Además de saber que esté medio lleno o medio vacío, hay que conocer que contiene. Sócrates
1 may 2018
NICARAGUA: RESUMEN DE SITUACIÓN
NICARAGUA:
RESUMEN DE SITUACIÓN
En primera línea de la
resistencia: cómo los estudiantes se convirtieron en la esperanza de la
democracia en Nicaragua
En cuatro días de protestas, la policía los atacó con balas y gases
lacrimógenos.
Decenas de ellos murieron.
Muchos de los que sobrevivieron se
atrincheraron en una universidad de Managua y, pese al temor de ser
perseguidos, se pusieron al frente de las demandas de la población para exigir
la salida de la pareja presidencial.
A las puertas del diálogo con el gobierno,
los estudiantes tienen el reto de organizarse para canalizar el descontento de
su país.
Muchos
tienen sus rostros cubiertos con pañoletas, gorras o camisetas que solo dejan
al descubierto sus ojos.
Es el último punto de acceso a una fortaleza protegida
por barricadas y anillos de seguridad conformados por estudiantes y muchachos
de la colonia Rafaela Herrera de Managua que están armados con piedras y
morteros.
Los adoquines levantados en el suelo, las
cenizas de llantas quemadas, los restos de botellas de agua, basura y cócteles
molotov caseros dan fe de la batalla que se vivió la noche anterior, cuando la
policía reprimió a los estudiantes de diferentes universidades que llevan días
atrincherados en la Upoli plantándole cara al gobierno.
El ataque dejó un
estudiante muerto y una decena de heridos.
"Ayer estuvimos peleando
desde las 2 de la tarde hasta aproximadamente las 3 de la mañana.
Yo estaba en
el portón y gritaban: '¡Médico, médico!', cuenta Carlos Alberto, un
estudiante de diseño gráfico de 21 años convertido en uno de los responsables
de la seguridad del edificio que durante días se convirtió en el principal
bastión de la resistencia en Nicaragua.
Durante varios días, las calles que rodean la Upoli estuvieron rodeadas de barricadas hechas por los estudiantes para defenderse.Lorena Arroyo
El joven moreno y delgado que cubre su pelo con una gorra de los
Chicago Bulls camina a paso ligero por el patio de la universidad, donde
decenas de jóvenes se resguardan del sol bajo un techo metálico y organizan las
provisiones recibidas.
En una de las salas del edificio que el día anterior
hizo las funciones de enfermería con varias mesas dispuestas como camillas para
atender a los heridos, varios estudiantes con los rostros cubiertos muestran
los cartuchos de las balas que recogieron tras el ataque.
"Él (Daniel Ortega) mandó a
la policía orteguista a matarnos. Hubieron (sic) muchos heridos", lamenta
un estudiante de Ingeniería Agraria que se identifica como 'Verde'.
El joven
lleva una bata quirúrgica y guantes y cubre su rostro con camiseta gris a modo
de burka.
"Hay compañeros que han muerto y eso nos duele a cada uno de
nosotros", dice tratando de evitar las lágrimas.
"Esta mierda no va a
quedar así. DanielOrtega y Rosario Murillo se tienen que ir. Es una dictadura
que nos tiene oprimidos a nosotros como estudiantes y al pueblo como
nación".
Pero, tras días de
represión y muertos, sus declaraciones no fueron suficientes para una población
que ha perdido el miedo y que desde hace casi dos semanas no ha dejado de salir a
las calles ni un solo díapara pedir la renuncia de la
pareja presidencial y que les garanticen sus libertades democráticas.
El
discurso de Ortega tampoco hizo que acabara la violencia policial.
Solo horas
después de que hablara de paz a los nicaragüenses, varios agentes cargaron
contra los estudiantes atrincherados en la Upoli.
Y aunque ese fue el último
acto de la terrible represión registrada en Nicaragua entre el 19 y el 22 de
abril, desde entonces no han parado de subir las cifras de víctimas en el
conteo que hacen dos organizaciones independientes que tratan de confirmar la
identidad de los cadáveres llegados a las morgues y los hospitales durante esos
días.
Según el Centro
Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), ya hay 43 fallecidos,
entre ellos dos policías, mientras que la Comisión Permanente de los Derechos
Humanos (CPDH) sitúa esa cifra en 63.
También está por determinar el número
final de heridos, desaparecidos y las personas que siguen detenidas por las
protestas, pero estos números convierten a esta matanza en la peor en Nicaragua
desde el final de la guerra en la década de 1990.
Los
estudiantes aceptaron la semana pasada unirse a la mesa de diálogo con el
gobierno en la que también participarán el Consejo Superior de la Empresa
Privada (Cosep) y que tendrá a la iglesia católica como garante.
Pero son los
jóvenes quienes tienen ahora el reto de canalizar el descontento de la población
de Nicaragua.
En
Nicaragua, muchos coinciden en señalar que las protestas por las reformas a la
seguridad social que comenzaron la semana pasada fueron solo la "gota que
rebasó el vaso", como señala Carlos Tünnerman, exrector de la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAM) y exembajador de Nicaragua en la
Organización de Estados Americanos (OEA).
