Cómo fue el plan de Barrick Gold para ocultar la contaminación por el derrame de cianuro en San Juan
Infobae conversó con dos arrepentidos
"Perdón más multa" fue la fórmula marketinera con la que se intentó poner fin a las acusaciones.
Y el tema casi que se esfumó de los medios sanjuaninos.
Se las presentó como dos instituciones sólidas e independientes, pese a que en el sector ambientalista tienen pésima fama.
Algunas aclaraciones:
Por un lado, como explicó a Infobae el prestigioso hidrogeólogo estadounidense Robert Morán, se midieron "concentraciones promedio" de los metales pesados, que es
una clásica estrategia para ocultar impactos ambientales.
La primera es que nunca se va a saber el verdadero impacto ambiental por la responsabilidad compartida de Barrick Gold y el Gobierno de San Juan.
¿Por qué? Porque los estudios de línea de base que realizó la minera y aprobó el Ejecutivo, que son los que permitirían comparar la calidad del agua antes y después de la instalación de la mina, "están mal hechos", en palabras del experto.
Sin embargo, luego del derrame de cianuro, dejaron de hacerlo, tal como confirmó Infobae, que tuvo acceso a esas mediciones.
¿El motivo? Posiblemente, porque el cianuro se diluye echando cal y agua, algo que hizo Barrick Gold -que literalmente "lavó" el río-, mientras que otros elementos no se pueden ocultar, como el cobre, el aluminio, el níquel, el arsénico, el plomo o el boro.
Fue una maniobra deliberada.
En SGS hubo mucho hartazgo entre los empleados, varios de los cuales abandonaron la empresa.
"Hay algunos ex empleados de Barrick Gold que hicieron denuncias y la pasaron muy mal", completó.
Esa investigación fue noticia en los principales diarios del mundo.
El primer estudio realizado por la UNCuyo detectó esa bacteria en el agua.
Pero según reveló El País Diario, el secretario de Gobierno de la localidad de Jáchal, Cristian Romero, lo presentó en la Justicia sin las hojas relativas a los análisis bacteriológicos, que confirmaron algo negado rotundamente por Barrick Gold: que al menos una parte de la orina y la materia de sus empleados terminaba en el río.
También llamó personalmente
al rector Daniel Ricardo Pizzi, a quien amenazó con arruinarle la vida. E intentó asustarlo a través de una carta documento.
Y reveló: "También estamos seguros que hubo otros derrames, porque pasaba el tiempo y los valores seguían siendo altos, no tanto como el 13 y 14 de septiembre, cuando el agua empezó a bajar de la montaña, pero sí por encima de lo normal".
No obstante, varias fuentes consultadas están de acuerdo con que el problema fue que Veladero se estaba sobreexplotando.
Y de hecho, cuando la Justicia suspendió la actividad en la mina por casi dos semanas, alegó, justamente, que la cota del sistema de lixiviación, es decir, el nivel de la pileta en la que se separan los metales de la roca, estaba en rojo desde hacía varias semanas.
¿Cuánto se derramó?
Y aún así se quedó corta.
Luego, por un error de un medio local aliado que intentó refutar la información brindada por Infobae, salió a la luz que el volumen en realidad era de 5 millones de litros, y que un poco más de un millón fueron los que habían llegado al curso de agua.
Eso no era todo. La cifra era mayor, como se comprobó cuando unos meses más tarde se filtró el borrador de un informe encargado por la Subsecretaría de Control y Fiscalización Ambiental, que durante varios meses fue ocultado, hasta que sus empleados los entregaron a la prensa.
Al ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman, no le quedó otra que presentarlo en la Justicia, pero lo hizo sin sus conclusiones más contundentes. Lo modificó para beneficiar a Barrick Gold.
En concreto, Barrick Gold realizó una "corrección a la lectura de un aforador", que es el instrumento con el que se mide la cantidad de agua que circula por un río.
El aforador que está cerca de la desembocadura del río Potrerillos en el río Las Taguas marcó, a la 21 horas del 12 de septiembre -cuando el derrame ya había comenzado-, que la profundidad del río era de 49,7 centímetros, pero la empresa sacó sus conclusiones en base a una profundidad de 9,7 centímetros.
En otras palabras, disminuyó un quinto de su volumen y, según el borrador en cuestión, dio lugar a "un error significativo".
Y sin justificación, la minera informó oficialmente que donde se detectaron 550 mg/l de cianuro en realidad había 55 mg/l.
Y ayudó a crear esa imagen de "vecinos-ambientalistas-terroristas" al pedir custodia policial, pese a que nunca lo agredieron.
Y todavía hay muchas preguntas sin responder.
¿Dónde están los sedimentos contaminados que Barrick Gold dijo que removió? ¿Por qué estaba abierta la compuerta? ¿Algún empleado se vio afectado por el contacto de la solución con el río?
La incertidumbre tiene una sola explicación: las grandes minas son verdaderos Estados paralelos en los que el poder de las autoridades es insignificante.
Lo que ocurre allí, queda allí. Como en Las Vegas.
Por eso, los vecinos de la zona continúan pidiendo explicaciones, pero les siguen retaceando los análisis que mes a mes realiza el municipio de Jáchal y que vuelven a confirmar, una y otra vez, que el agua en Mogna y Tamberías está contaminada.
También propusieron hacer una consulta popular, pero ni el macrismo ni el Frente para la Victoria los apoyaron.
El motivo es obvio.
A la hora de hablar de megaminería, los políticos suelen estar del mismo lado: cerca del oro.
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