Una conferencia de prensa en Ciudad de México. En los últimos cinco años, el presidente Enrique Peña Nieto gastó casi 2000 millones de dólares en publicidad.
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Alejandro Cegarra / Bloomberg
CIUDAD DE MÉXICO — Dirigir un periódico, una estación de radio o
un canal de televisión en México generalmente significa confiar en un cliente
único y poderoso que gasta sumas exorbitantes en publicidad con una simple
advertencia: “No te pago para criticarme”.
Ese cliente es el gobierno mexicano.
La gestión del presidente Enrique Peña Nieto ha gastado cientos
de millones de dólares anuales de los fondos gubernamentales en publicidad,
creando lo que muchos propietarios, ejecutivos y periodistas mexicanos definen
como una gigantesca marca presidencial que puede suprimir artículos de
investigación, escoger portadas e intimidar a las salas de redacción que la
desafían.
A pesar de su promesa de regular la publicidad gubernamental,
Peña Nieto ha gastado más dinero en publicidad que ningún otro presidente en la
historia de México, casi 2000 millones de dólares en los últimos cinco
años, según datos del gobierno
recopilados por Fundar, un centro de análisis de transparencia.
Esa
organización reveló que la actual presidencia gastó más del doble del generoso
presupuesto de medios que los legisladores mexicanos le aprobaron para 2016.
Y eso solo es el dinero federal.
Cada año los líderes de todos los partidos políticos recaudan
cientos de millones de dólares en dinero estatal para publicidad, unos recursos
que distribuyen entre sus medios de comunicación favoritos, según calcula
Fundar.
Según los ejecutivos y editores involucrados en las negociaciones,
algunos secretarios de prensa del gobierno les exigen abiertamente una
cobertura positiva antes de firmar un contrato publicitario.
El resultado es un panorama mediático en el que los funcionarios
federales y estatales dictan las noticias de forma rutinaria, exigiéndole a los
medios qué es lo que deberían y lo que no deberían informar, según docenas de
entrevistas con ejecutivos, editores y periodistas.
Los reportajes contundentes
a menudo son suavizados o se posponen indefinidamente, si es que llegan a
investigarse.
Dos tercios de los periodistas mexicanos admiten que se censuran.
El presidente Enrique Peña Nieto durante la presentación de su informe anual en septiembre. Su equipo propuso el diseño de un plan que regulara el gasto público en los medios, pero el proyecto no se realizó.
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Pedro Pardo / Agence France-Presse - Getty Images
“Si un reportero profesional quiere cubrir los elementos sucios
de lo que está sucediendo en el país, ni el gobierno ni las empresas privadas
le darán un centavo”, dijo Enrique Krauze, un historiador que dirige Letras
Libres, una revista mexicana que, entre sus anunciantes, también recibe algo de
dinero del gobierno.
“Ese es uno de los mayores defectos de la democracia
mexicana”.
El partido de Peña Nieto, el PRI, fue pionero en la implantación
de este sistema durante sus 70 años en el poder.
El expresidente José López
Portillo expuso explícitamente las expectativas del gobierno hace décadas,
incluso fue citado diciendo que no le pagaba a los medios para que lo atacaran,
y la práctica continuó cuando la oposición ganó la presidencia en 2000, y
nuevamente en 2006.
Pero la influencia del gobierno sobre los medios va más allá del
aspecto publicitario y, a veces, los funcionarios recurren al soborno directo.
En Chihuahua, el exgobernador gastó más de 50 millones de dólares en
publicidad, según los funcionarios, dejando al estado con enormes deudas
públicas.
Sin embargo, esa es la cifra que se manejó oficialmente.
Los fiscales también han conseguido recibos firmados con
sobornos a periodistas locales, pagos tan comunes que incluso algunos
reporteros fueron incluidos como contratistas del gobierno, según los
documentos.
Los fiscales sostienen que, con tanta cantidad de dinero oficial
circulando, surgieron sitios web de noticias con el único propósito de apoyar
la agenda del exgobernador.
“La relación entre los medios y el poder es uno de los problemas
más graves de México”, dijo Javier Corral, el nuevo gobernador de Chihuahua.