Tünnerman
afirma que, pese a que las organizaciones estudiantiles han estado
tradicionalmente aliadas al sandinismo desde el fin de la guerra, en los
últimos 11 años del gobierno de Ortega "se fueron acumulando atropellos,
abusos y violaciones de derechos humanos" que, a su juicio, han hecho que
sistemáticamente se haya "derrumbando la constitucionalidad
democrática".
Después de atrincherarse en la Upoli, los estudiantes se organizaron en brigadas. La médica recibió decenas de voluntarios para atender a los heridos.Wilfredo Miranda.
Cuatro días más tarde, el anuncio de la polémica reforma de la
seguridad social echó más gasolina al descontento de la población e incomodó al
Cosep, la principal patronal nicaragüense que durante años había consensuado
sus decisiones con el gobierno de Ortega.
El miércoles 18, el presidente
oficializó la propuesta con un decreto presidencial, lo que desató mayores
protestas y lo peor de la represión.
El
19 de abril, grupos de antimotines y turbas sandinistas cargaron contra los
estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA) y la Universidad Nacional
de Ingeniería (UNI) que protestaban pacíficamente.
Tras ser atacados con balas
de goma y gases lacrimógenos, los jóvenes comenzaron a defenderse con palos,
piedras y morteros de fabricación casera.
"Al primer momento, lo que sentimos era susto porque era la
primera vez que había pasado algo así en mi vida. Lo había visto en historia,
lo había visto en video pero nunca esperé verlo yo y menos porque mi papá es
periodista y tengo fotos de la guerra que había pasado mi país", cuenta
Isabel Orozco, una estudiante de Derecho de la UCA de 18 años que fue alcanzada
por dos balas de goma en la espalda y un glúteo.
Aquella
noche, la joven pasó unas horas escondida en una colonia aledaña a su
universidad protegiéndose del gas lacrimógeno, donde los vecinos acogieron y
defendieron a los estudiantes que estaban siendo atacados.
"Ya no era por la reserva de Indio Maíz, ya
no era por la reforma del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social), era
porque nos estaban atacando. Estaban atacando al pueblo", afirma.
"Estábamos cansados de lo que estaba haciendo el presidente Daniel Ortega
y la vicepresidenta, su señora, Rosario Murillo. Sentíamos la represión y no
entendíamos el porqué del ataque. No estábamos haciendo nada malo, nos
estábamos levantando para una protesta, una manifestación, las cuales no están
prohibidas".
Por eso, Orozco decidió regresar al día siguiente a la protesta,
esta vez a la UNI.
Pero aquel día, de los gases y las balas de goma, la
represión pasó a otro nivel y los estudiantes fueron atacados con munición
real.
Según la estudiante, las balas salieron de las armas de miembros de la
Juventud Sandinista, afines al gobierno, que se habían infiltrado entre los
universitarios y comenzaron a dispararles por la espalda cuando construían una
barricada para tratar de defenderse.
"Llegaron a disparar a lo descosido.
Nos atacaron como matadero de ganado. Lastimaron a varios muchachos, mataron a
varios", afirma.
Según
el registro del Cenidh, al menos un joven murió alcanzado por tres disparos el
20 de abril en las intalaciones de la UNI.
Otros dos fallecieron por impactos
de bala en las inmediaciones de Metro Centro, un área cercana a esa universidad.
Al
día siguiente, el 21 de abril, Orozco se trasladó junto a una amiga a la Upoli,
el último bastión de los estudiantes, donde cientos de ellos se refugiaron para
defenderse de los ataques de los antimotines y plantarle resistencia al
gobierno de Ortega.
En medio de la batalla, los jóvenes atrincherados no tardaron
en organizar una estructura para sobrevivir y se dividieron en brigadas: la
médica, la de seguridad, la de limpieza, la de alimentación, la de municiones y
la directiva.
También
habilitaron las instalaciones del campus para diferentes funciones: el auditorio
se convirtió en el área de comida y varias aulas pasaron a ser salas médicas:
una de observación, otra para casos críticos y otra para quienes llegaban con
intoxicaciones alimentarias.
Además, asignaron otros salones como farmacias y
bodegas, donde recibían las múltiples donaciones de comida, agua y medicinas
que les hacía llegar la población.
De envenenamientos de comida a amenazas
Al
poco de llegar a la Upoli, Isabel Orozco decidió anotarse en la brigada médica
porque se dio cuenta que era la mejor manera de ayudar.
"Me uní al cuerpo
de medicina y aprendí los conocimientos de cómo suturar, cómo atender una
herida, cómo limpiarme las manos antes de atender a un herido", explicaba
la joven el miércoles 25 en las instalaciones de la Upoli, donde el ambiente
estaba más distendido tras el fin de la represión.
Miembros de la brigada médica atienden a un herido.Getty Images
Pero, los primeros días, los universitarios tuvieron que adaptarse
rápido a la situación y sortear algunos temores que fueron surgiendo.
