Fue una decisión difícil pero tomada ante la clara evidencia de que el grupo parlamentario republicano se encontraba dividido ante el tema y esto no proporcionaba los votos suficientes.
Trump se enteró de esta situación hora y media antes, cuando Ryan acudió a la Casa Blanca y lo colocó ante la realidad de que el ala más conservadora del republicanismo, el House Freedom Caucus, herederos del Tea party, habían ‘robado’ los votos necesarios para que el presidente cumpliera con su principal promesa electoral, la eliminación del Obamacare.
“Ahora vamos a quedar con el Obamacare durante muchos años. Vamos a vivir con él durante un futuro considerable. Es la ley. Pero también creo que le estamos haciendo un favor a los demócratas que se van a dar cuenta de que esto va a explotar y van a terminar agradeciéndonos”, dijo un desanimado Ryan en una rueda de prensa momentos después del anuncio.
Quien no se desanimó fue el presidente que, minutos después que se supo de la retirada de su proyecto de ley favorito, telefoneó personalmente a los diarios The Washington Post y el The New York Times para darles su versión de los hechos. En la llamada al Post dijo simplemente que “la ley de salud está muerta”.
Sin embargo, en la conversación con Maggie Haberman, del Times, Trump mantuvo que los republicanos no son culpables de nada.
“El presidente ha culpado a los demócratas y predijo que en menos de un año van a estar hacer un acuerdo después que el ‘Obamacare explote’ a causa de el alto precio de las pólizas”, develó la reportera.
Duro día
Para el Presidente toda esta lucha que ha durado tres días constituye una victoria porque tardó “menos tiempo” que necesario para aprobar el Obamacare.
“Lo que ha sucedido es lo mejor que debía suceder. Si no, ¡miren!”, dijo Trump según el rotativo.
Pero el Presidente no tuvo el día fácil.
De hecho estuvo luchando a brazo partido hasta el último momento, a punto de que a última hora envió al vicepresidente, Mike Pence, al Capitolio para convencer a los republicanos reticentes a subirse a bordo del proyecto presidencial Trumpcare.
Fue una iniciativa estéril y sobre las tres de la tarde del viernes, Pence regresó a la Casa Blanca e informó a su jefe de que los barones republicanos, los mismos que no le dieron un apoyo irrestricto durante la campaña presidencial, habían decidido alinearse con el sector ultra del partido para mantener la unidad.
Realmente, Trump arriesgó todo su capital político en esta batalla con el Congreso.
“Una derrota para el presidente en este sentido seria desastrosa; pone en riesgo el apoyo de su electorado que confió en que acabaría con el Obamacare.
Tendría que aparecerse con algo suficientemente sólido para mantener esa confianza”, anticipó en la mañana del viernes el analista Mark Hutchison.
“Todo su capital político, que es bien poco, está seriamente amenazado”, puntualizó.
Incluso en los corrillos del Capitolio se barajó la posibilidad de que el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, terminaría renunciando si el proyecto no era aprobado, dado todo el respaldo que le ofreció al presidente en esta batalla.
Oposición conservadora
Pero, realmente, Donald J. Trump fue víctima de los radicales de su propio partido que él cortejó para llegar a la Casa Blanca.
La divergencia con el House Freedom Caucus estriba en que esos legisladores federales piensan que el proyecto de ley republicano no eliminaba totalmente el Obamacare.
El presidente intentó negociar en los últimos dos días, incluso se desplazó al Capitolio y les dijo que si no lo apoyaban podía perder las reelecciones del 2018.
Para ellos no fue suficiente porque “no ha habido propuestas de cambios sustantivos”, subrayó Mo Brooks, el congresista republicano por Alabama.
Esto llevó a que la oposición conservadora haya crecido rápidamente, a punto de que el miércoles dos importante contribuyentes republicanos hermanos empresarios crearon un Comité de Acción Política (PAC, por sus siglas en inglés) orientado a sufragar los gastos electorales de 2018 de aquellos legisladores que se opusieron a los designios de Trump.
Se trata de los hermanos Charles y David Koch, donantes de las campañas políticas republicanas con enorme influencia entre los recaudadores más conservadores y que dispusieron o entre 300 y 400 millones de dólares a un Súper PAC dedicado al ciclo electoral de 2018.
Fue, de hecho, una advertencia muy seria a congresistas y senadores que pudiera condicionar el futuro de las contribuciones políticas en Estados Unidos y tuvo su influencia directa en la retirada del proyecto.
“Nosotros queremos que los legisladores entiendan las consecuencias políticas de votar por un proyecto que mantiene intacto al Obamacare”, ha dicho Tim Phillips, el presidente de Americans for Prosperity, la más importante organización de cabildeo de los hermanos Koch.
“Nosotros tenemos un historial de seguimiento y exigencias de responsabilidades a los políticos, pero también creemos que debemos apoyar y agradecer a los campeones que se mantienen firmes y cumplen lo que promete”, ha agregado, al confirmar que jamás secundaran financieramente los planes de reelección de quienes se le opongan.
Al final de la jornada, Donald J. Trump no pareció muy afectado por el desenlace.
“He trabajado en equipo y me gustaría haber visto la propuesta aprobada y siempre he dicho que era lo mejor que pudiera suceder. Vamos a tener una buena ley de salud en el futuro después que este lío que tenemos llamado Obamacare termina por explotar”, dijo el presidente sentado en la Oficina Oval, junto a Pence y el secretario de Salud, Tom Price.
“Fue una experiencia interesante. Todos hemos aprendido mucho, principalmente hemos aprendido lo que es la lealtad y lo que es un proceso de votación. Hemos aprendido también sobre las reglas muy arcaicas que hay en la Cámara y el Senado”, agregó.
De esta manera, no quedó claro si pretende presentar una propuesta de reformas a las reglas de trabajo del Congreso.
fuente
"Diario Las Américas", Miami, 24.03.2017
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