15 jun 2019

DESMEMORIA Y… DÍAS SALVAJES -II-







DESMEMORIA Y…
DÍAS SALVAJES
-II-


El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla


20 DE JUNIO DE 1973 - EZEIZA



Días salvajes

EL REGRESO
Después de diecisiete años de proscripción y exilio, Perón decide establecerse en la Argentina-
Una movilización, la más multitudinaria  de la historia del país, e prepara para recibirlo en Ezeiza.
El 20 de junio de 1973. Esa tare, la disputa interna del peronismo quedan expuesta a los balazos.
Y determinan el final de la presidencia de Cámpora.

“LES RUEGO A LOS PERONISTAS QUE NO HAGAN USO DE LA ARMAS”
LEONARDO FAVIO

Era un día de regocijo
La gente caminaba por la autopista Riccheri.
Llegaban grupos del conurbano, del interior del país.
Había banderas de gremios, de la JP, de FAR y de Montoneros, de sindicatos, de municipios.
Un helicóptero de la organización se acercaba al palco, armado sobre un puente de la autopista, para supervia o desplazamientos de la multitud.


Era un día de regocijo. Había banderas de gremios, de JP, de FAR y Montoneros, de municipiosEra un día de regocijo. Había banderas de gremios, de JP, de FAR y Montoneros, de municipios. infobae

El palco era custodiado por la Juventud Sindical Peronista (JSP) y el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), identificados con brazaletes.

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A mediodía se calculaba que ya había medio millón de personas.
El cineasta Leonardo Favio desde el micrófono arengaba sobre el peronismo y la vuelta de Perón.

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Convocaba a cantar con paz y armonía.
La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires tocaba la marcha peronista.
El General estaba en vuelo, junto al presidente Cámpora.
Faltaba poco más de una hora de una hora para que la nave aterrizara.
Perón les hablaría a millones de personas, desde una cabina blindada, en su segundo y definitivo retorno.
La Columna Sur de Montoneros bordeaba la parte de atrás del palco, con la intención de colocarse en el frente.

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En un momento, Favio le pidió a la gente que estaba arriba de los árboles que se bajara, dijo que era peligroso.
Poco después, a las 14.35, se escuchó una descarga de ametralladoras contra la Columna Sur.
Querían frenar su avance.
Desde el palco comenzaron a disparar y también desde el Hogar Escuela, ubicado a 300 metros.
Se produjo el desbande: hubo fuego cruzado, corrida, autos que se desplazaban por el pato con velocidad.
Favio estaba cuerpo a tierra, pero no soltaba el micrófono.
Pedía paz.
A las 15.20, los tiros cesaron.
Se veía un automóvil en llamas.
Las ambulancias del Ministerio de Bienestar Social llevaban heridos y levantaban militantes dispersos y los trasladaban al Hotel Internacional del Aeropuerto.
Sus habitaciones se habían transformado en un improvisado centro de interrogatorios y tortura.
En el palco se escucharon disparos aislados.
Los músicos se habían retirados.
A las 16.15, Favio volvió a pedir que bajaran de los árboles, que lo hicieran de inmediato, porque en las ramas había francotiradores.

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Veinte minuto después, algunos custodios e internaron en la zona arbolada del bosque, a cien metro del palco, para desalojarlo.
Comenzó otro tiroteo.
A las 16.55, Favio dio una consigna desesperada por los altavoces: “Les ruego a los peronistas que no hagan uso de las armas”.
Después se informó que el avión que traía a Perón había aterrizado en la base aérea de Morón.
El acto en Ezeiza se suspendía.
No habría fiesta.
El cuerpo orgánico del peronismo estallaba en pedazos.
Quedaban trece muertos y una cantidad indeterminada de heridos.

