Si con nieve, sombra, viento y frío, es posible, no hay dudas que esta fuente de energía que aprovecha la radiación solar tendrá un gran protagonismo en el continente sudamericano.
Allí, en la Base Marambio, donde las temperaturas llegan fácilmente a los treinta grados bajo cero y los vientos soplan a 120 km/h se están haciendo pruebas para la utilización de esta energía renovable.
El gran protagonista es el consorcio IRESUD, creador de una experiencia piloto que comenzó en el frío verano de diciembre de 2014.
Se trata de un colectivo público/privado, conformado por especialistas de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad Nacional de San Martín y cinco reconocidas empresas del sector energético.
Con poco tiempo para el trabajo y en vísperas de la navidad, arribaron los ingenieros Hernán Socolovsky y Sebastián Muñoz, junto con los técnicos Daniel Raggio y Oscar Romanelli.
Tenían una misión ardua pero apasionante: generar energía solar en medio de la nieve, en el extremo sur del planeta.
Luego de un viaje que sólo es posible por aire, instalaron un sistema de 1.92 kWp de potencia, compuesto por 8 módulos fotovoltaicos de silicio de 240 Wp cada uno y un inversor de tensión para conexión a red de 1,5 kW.
El lugar seleccionado fueron los techos del edificio de la terminal aérea.
A poco más de un año del seguimiento de la información, los expertos festejan por los resultados.
En contacto con iProfesional, Hernán Socolovsky, una de las cabezas del proyecto, contó la aventura no sin antes expresar su alegría.
"Nos llevamos una grata sorpresa: el equipo generó el 66% de la energía que la misma instalación inyectó en la red en Buenos Aires", sostuvo.
Es que antes de hacer la apuesta todo era incertidumbre, dado que no se pudieron realizarlos estudios de mediciones previas.
Ahora, con mayor conocimiento de causa, Socolovsky valora que "hay mucho interés en realizar una instalación de mayor porte".
A priori, el próximo paso sería ir por un sistema más grande: de 20 kWp de potencia.
El problema es el clima, esta vez de negocios.
"Las limitaciones actuales pasan por el financiamiento de los equipos y por la logística para llevar a cabo el trabajo", explicó.
Para transportar los paneles es prácticamente obligatoria la utilización de helicópteros.
Las 150 personas que habitan la isla en verano se movilizan con dos pesados y multipropósito, de fabricación rusa.
Como en casa
El sistema fotovoltaico que se eligió cubriría un alto porcentaje de consumo de una vivienda unifamiliar en Buenos Aires.
Sin embargo, la Base Marambio es, desde el punto de vista del consumo, como un pueblo.
Cuenta con alojamientos para el personal, talleres de mantenimiento, usina, enlaces de radio, planta de tratamiento de residuos cloacales, centro meteorológico, museo y hangar para aeronaves.
Por eso, pudo abastecer el 0,1% de los kWh totales consumidos en un año.
“Es una prueba piloto”, aclara el ingeniero de la CNEA.
De todos modos, permitió el ahorro de 4 barriles de gasoil de 200 litros, que se hubiesen comprado para generar energía eléctrica.
De acuerdo con el informe que elaboraron los científicos, entre mayo y agosto el sistema proporciona poca energía a la red por dos factores.
Por un lado, a raíz de la baja radiación que predomina en Marambio en pleno invierno.
Otro factor es la acumulación de nieve sobre los paneles solares.
Conclusiones de la investigación
• Se ha evaluado el desempeño del sistema FV conectado a red en Base Marambio luego de su primer año de servicio continuo
• "El rendimiento ha sido el esperado de acuerdo con los valores de radiación solar estimados para esa zona en base a los obtenidos en otros sitios de latitudes similares".
• La instalación genera a lo largo de un año un 66% de la energía que dicha instalación produciría en Buenos Aires, siendo este un valor alentador con vistas al aprovechamiento de la energía solar en las bases antárticas de latitudes similares a la de Marambio.
Regulación en tierra firme
Desde el punto de vista técnico, Julio Durán, director del Departamento de Energía Solar de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y director en IRESUD, explicó la importancia del proyecto.
"Se pretende demostrar la factibilidad del uso de este tipo de tecnología en climas extremos como el de la Antártida".
En definitiva, con estas experiencias el grupo de trabajo refuerza la importancia de impulsar una normativa para que usuarios particulares utilicen equipos de energía solar con el fin de inyectar a la red de distribución parte de lo obtenido.
A nivel nacional, el Gobierno está evaluando una normativa que, se supone, sería prioridad para 2017.
Mientras tanto, se está dando un gran debate: definir el esquema conveniente.
En general, hay coincidencia en ofrecer estímulos económicos al pago de la energía limpia, además de financiamiento para la compra de la tecnología.
Sólo de esta manera, se podrá motivar el desarrollo del mercado, analizan técnicos y empresas del rubro.
Por lo menos en los primeros años, hasta amortizar la inversión.
Si en la Antártida mostró resultados, podemos imaginar en Cuyo, Centro y el Norte Argentino, donde el sol golpea a toda hora del día.
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