Cuando
salían a defender sus instalaciones y, para evitar que, si los capturaban, los
identificaran y reprimieran a sus familias, no llevaban su cédula, su carnet
estudiantil ni teléfono.
En su lugar, se pintaban unas señas de identificación
en el brazo.
También empezaron a pedir donaciones sólo de comida enlatada por
miedo a ser envenenados después de haber identificado varios casos de
intoxicación.
"Han
pasado un sinnúmero de cosas. Nos han
traído comida envenenada, nos han infiltrado comida con vidrios molidos. Hace
un día se infiltró un médico y andaba inyectando con una aguja las aguas y una
noche se infiltró un señor con una joven y le andaba dando pastillas a los
jóvenes que tenemos en los retenes (...)
Atendimos a 20 pacientes
intoxicados para relajarse", contó Freddy Martínez, un estudiante de
márketing de 25 años con conocimientos de fisioterapia que también se unió a la
brigada médica.
Con el paso de los días, y con el fin de la represión y la
apertura al diálogo, algunos de los estudiantes se fueron quitando los
pañuelos, las gafas o las camisetas con los que cubrían sus rostros, dejando de
lado sus motes y dando sus verdaderos nombres.
Sin
embargo, para otros, el miedo sigue vigente. Temen que, si el gobierno los
identifica como manifestantes, puedan perder sus trabajos en puestos públicos o
sus becas.
"A compañeros de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
(UNAN -pública-) amenazaron con quitarles las becas de estudio y aquí los que
estudian medicina nos tuvieron que apoyar clandestinamente. Los tuvimos que ir
a traer y a dejar a los refugios porque esos chavalos pelean tanto por el cupo
y los amenazan con sacarlos", cuenta Valeska Valle.
El reto del diálogo
Valle,
alumna de último año de contaduría de la UCA, ejerció como auxiliar médica
durante durante lo peor de la represión y ahora se ha convertido en portavoz de
los estudiantes.
De cara al establecimiento de la mesa de diálogo, los
universitarios exigen que se garantice su seguridad y que el gobierno se
comprometa a no perseguir a los jóvenes que participaron en las protestas.
Freddy Martínez, Jeancarlo López y Valeska Valle son tres de los portavoces del movimiento estudiantil que se atreven a mostrar sus rostros y decir sus nombres.Rodrigo Arangua/AFP/Getty Images.
"Estamos
aquí para rechazar el autoritarismo, la demagogia, la división y la mentira.
Estamos aquí para dar inicio a una revolución ciudadana en la que los
estudiantes juramos defender la democracia y los derechos de cada nicaragüense.
Estamos aquí para rescatar la autonomía universitaria a través de la
organización de elecciones libres y transparentes en cada recinto, con el
objetivo de elegir a nuevos representantes estudiantiles que defiendan los
intereses de la comunidad universitaria y no los intereses de un partido
político", se puede leer en un manifiesto firmado por
la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia este sábado.
El
grupo, que aglutina a jóvenes de distintas universidades del país, ha pedido
una 'prórroga' hasta mediados de mayo para decidir quiénes los representarán y
consensuar una agenda.
Además, han presentado unas condiciones que consideran
que deben darse para establecer el diálogo.
Entre otras cosas, los estudiantes
piden que se haga justicia a las víctimas, que los medios de comunicación
tengan acceso a las conversaciones, que haya representación de los familiares
de los fallecidos, que se libere a los detenidos durante las protestas, que se
castigue a los responsables de la represión y que se cree una comisión
independiente para investigar los crímenes.
A las puertas de la Upoli, un altar recuerda a los estudiantes caídos en las protestas.Getty Images.
Mientras los jóvenes se organizan, el
país tiene los ojos puestos en ellos de cara a un diálogo con el que un sector
de la población teme que el gobierno solo quiera ganar tiempo.
El arzobispo
auxiliar de la Diócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, un religioso crítico
con el gobierno de Ortega y una de las voces que se ha escuchado con más fuerza
en el país durante las protestas, los ha definido como "la reserva moral
de Nicaragua".
Por su parte, el escritor y exvicepresidente Sergio Ramírez dijo de
ellos la semana pasada, tras recoger el premio Cervantes, que le están
"devolviendo al país la moral perdida, o silenciada por el
miedo, despertándolo de un sueño anestesiado”.
En las últimas semanas, los estudiantes han dejado claras sus
prioridades al mantenerse firmes con sus demandas.
"Parte de mí siente que
mi educación se ha desperdiciado", reconoce Carlos Antonio, el estudiante
de diseño gráfico que resguardaba la Upoli el día después del último ataque.
"Pero estoy luchando por algo que vamos a lograr. Cuando esto acabe,
Nicaragua va a estar en tranquilidad y paz, Nicaragua va a ser libre".
En fotos: Las pancartas y los símbolos de los
manifestantes en Nicaragua
Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.
La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.
Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.
El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.
Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.
De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.
A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).
¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.
¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?
¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!
El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.
Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio
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