La jornada terminó con 13 muertos y una cantidad indeterminada de heridos
Ezeiza era la primera expresión de violencia interna y había dejado tres datos políticos.
. A partir de ese día, en el peronismo se estaba de un lado o del otro y no había lugar para los matices.
. Cámpora no pudo presentarse como el hombre que había traído a Perón al país, con su victoria.
. Montonero no pudo exhibir su poder de movilización frente al líder, para lograr su bendición. Nunca sucedería.
Al contrario, al día siguiente, el 21 de junio, Perón marcó los límites por cadena nacional: “Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se equivocan… Por eso deseo advertir, a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal”.
Los acontecimientos del 20 de junio de 1973 en Ezeiza pueden interpretarse como una consecuencia irreversible de la propia victoria de Cámpora.
Como la consumación o la implosión, de enfrentamiento en el peronismo, gestados en los meses previos.
Perón no podía ser candidato a Presidente.
Había rechazado la cláusula electoral impuesta por el general Lanusse, que lo obligaba a residir en el país ante del 25 de agosto de 1972.
No lo hizo. Perón necesitaba una distancia en su enfrentamiento con las Fuerzas Armadas.
Entendía que el mando estratégico jamás debía estar en el campo táctico de las operaciones.
Era un conductor.
Tenía a la guerrilla que actuaba en su nombre para desgatar a Lanusse.
Perón quizá no hubiese resistido participar de la campaña y el acto electoral con la Fuerzas Armadas en el poder.
Necesitaba una instancia intermedia.
Ese fue el rol de Héctor Cámpora.
El 17 de noviembre de 1972, Perón regresó al país y nominó a su delegado como candidato presidencial.
El congreso justicialista lo avaló por disciplina, pero no sin sobresaltos.
El peronismo era entonces una magna proclive a la incorporación vertiginosa de distintos sectores – de la izquierda tradicional, de la disidente, del nacionalismo, del cristianismo -, pero la disputa interna estaba signada por el aparato gremial y político – los ortodoxos – y la “nueva estrella del Movimiento”, la representada por la Tendencia Revolucionaria, cause en el que abrevaban la Juventud Peronista y Montoneros, que habían contado con el aliento de Perón, desde el secuestro y crimen del general Aramburu.


El conflicto entre las últimas líneas mayoritarias del peronismo permaneció latente.
La candidatura presidencial no resultaba ajena en la disputa.
Antonio Cafiero era el dirigente preferido por los gremios.
Cámpora, por la Tendencia.
Perón eligió a este último.
Su opción provocó la reacción gremial. 
“Ahora se pudre todo…”, presagió el jefe de la CGT, José Ignacio Rucci, a modo de preaviso.
Sin embargo, hasta entonces, la lucha interna del peronismo se manifestaba con acusaciones verbales o atentados aislados.
Pocos imaginaban que ya se estaba incubando el germen de la violencia que abriría paso a la etapa más desgarradora de su historia.
Lo acontecimiento de Ezeiza serían la primera revelación de esa lucha.
La figura de Cámpora representaba una garantía de lealtad para Perón.
Y aunque nunca había avalado en forma expresa la lucha armada, también lo era para la izquierda peronista y Montoneros.
Cámpora les hablaba a ellos cuando en sus discursos en sus discursos de campaña mencionaba a “los mártires que cayeron en la lucha por el retorno de Perón”, en referencia a los presos fusilados en la base de Trelew en 1972.
Con los gremios a disgusto de su candidato – organizaban actos y movilizaciones propias -, Cámpora obtuvo el 49.59% de los votos.
Desde el mismo día de las elecciones, Perón empezó a mostrarse molesto y distante con Cámpora y también con la Tendencia Revolucionaria.
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Rodolfo Galimberti y Héctor J. Cámpora
Temía que el caudal de movilizaciones de esa corriente se representara en el futuro gobierno.
Por eso tomó con desprecio la larga lista de ministros y funcionarios que solicitó la conducción montonera y que el presidente electo le trasladó a Puerta de Hierro.


