2 oct 2020

VENEZOLANOS... YA LO VIVIERON

 

 

 

         VENEZOLANOS...

            YA LO VIVIERON

 

 

Venezolanos radicados en Argentina temen volver a vivir la misma crisis que en su país: “Esto ya lo vimos” 

Se vinieron de su tierra natal para esquivar los problemas económicos, pero ahora aseguran que las decisiones políticas del gobierno nacional son similares a las que ya vivieron

Buscan emigrar nuevamente.

Venezolanos radicados en Argentina temen volver a vivir la misma crisis que en su país: “Esto ya lo vimos” Shail y Vanessa llegaron a la Argentina para escapar de la crisis económica de Venezuela pero aseguran que Argentina les asusta y quieren migrar a Europa.


En 2018 el colapso político, social y económico que enfrentó Venezuela hizo que se produjera una migración masiva de venezolanos a la Argentina. 

En nuestro país han formado amistades, familias y varios tienen trabajos fijos, sin embargo, varios de ellos aseguran que quieren irse a vivir a otro país porque temen que la dirección que está tomando la crisis, sumado a las decisiones del Gobierno nacional desemboquen en la misma situación de la que ellos escaparon.

Según datos del Ministerio del Interior, durante el 2018 fueron otorgadas 70.531 radicaciones temporarias o permanentes a venezolanos que buscaban una mejor calidad de vida, aunque algunos actualmente están desempleados y frente a una gran incertidumbre.

Por su parte, en la Asociación de Venezolanos en la República Argentina (ASOVEN), hay unos 1.000 venezolanos que se quieren ir del país porque sienten que se está repitiendo su historia.

Pero entre esos venezolanos que quieren irse al extranjero, Infobae habló con dos de ellos que quisieron contar su experiencia.

El primero de ellos es Shail Jiménez, un joven barbero de 25 años nacido en Falcon, uno de los 23 estados que conforman Venezuela, y que hace dos años pisó el suelo argentino con la ilusión de mejorar su modo de vida y crecer económicamente. 

“Mis amigos venezolanos me habían comentado lo bien que se vivía en Buenos Aires, la calidez de la gente, su cultura y las oportunidades laborales, así que me vine con algunos ahorros”, contó a Infobae.

Antes había pasado tres años en Bogotá, Colombia, tras haber dejado su país natal en 2015. 
“La situación sociopolítica en Venezuela impulsó mi emigración a pesar del dolor del desarraigo. Todo empezó a complicarse a partir de 2014: primero las restricciones cambiarías de la compra de moneda extranjera, luego la salida de empresas importantes, y más tarde la convulsión social... algo similar a lo que veo que sucede ahora en Buenos Aires”, dice con amargura.

Dejó entonces en Venezuela a sus padres y su hermana menor y se instaló en el barrio de Villa Ortúzar. 

Aunque a los tres días de llegar consiguió trabajo en la prestigiosa barbería Il Figaro, donde tuvo como clientes a importantes figuras de la música y el fútbol. 

“Amo este país, la comida, la gente, y ni hablar de mi trabajo, pero hace meses que siento que el dinero cada vez vale menos, y me da temor que suceda lo mismo que sucedió en Venezuela.


Cabe destacar que Shail es monotributista, tiene el DNI de extranjero, y sus ingresos rondan los 55.000 pesos mensuales. 

Con lo que puede alquilar con su hermano por unos 18.000 mil pesos. 

“Antes tenía algo de capacidad de ahorro, ahora es casi imposible. Vas al supermercado y todo aumenta... es un descontrol cambiario”, admite.

Y agrega: “La crisis social y política complicó los planes, así que seguramente vaya de visita y luego me mude a Europa. Soñaba con tener mi propio espacio, pero si el dólar continúa subiendo no veo futuro aquí”, dice con tristeza. 

“Estoy más que agradecido con la Argentina, es un gran país… y ojalá se resuelva la situación pronto”.

Por otra parte también contó su experiencia Vanessa Valenssia, un joven emprendedora de 28 años que se enamoró de la Argentina en unas vacaciones en 2014.

En Venezuela trabajaba para el grupo Inditex, empresa española dueña de las gigantes Zara y Massimo Dutti, entre otras, y “tenía un buen puesto, gran ambiente laboral y estaba haciendo carrera”, recuerda.

Pero comenzada la crisis en su país, perdió el empleo y con la indemnización que cobró compró un paquete turístico con destino a la Isla Margarita, donde conoció varios argentinos que la invitaron a emigrar.


“La realidad es que todo mi país estaba convulsionado, con protestas en las calles por las medidas sociopolíticas que afectaban día a día a los habitantes. No tenía mucho que perder y sí tenía muchos sueños por cumplir, entonces tomé mis cosas y me fui sin contactos ni referencias”, relató.

Fue entonces que en septiembre de 2015 arribó a Buenos Aires, alquiló una habitación en Capital Federal, y salió a buscar trabajo: “Conseguí rápido como empleada de una tienda de ropa por mi cv. Al poco tiempo pude alquilar mi departamento propio en Recoleta, algo impensado para una joven de mi edad en Venezuela”.

Vanessa siguió proyectándose y apostando a una vida plena Buenos Aires: “Decidí asociarme para abrir mi primer local de ropa para mujer Valenssia. Vi un espacio en Palermo, lo remodelé entero con parte de mis ahorros, y al tiempo empezaron los problemas burocráticos como los impuestos altos, el registro de la habilitación, y ni hablar problemas con los proveedores que modificaban sus precios día a día. Fue frustrante ver las trabas que se le ponen a los emprendedores. Empecé a ver el lado b”.

Sin embargo en diciembre de 2019 inauguró su negocio, aunque sólo lo abrió un par de meses, ya que llegó la pandemia obligando al cierre.
 Decidió entonces llevar sus productos al mundo digital, pero no alcanzó con las ventas. 
“Tuve que rescindir el contrato del local porque no iba a seguir manteniendo un espacio sin trabajarlo, sin dinero no podía hacer crecer la página web”, contó.

Y luego agregó: “Estas restricciones de cuarentena se extendieron más de la cuenta”, aclara. En estos meses de pandemia creó un negocio de arte digital para vender cuadros. "Me estaba yendo bien, aunque ahora es imposible vender algo en esta crisis económica sumado a los impuestos... esto me remite a mi Venezuela de 2014″, reconoce. 

Y con tristeza asegura que le surge la pregunta: “¿Estoy en Venezuela o en Argentina? Es como un déjà vu”.

fuente

"LOS ANDES", 02.10.2020

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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.