Mendoza, la argentina atípica, la única provincia con cambio político
La rica provincia del oeste, afectada por la crisis del campo y la inseguridad, ha sido la única en la que el peronismo perdió el poder
Y sin embargo, hay pocos lugares más argentinos que Mendoza, que tuvo como gobernador nada menos que al general San Martín, el libertador, que saltó desde aquí a Chile para seguir con su lucha contra la dominación española. Ahora la provincia, la única en la que perdió el peronismo, que controla todo el norte y este argentino, está descolocada. Esta zona, muy rica, siempre fue una isla económica en medio de provincias mucho más pobres. Ahora vive con dureza la crisis de las industrias exportadoras argentinas, en especial la del vino, sobre todo por un peso sobrevalorado que el Gobierno se resiste a devaluar en pleno año electoral por el alto coste social que tendría.
Pero Mendoza vive además algo inédito en esta ciudad siempre tranquila, elegante, capital del vino y del turismo: una ola de inseguridad producto del narcotráfico que ha provocado picos de violencia inauditos: 160 asesinatos en 2014. “El problema es que metimos presos a los jefes de las bandas y empezó una sangrienta disputa por el territorio, pero ya está bajando la cifra un poco en 2015. La gran mayoría de los asesinatos son ajustes de cuentas”, asegura Leonardo Comperatore, ministro de seguridad de la provincia, mientras comparte un mate en su despacho. Un paseo en coche por los barrios más duros de Mendoza, 26 de enero o Santa Teresita, llenos de chabolas y suciedad, da una imagen del contraste latinoamericano entre la rica capital y las devastadas barriadas donde llega la emigración del campo y los extranjeros.
Mendoza se ha convertido en la tercera provincia más violenta, después de Santa Fe y Buenos Aires. El problema del narcotráfico, muy presente en la campaña electoral de las presidenciales, está afectando a los barrios pobres de todas las grandes ciudades argentinas, algo que nunca había sucedido. “Cuando Colombia dejó de producir empezó Perú, Bolivia, Paraguay. Brasil y Argentina estamos en la ruta de salida de esa droga, es difícil frenarlo”, señala Comperatore, que aún así no cree que su gobierno haya perdido las elecciones por la inseguridad. “El asunto no estuvo muy presente en la campaña, además ha bajado este año. Hemos perdido por el desgaste natural de ocho años, porque el campo está mal por el tipo de cambio y porque Mendoza tiene problemas financieros, llevamos dos años sin aprobar Presupuestos”.
Cornejo, por el contrario, cree que sí le ayudó a ganar lo que él ve como un descontrol policial. “Acá no hay crimen muy organizado, lo que hay es un estado desorganizado”. En la tranquila Mendoza, zona turística por excelencia con los espectaculares Andes alrededor y el Aconcagua, el pico más alto de América con 6.980 metros, a poco más de 200 kilómetros, algunos crímenes aún causan estupor. Especialmente el de un neozelandés al que asesinaron en 2014 en el parque más concurrido del centro de Mendoza, el de San Martín. Lo mataron para robarle. Los autores están en la cárcel pero el escándalo dejó huellas.
El cambio político en Mendoza marcó un camino que no ha sido posible seguir en todo el país: la unión de toda la oposición para derrotar al peronismo. Y lo lograron. Precisamente estos días, lo más discutido en las tertulias políticas es que la incapacidad de Mauricio Macri y Sergio Massa para ponerse de acuerdo en una candidatura única va a facilitar al peronista Daniel Scioli la posibilidad de ganar en primera vuelta el domingo 25.
Pero también, según Cornejo, Mendoza marca otra novedad: él ha ganado dando malas noticias. “En esta campaña de las presidenciales nadie cuenta de verdad cómo está Argentina. Todos los candidatos dan esperanzas a ciegas. Yo en Mendoza he ganado contándole a la gente que voy a ordenar el Estado, que hay problemas, que no podemos tener este déficit, que no vamos a salir de esta si no relanzamos el sector privado de Mendoza, que es muy competitivo. Vamos a intentar hacer un capitalismo serio y no este híbrido que tenemos ahora”, explica.
Cornejo, como la mayoría de los mendocinos consultados, insiste en que la provincia puede recuperarse si tras el cambio de Gobierno en Argentina se modifica el tipo de cambio y se cambian las políticas que han dificultado las exportaciones. Cuando Argentina crecía al 8%, en los años buenos del primer kirchnerismo, Mendoza lo hacía al 12%, recuerda. Pero también critica esa idea de que Argentina sale de todo como si nada. “Existe la idea de que Argentina se cae y se recupera siempre rápido pero la realidad es que nos caemos y nunca nos recuperamos del todo”.
A pesar de todos los problemas, los mendocinos están convencidos de que saldrán adelante. “Mendoza tiene una gran ciudad vivible, el vino y el petróleo, se puede salir con un crédito que vamos a pedir con el acuerdo de todos”, se anima Bermejo. Están acostumbrados a pelear. “Hay que ganarle cada día al desierto”, explican en los viñedos de alrededor. Efectivamente, cada pueblo en Mendoza es una especie de oasis en medio del desierto. Aquí todo lo que hay lo ha hecho el hombre.
Ya los indígenas originarios, antes de llegar los españoles, hicieron un sistema de canalización especial. Las acequias son características. Recorren toda la capital y la convierten en una de las más bellas de Argentina, un auténtico vergel arbolado con casas coloniales rodeado de montañas nevadas, las más altas de América, que la ha situado como un centro turístico importante, siempre lleno de extranjeros dispuestos a atravesar la cordillera de los Andes o a disfrutar de rutas gastronómicas por las bodegas de la zona. Mendoza, históricamente rica, siempre tuvo imagen de paraíso argentino. Los mendocinos confían en recuperarlo pronto.
fuente
"El País", España, 16.10.2015
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