Perón ya no los quería, o los quería disciplinados, subordinados a su jefatura.
En abril de 1973, en sus “Instrucciones” desde Madrid, Perón dio el primer “grito de Alarma” por la “infiltración” de “elementos disolventes empeñados o hacer naufragar el propósito justicialista de unidad nacional”.
Ese mismo mes relevó a su delegado juvenil Rodolfo Galimberti que había llamado a conformar las “milicias populares peronistas”.
No alcanzó la posterior aclaración de Galimberti – que el llamado a las milicias era para “el control de precios” – para evitar su despido.

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Tampoco esperaba Perón que en la transición de la entrega del poder, de Lanuse a Cámpora, la guerrilla multiplicara sus acciones: continuaron las tomas de pueblos, los robos a bancos, los secuestros a empresarios.
No eran acciones exclusivas del ERP u otras organizaciones guerrilleras no peronistas.
El 04 de abril, Montoneros mató a un jefe de inteligencia del III Cuerpo del Ejército en Córdoba, el coronel Héctor Iribarren.
Perón suponía que con el peronismo en el poder, la guerrilla desaparecería.
Lo entendía como una ley natural:
“Desaparecidas las causas, deben desaparecer los efectos”, decía.
Cámpora era más cauto.
Sólo esperaba una tregua.
Entonces, para José López Rega, que convivía con el matrimonio Perón en Puerta de Hierro desde 1966, la preocupación era menos la guerrilla que Cámpora. O el “camporismo”.
Así se lo transmitió al secretario del Movimiento, Juan Manuel Abal Medina, en un restaurente de Madrid: “Es una vergüenza que todo el poder quede concentrado en su familia – le dijo - . Llega al gobierno por nosotros y deja afuera a todos los que luchaos por el retorno de Perón. No vamos a permitir que él actúe por su cuenta”.
Parecía una petición conjunta, Isabel se plegó a sus prevenciones en silencio.
López Rega e Isabel no querían quedar afuera del nuevo poder que se gestaba en torno al presidente Cámpora.

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¿Esta era también la opinión de Perón?
O mejor dicho: ¿Qué quería Perón de Cámpora, después de la victoria?
“Si tengo que estar a lo que le dijo a Cámpora, Perón no quería ser presidente. Pero dicho ‘a lo Perón’, que era un gran ambiguo. A cada uno le decía una cosa distinta. No estaba claro si Cámpora pensaba ser presidente por cuatro años, pero su renuncia no estaba pactada. Creo que la renuncia de Cámpora, en cambio, Perón la tenía en mente desde el principio, porque siempre quiso ser presidente. O bien lo adquirió por influencia de su núcleo más íntimo, o por cómo se dieron los hechos. Perón tenía la imagen vieja de la Argentina. Veinte años provocan una distorsión enorme de cómo está el país. Él creía que volvía y todo se tranquilizaba. Lo que le reclamábamos era que fuera claro. Que dijera: ‘Acepto ser presidente’”, afirmó el ex ministro del Interior de Cámpora, Esteban Righi.
López Rega obtuvo un lugar en el gabinete.
Perón lo colocó en el Ministerio de Bienestar Social, pese a que Cámpora había propuesto a Isabel.
Si bien la liberación de los presos políticos el 25 de mayo no había sido prolija – Perón imputó el percance a Cámpora por no “haberlo sabido manejar”-, más le preocupó el descontrol inicial de su gestión.
En los primeros días se ocuparon 180 dependencias estatales – 66 en Capital, 114 en el interior-, tanto por sectores de la Tendencia Revolucionaria como por la ortodoxia peronista.
Las tomas – en muchos caso por críticas a la continuidad de funcionarios de la dictadura, y en otros por reivindicaciones salariales- expresaban las dificultades de Cámpora para gestionar la disputa interna.
EL PROTOCOLO Y LA CONSPIRACIÓN
Desde Puerta de Hierro, Perón entreveía un progresivo caos político e institucional.
Se disgustó. Y ese disgusto se advirtió cuando Cámpora se decidió viajar a Madrid para acompañar su regreso al país el 20 de junio.
Para entonces ya estaba en marcha la conspiración interna contra su gobierno, gestada por López Rega con grupos ortodoxos afines y los gremios que también sumaban esfuerzos para su caída.
Perón no participó de la cena de gala que le ofreció el general Francisco Franco a Cámpora.
Despreció cualquier protocolo.
En una oportunidad recibió al presidente argentino en piyama, por un supuesto desajuste de agenda.
Cámpora aspiraba a compartir un regreso triunfal de Perón al país y, si era posible, con un acto en el balcón de la Casa Rosada, frente a miles de peronistas.
Perón, en cambio, tomaba distancia institucional del presidente argentino.
La maniobra de Ezeiza comenzó a ejecutarse cuando se conformó la “Comisión Organizadora” que tomó el control del acto de retorno.
López Rega puso la estructura del Ministerio al servicio de la “Comisión”.
Y a ella se sumaron grupos que habían sido desplazados de la campaña – los gremios y las agrupaciones ortodoxas -, que querían romper la alianza implícita de Cámpora con La Tendencia.
El secretario de Deportes y Turismo del Ministerio de Bienestar Social, coronel de inteligencia (RE) Jorge Osinde, coordinó a los grupos de seguridad que controlaron el acto.
El Hotel Internacional del Aeropuerto de Ezeiza fue utilizado como centro de operaciones.

