De vivir en la calle a liderar un estado paralelo en la provincia
EL PERFIL DE MILAGRO SALA.
La líder de la Túpac acrecentó su poder sobre todo en los 8 años de Cristina.
Manejos patoteros y viviendas para pobres
En la casa donde vive Sala caben varias de las casas construidas por la Túpac, pero al mismo tiempo esas casitas son el paraíso para muchas familias que, antes de allí, vivían en taperas.
Sala gozó durante los 12 años K, y en particular en los ocho de Cristina, de un canal directo de fondos que le llegaban desde el Ministerio de Desarrollo Social que comandaba la hoy gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner.
Ella puede exhibir planillas, no es que no las tenga, las muestra a quien se las pida.
Otra cosa es someter esos papeles a un minucioso peritaje, algo que hasta ahora nunca se hizo y que el gobernador Gerardo Morales parece dispuesto a investigar.
Esos fondos son la base del Estado paralelo que construyó, con líneas destinadas tanto a vivienda como, y esto no es un detalle menor, a capacitación.
Esa otra línea de fondos le permitió construir en la arteria principal de San Salvador dos grandes edificios, con primario, secundario, terciario y polideportivo.
Allí concurren cientos de chicos y adolescentes. Ella asegura que no se les exige ni a ellos ni a sus padres llenar ficha de afiliación alguna.
Morales dice todo lo contrario.
La historia de Sala es bastante conocida.
Vivía en la calle, como podía y de lo que podía, hasta que comenzó a militar y escalar posiciones en la filial jujeña de la Asociación de Trabajadores del Estado, en la época en que el referente excluyente era “El Perro” Santillán.
Hace ya muchos años que se están enfrentados. Sala se subió a la propuesta k y sintonizó no sólo el “relato” de los Kirchner, sino el mensaje completo: captó fondos y armó una estructura política sustentada en la construcción de barrios completos en Jujuy, otras zonas país, incluso en el GBA.
Sus organizaciones, además, controlan boliches bailables y flotas de combis que hacen traslados entre San Salvador y Bolivia.
Eso llevó a que opositores acusaran a Sala y su entorno de tener vínculos con el contrabando y el tráfico de estupefacientes.
Pero las acusaciones judiciales no son por esos motivos: Morales logró que Sala fuera procesada por haberlo patoteado durante la presentación de un libro, en el interior de la provincia.
Esa es la causa que tenía hasta ahora a Sala más cerca de una condena.
Los odios que Sala despierta en buena parte de la sociedad jujeña no son tanto por lo que hizo sino por cómo lo hace: mezcla de patoterismo y secta.
Su marido, Raúl Noro, viene del Partido Humanista, una organización donde el elemento de captación apunta más a la persona y sus necesidades, que a su ideología.
La Túpac tiene parte de eso, pero también un estilo barra brava, acorde con la pasión de Milagro por Gimnasia y Esgrima de Jujuy.
Una de las facciones de esa hinchada es “La barra de la Flaca”, en su honor.
Otra impronta, más de las pandillas latinas estadounidenses: se mueven de aquí para allá en caravanas de autos cero kilómetro, con la cumbia a todo volumen.
Antes de que den vuelta la esquina, todos los jujeños saben que llega la comitiva de Sala.
No han ocultado su afición por las armas, aunque se cuidan bien de andar exhibiéndolas.
Mientras tuvieron buena sintonía con Eduardo Fellner, el caudillo peronista que manejó Jujuy por largos años, la Túpac y sus organizaciones fueron prácticamente impunes.
Cuando ese vínculo se rompió, fue como una quebradura en un dique.
Ahora, con Morales instalado en la gobernación, los fondos que llegaban desde Nación se terminaron.
El dinero es la cuestión central en esta pelea cuyo capítulo de hoy es la detención de Sala.
También el dinero es lo que explica que al menos 10 organizaciones la hayan abandonado.
Falta verificar si, además de un cambio de manos de la chequera, sobrevenderá para los jujeños un cambio de estilo político.
fuente
"Clarin.com", 16.10.2016
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