CFK no podía vivir sin él, ¿Macri tampoco?: los motivos reales que llevan a sostener el Impuesto a las Ganancias
20-09-2016 Los anuncios realizados por Alfonso Prat Gay sobre un ajuste en etapas generaron malestar entre sindicalistas y trabajadores.
Sin embargo, el Ejecutivo tiene sobrados motivos para eludir sus promesas de campaña a la hora de introducir reformas en el gravamen. Gobernadores, aliados impensados
Dicho de otro modo: no sólo continuarán sufriendo las elevadas alícuotas durante el 2016 (en muchos casos alcanzan el 35%, la más alta en la escala), sino que, además, tendrán que seguir soportando una fuerte carga fiscal durante los próximos años.
Esta situación deja en evidencia que, más allá de las promesas electorales, hay una cruda realidad en el plano fiscal que el Gobierno no puede evitar.
Con un rojo mayor al previsto, el aporte de Ganancias a la caja del fisco sigue siendo un recurso que el Ejecutivo no puede darse el lujo de prescindir.
Así, el Gobierno "descubre" algo que el kirchnerismo sabía desde hacía tiempo: la "virtud" del impuesto a las Ganancias es que, incluso en un escenario recesivo, es un gravamen que rinde en términos de recaudación.
Sin embargo, los funcionarios se encontraron con una sorpresa: aun con todas estas ventajas mencionadas, este año este tributo perdió algo de peso en la "torta" de la recaudación en relación con otros impuestos.
Este es, precisamente, el verdadero motivo que llevó al Gobierno a exponerse a las críticas y a pagar el costo político de que lo acusen de estar incumpliendo con sus promesas electorales.
Esta, por cierto, no es la primera "desilusión" que sufren por parte de este Gobierno aquellos empleados que están obligados a pagar el gravamen.
En aquel momento, Macri rompió su promesa de campaña, dejando de lado la tan esperada actualización de las escalas.
Las estimaciones realizadas en aquel momento advertían que por lo menos unos 220.000 dependientes volverían a enfrentarse a las "temidas" retenciones de Ganancias, que se verían plasmadas en sus recibos de sueldo.
Durante el kirchnerismo, el Impuesto a las Ganancias era el protagonista de los anuncios de recaudación, rompiendo todos los récords mes a mes y cobrando una importancia cada vez mayor en el share.
El crecimiento del gravamen tuvo su punto cúlmine durante el 2015. El año pasado, la porción exclusivamente tributaria (es decir, dejando fuera los ingresos aduaneros) llegó a representar un 25% de lo recaudado.
Con este nivel, Cristina sabía que contaba con fondos que le permitirían sostener políticas sociales, un aspecto clave para un período electoral.
Las justificaciones que esgrimía la entonces mandataria no hacían más que aumentar la crispación social. Por ejemplo, como cuando advirtió que recaía exclusivamente sobre los empleados de "altos ingresos".
Ahora las cosas cambiaron. Sin dejar de ser un impuesto relevante, durante 2016 mostró una reducción importante en total recaudado: en los primeros ocho meses, mostró una caída de tres puntos.
A la hora de encontrar motivos para explicar esta contracción, los tributaristas hacen hincapié en dos puntos:
• La devolución de las retenciones por gastos con tarjetas fuera de la Argentina y por compras de divisas o pasajes al exterior.
Al ser un tributo que no se ve tan afectado por la caída en el ritmo de actividad (como sí sucede con el IVA), la idea era que, al menos en términos nominales, la recaudación por Ganancias continuara creciendo en términos reales.
Pero las cosas no salieron como pensaba el macrismo. Para agravar el panorama, se pagó una "herencia" de los tiempos kirchneristas, porque tocó devolver las retenciones que se cobraban por operaciones en dólares y para la adquisición de divisas con destino turístico.
Así, no sólo se dejó de recaudar el 20 o 35 por ciento sino que, en la actualidad, el fisca (sic) está devolviendo los importes a aquellos que no debían pagar ni Ganancias ni Bienes Personales.
Conscientes de esta realidad, en el equipo económico de Macri no hay voluntad de que la torta de la recaudación se siga achicando.
Un "termómetro" financiero
La postura del Ministro de Hacienda está dejando al descubierto la falta de cumplimiento de una de las principales promesas electorales.
Acorralado por un rojo fiscal que, pese a sus intenciones, todavía no pudo ser domado, sabe que tiene poco margen de maniobra para cubrir todos los objetivos planteados.
La delicada situación de las finanzas se explica por dos factores: por un lado, influye el aumento del gasto público y, por el otro, la baja en la recaudación general que se ha venido repitiendo en los últimos meses.
Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) resalta que durante el primer semestre hubo una expansión de las erogaciones impulsada fundamentalmente por tres rubros:
-Transferencias corrientes al sector privado (que se compone principalmente de subsidios económicos a los servicios públicos y a familias).
-Remuneraciones (que explica un 15% del crecimiento del gasto).
En cuanto a los ingresos, basta revisar los datos que informa la AFIP sobre recaudación impositiva de los últimos meses para confirmar que el escenario no es el que el equipo económico deseaba tener.
Sin ir más lejos, en agosto las entradas tributarias en las arcas del Estado mostraron un incremento del 25% respecto al mismo mes de 2015, mientras que en julio la suba interanual había sido del 23 por ciento.
Los números no serían malos en una economía estable. Sin embargo, el aumento de precios acumulado en esos meses terminó aguando la fiesta: la recaudación, en definitiva,terminó unos 15 puntos por debajo de la inflación.
Este panorama obligó a recalcular los números de cara al 2017.
Al momento de justificar los cambios en el Presupuesto 2017, las palabras de Prat Gay fueron tan crudas como simples: "Es más alto de lo previsto, pero realista".
Los hechos también confirman que el Ejecutivo no tiene más remedio que el de no resignar un solo peso de la recaudación. Aun a costa de tomar decisiones que, como las de Ganancias, sean más resistidas que aplaudidas.
Los gobernadores, la otra mitad del problema
Los números de la recaudación del impuesto preocupa a los integrantes del equipo económico.
Los gobernadores también están muy atentos a cualquier modificación.
Tal como diera cuenta iProfesional, las provincias reciben en forma directa más del 45% de los fondos que se obtienen por Ganancias. Esto convierte a los gobernadores en "socios" del Estado nacional.
Este es el principal motivo por el que se hace difícil encontrar a un gobernador que se "rasgue las vestiduras" en público ante el "flagelo" que representa el tributo que recae sobre los asalariados.
Es lógico: un ajuste sustancial puede ser determinante en sus finanzas. Más si se tiene en cuenta que la mayoría de las jurisdicciones ha optado por aplicar políticas de ampliación de empleo público (es decir, un gasto inelástico) para obtener mayores adhesiones.
Los diputados y senadores que representan a cada una de esas provincias también lo saben. Por eso es que no tomarán una decisión que termine perjudicando sus finanzas.
El objetivo del oficialismo es el de condicionar a la oposición para lograr obtener los votos necesarios para que la Ley de Leyes obtenga los sufragios necesarios sin mayores condicionamientos.
No va a ser una tarea sencilla.
Sin embargo, el oficialismo contará con una ayuda adicional y, sobre todo, inesperada en un escenario donde Sergio Massa está distanciándose del Gobierno: Facundo Moyano, del Frente Renovador, que reclamará el tratamiento conjunto.
Claro que la postura del hijo del líder camionero es distinta a la que plantea el Ejecutivo.
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