El coronel Jorge Osinde en el palco de EzeizaEl coronel Jorge Osinde en el palco de Ezeiza. infobae

Allí cuando la balacera se desató, trasladarían a detenidos, los interrogarían y torturarían.
Las ambulancias del Ministerio transportaron armas.
Los estuches de los instrumentos de la Orquesta Filarmónica que actuó en el palco ocultaron ametralladoras. 
La Policía federal no participó de la seguridad.
La “Comisión Organizadora” argumentó que el peronismo “no podía ser custodiado por quienes lo persiguieron hasta hace dos meses”.
No hubo seguridad brindada por el Estado.
En un momento, después de los tiroteos, Favio llegó hasta el Hotel Internacional.
Entró en la habitación 108 y se encontró con un grupo de torturados. 
Pidió un médico para ellos.
Les propuso un pacto a los torturadores: si dejaban de golpear a los detenidos, él se olvidaría para siempre de sus caras.
Y se llevó el nombre de los ochos torturados.
Al día siguiente, Perón, por cadena nacional dejó definitivamente claro que abandonaba sus discursos de “socialismo nacional” de los tiempos de Lanusse: “No hay nuevos rótulos que califiquen nuestra doctrina y a nuestra ideología. Somos lo que las veinte verdades peronistas. No es gritando ‘la vida por Perón’ que se hace patria, sino manteniendo el credo por el cual luchamos. Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos que levantan banderas revolucionarias”.  
Ya no era el Perón de las cintas magnetofónicas, el de las cartas. Era el Perón real que se presentaba por primera vez en el país.
La CGT, en sintonía  con el discurso de Perón, aseguró en un comunicado que defendería “a cualquier precio y en cualquier terreno la doctrina peronista”.
El marte 26 de junio, Clarín publicó una solicitada de FAR y Montoneros.
Era un texto de una página.
Allí levantaron sus acusaciones: “Un puñado de asesinos con brazaletes del Ministerio de Bienestar Social, Concentración Nacional Universitaria (CNU) y Comando de Organización (CdeO), desde el palco y desde los boques, con armas largas, masacró al pueblo con el sucio objetivo de impedir el ferviente deseo del general Perón y de 4 millones de compañeros de reencontrarse definitivamente”.

