convalidación de un dólar a $25; luego, con la entrada de u$s2.250 M de Templeton.
Básicamente, con un Macri que tomó la decisión de ampliar la "mesa chica" en medio de la corrida.
Marcos Peña, jefe de Gabinete, aparece ahora como el gran "perdedor" de las turbulencias.
Los economistas de la City y bancos de inversión internacionales lo señalan como el principal responsable de fogonear la tensión en los mercados, luego haber flexibilizado la meta de inflación el recordado 28 de diciembre.
"Hay que respetar la independencia del Banco Central", afirmó a manera de autocrítica solapada.
No es poco: Sanz se había alejado del centro de decisiones hace rato.
Justamente, por las desavenencias con Marcos Peña.
La convocatoria a Frigerio tiene más que ver con lo que viene: la dura y necesaria negociación con los gobernadores justicialistas.
En los últimos días, el propio Macri envió señales al peronismo: "La Argentina no se divide entre Cambiemos y peronismo, se divide entre los que queremos construir futuro y los que quieren destruir futuro".
Ahora, la inflación
En las próximas semanas, el traslado a los precios de la devaluación se va a instalar en la agenda pública.
Al ser consultado, Macri admitió que el alza de precios es el tema que más le preocupa.
Avisó que la flamante ley de Defensa de la Competencia será utilizada para evitar abusos.
El jefe de Estado no lo dijo, pero los funcionarios creen que el freno de la actividad que se viene le pondrá un límite a ese pass through (traslado de la devaluación a los precios de los bienes y servicios).
Este tema estuvo sobre la mesa en las conversaciones que mantuvo en el comienzo de la semana con distintas cámaras empresarias.
El Gobierno (cuyos funcionarios no creen en la eficacia de la intervención estatal para la formación de los precios) sabe que buena parte del éxito de la devaluación radica en que ese pass through sea el menor y más suave posible.
Macri conoce a la perfección -porque él mismo ya lo atravesó al comienzo de la gestión- que esa es la próxima estación de la crisis.
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