“Existe una colusión, un acuerdo, en términos de cómo se gestionan los recursos
públicos para recompensar o castigar a los medios. Es una zanahoria y el palo:
‘Compórtate bien y te daré mucho dinero y publicidad. Actúa mal y te los
quitaré'”.
Dependencia de la publicidad pública
Trabajadores de La Jornada durante una huelga. El gobierno apoyó a ese diario con más de un millón de dólares en publicidad oficial durante una grave crisis financiera. Los críticos dicen que el periódico perdió independencia editorial.
Lea un periódico, sintonice una estación de radio o encienda la
televisión en México y recibirá una avalancha de publicidad oficial.
En algunos
diarios, casi cualquier página es usada para publicar avisos que promueven
alguna secretaría gubernamental.
A veces, se destina tanto tiempo al aire a
alabar el trabajo del gobierno como a cubrir las noticias.
Este gasto extraordinario se produce en un momento en que el
gobierno mexicano está recortando los presupuestos en general, incluidos los de
salud, educación y servicios sociales.
El gobierno federal gastó tanto dinero
en publicidad el año pasado, alrededor de 500 millones de dólares, como lo hizo
para apoyar a los estudiantes de su principal programa de becas para las
universidades públicas.
Según los historiadores, la cooptación de los medios de
comunicación es más importante que el gasto de cualquier otro gobierno en
promoción.
Refleja la ausencia del pacto básico que la prensa libre establece
con sus lectores en una democracia, un compromiso en el que responsabilizar a
los poderosos forma parte de su misión.
“Es un problema común en el mundo en desarrollo pero el problema es mucho,
mucho más grave en México”, dijo David Kaye, representante especial de las
Naciones Unidas para la libertad de expresión. “Es notable lo que gasta el
gobierno”.
El estado actual de los medios mexicanos, y su estrecha relación
de dependencia con los fondos gubernamentales, no es una rareza en América
Latina.
Este año, ante las repetidas denuncias de
asfixia económica por parte de los medios locales que no reciben publicidad
oficial, Morales escribió en su cuenta de Twitter: “Medios que
no reciben publicidad del Estado son los que mienten, insultan, difaman y
desprestigian autoridades”.
La mayoría de los medios mexicanos han dependido de la
publicidad pública durante tanto tiempo que no sobrevivirían sin los aportes
del gobierno, lo que le otorga a los funcionarios una gran influencia para
presionar sobre la cobertura de ciertas noticias y dejar a un lado otras
informaciones, dicen los analistas, reporteros y dueños de medios.
“Este es un problema económico”, dijo Carlos Puig, columnista
del periódico Milenio, un diario que recibe fondos del gobierno sustanciales.
“El modelo estadounidense clásico no existe aquí”.
El año pasado, estalló una protesta pública luego de que un alto
funcionario del gobierno fue a las oficinas de Milenio para quejarse por una
noticia.
El artículo, que criticaba una iniciativa nacional contra el hambre,
fue retirado del sitio web del periódico inmediatamente después de la visita.
La noticia volvió a ser publicada más tarde, con un titular
mucho menos negativo.
El periódico dijo que la razón era simple: el artículo
era “deplorable”, un intento inexacto y “vulgar” de difamar a un funcionario por
lo que se disculpaban con sus lectores.
Pero los periodistas y defensores de la
democracia, citando el poder de la publicidad del gobierno, se quejaron y el
periodista renunció en señal de protesta, alegando que había sido censurado.
Finalmente, el título original fue restaurado.
La interferencia gubernamental directa, a menudo es innecesaria.
Un 68 por ciento de los periodistas mexicanos dijeron que se censuraban, no
solo para evitar ser asesinados,
sino también por la presión de los anunciantes y el impacto en los ingresos de
los medios, según un estudio realizado a lo largo de tres años por académicos
mexicanos y estadounidenses.
El funeral de Javier Valdez Cárdenas, un periodista premiado que fue asesinado a balazos en mayo. En México, la violencia contra la prensa es generalizada.
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Hector Parra / Agence France-Presse - Getty Images
Francisco Pazos trabajó durante varios años en Excélsior, uno de
los periódicos más grandes y antiguos de México.
Cuenta que uno de los momentos
más frustrantes de su carrera sucedió a fines de 2013, cuando el gobierno
estaba en medio de una lucha para aumentar el costo del pasaje en el transporte
público.