 El 21 de junio, en la reunión de gabinete en la Casa Rosada se intentó determinar las causas y los culpables de los hechos en Ezeiza.
El secretario del Movimiento, Abal Medina pidió a Cámpora que responsabilizara a López Rega y a Osinde por la masacre.
Ambo funcionarios estaban presentes en la sala de situación.
Cámpora se preocupó por las posible consecuencias.
-  ¿Cómo vamos a hacer eso con el General? No va a echar a todos – dijo.
“Después de Ezeiza, hubo dos reuniones de gabinete - refiere Esteban Righi -. En esas dos reuniones, a Osinde le va horrible. Y Cámpora va a Gaspar Campos a contarle a Perón. Y cuando Cámpora regresa no trae la renuncia de Osinde… No sé qué podía hacer o qué dijo, pero no podía que no viniera con la renuncia de Osinde después de semejante “perfomance” en Ezeiza.
Y ahí yo pensé: esto está todo claro. El problema ahora es como nos vamos, si por la ventana o por la puerta. Ezeiza fue el disparador”, indica.
El 25 de junio, Perón visitó el Ministerio de Bienestar Social.
Acompañado por López Rega, recorrió los pasillos, las oficinas, saludó a los empleados, le mostraron planes de viviendas, cuestiones previsionales.
Así fue recorriendo el Ministerio, piso por piso.
Fue el aval explícito para López Rega.
Perón nunca visitaría a Cámpora en la Casa Rosada.
Incluso una reunión de gabinete se realizó en el domicilio de Perón, en Vicente López.

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Fue el miércoles 4 de julio.
Ese día se selló la suerte de Cámpora.
Esteban Righi fue uno de los testigos.
-        ¿Fue espontanea la renuncia de Cámpora o ya tenía en mente renunciar ese día?
 
-        El 4 de julio fuimos a Gaspar Campos a una reunión de gabinete con Perón. Yo tenía un conflicto con (el Ministro de Economía José Ber) Gelbard sobre telecomunicaciones, y no me acuerdo qué resolvió Perón. Estabamos todos alrededor de él, en la pieza de Perón en el primer piso. Después él e queda, y todos los ministros bajamos. Y abajo, López Rega plantea cuál va a ser el rol de Perón en este gobierno. Y entonces, Cámpora le contesta que estando el General en el país el único rol posible era ser presidente de la República.
-        ¿Y por qué dijo eso?
-        Porque lo creía. “Lo único que falta”, agrega Cámpora, “es que lo diga él”. Como diciéndole a López Rega. “Si es un apriete tuyo no. Si me o dice Perón, si”. Entonces ahí e acuerda que suban a ver a Perón. Y van Cámpora (el vicepresidente Vicente) Solano Lima y (el ministro de Educación Jorge Alberto) Taiana.
-        ¿Isabel estaba ahí?
-        Isabel estaba
-        ¿Y qué rol tuvo? ¿Presionaba como López Rega?
-        Si, Isabel si, presionaba… pero con un rol menor. Tengo una pésima opinión de Isabel, decía cualquier disparate. López Rega era un intrigante interesante. Era una bestia, pero se movía bien en los palacios. La cosa palaciega la hacía bien. Isabel no tenía ninguna virtud.
-        En esa pregunta de López Rega a Cámpora, sobre el rol de Perón en el gobierno ¿había un plan previo, una intencionalidad?
-        De que ellos presionaban no tengo ninguna duda. Para mí, lo que se discutía era: “Estos tipos se van empujados a tomatazos o salen por la puerta grande”. Ésta era la pelea entre López rega, Iabel y compañía contra nosotros , el “camporismo”. Perón estaba flotando en las nubes. Venía del paro cardíaco y entonces, cuando subieron Cámpora, Lima y Taiana, Perón les dijo que sí, que si había que sacrificarse por el país, él se sacrificaba. Y ahí terminó la reunión. No me sorprendió. Yo tenía claro que nos íbamos del gobierno. Aunque Perón no iba decir nunca lo que quería.
Al día siguiente, la prensa dio cuenta de las deliberaciones de la reunión de gabinete, pero no informó sobre la renuncia de Cámpora.
Se haría pública una semana más tarde.
La balacera de Ezeiza se había llevado puesta su presidencia.

Fuente
“LOS DÍA SALVAJES”
MARCELO LARRAQUY
SUDAMERICANA

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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.