Pazos dijo que trató de explorar en detalle la ira de los
pasajeros, hasta que un editor lo detuvo, diciéndole que el periódico ya no
cubriría la controversia.
“Llegué a entender que había temas que simplemente no podía
cubrir”, dijo Pazos.
“Y, finalmente, dejé de buscar ese tipo de noticias.
Finalmente, tú mismo te conviertes en parte de la censura”.
Muchos propietarios y directores de medios dicen que tienen tan
pocas fuentes independientes de ingresos aparte del gobierno que se enfrentan a
una dura elección: asfixiarse por la falta de recursos o sobrevivir como
cómplices de su propia manipulación.
“Por supuesto, el uso del dinero público limita la libertad de
expresión, pero sin ese dinero público no habría medios en México”, dijo Marco
Levario, director de la revista Etcétera.
“Todos somos cómplices en eso”.
El modelo significa que algunos medios de comunicación apenas
pueden permitirse mantener sus propios principios.
Hace veinte años, el diario
La Jornada era uno de los más apreciados en el país, una voz crítica y una
lectura obligada para los intelectuales y activistas que caminaban por la
ciudad con el periódico bajo el brazo.
Pero los años no han sido amables con ese diario.
Hace unos
años, estaba muy cerca de la ruina financiera.
Luego, el gobierno intervino
rescatando la publicación con más de 1 millón de dólares en publicidad oficial
y, según los críticos, afectando en el proceso la independencia editorial.
“Ahora se adueñaron de ellos”, dijo Levario.
“El periódico ha
sido como un portavoz del presidente”.
Otros vínculos comerciales unen a los medios de comunicación con
el gobierno.
Muchas empresas de medios forman parte de conglomerados más
grandes que construyen carreteras u otros proyectos públicos.
La misma persona
propietaria de Grupo Imagen —una organización que tiene estaciones de radio,
canales de televisión y varios medios impresos— también es propietaria de
Prodemex, una importante empresa de construcción.
Ha ganado más de 200 millones
de dólares en los últimos cinco años con la construcción de instalaciones
gubernamentales y desempeñará un papel importante en la construcción del nuevo
aeropuerto de Ciudad de México.
Tanto La Jornada como Grupo Imagen, que es la empresa matriz de
Excélsior, no respondieron a las repetidas solicitudes de entrevistas para este
trabajo.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación
abordó recientemente el tema de la publicidad oficial al dictaminar en
noviembre que el gobierno debe cumplir con la promesa del presidente de regular
el flujo de dineros públicos de una manera imparcial.
“La ausencia de regulación en la publicidad oficial permite el
uso arbitrario de los presupuestos de comunicación, lo que indirectamente
restringe la libertad de expresión”, dijo Arturo Zaldívar, un juez de la
Suprema Corte.
En un comunicado, la oficina del presidente se refirió a la
publicidad oficial como una forma de promoción con respaldo constitucional que
le permite informar y educar al público sobre sus labores.
Pero rechaza la
afirmación de que ese gasto distorsiona la cobertura de los medios de asuntos
importantes o asfixia la libertad de expresión de cualquier manera.
“Todos los días los periodistas de México cuestionan, con
absoluta libertad, las acciones del gobierno y las de nuestros representantes,
incluido el presidente”, se lee en el comunicado.
“Hay una crítica permanente
de los periodistas mexicanos hacia el gobierno. Con solo abrir cualquier
periódico, encender la televisión e ir a las redes sociales, eso puede
verificarse”.
Poco después de su elección, el equipo de Peña Nieto ideó un
plan para regular el gasto de los medios, según tres personas familiarizadas
con la propuesta.
Pero Aurelio Nuño, el exjefe de gabinete del presidente y
exsecretario de Educación Pública, dijo que la propuesta nunca avanzó lo
suficiente como para convertirse en el borrador de una ley que pudiera cambiar
esa situación.
El esfuerzo fue subsumido por otras promesas de campaña y se
quedó atrás, dijo.
‘Calentar’ a los políticos
La mayoría de los medios de comunicación han dependido de la publicidad oficial durante tanto tiempo que no sobrevivirían sin los aportes del gobierno.
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Hector Guerrero / Bloomberg
Como jefa de reclutamiento en el periódico Reforma, Diana
Álvarez se ha acostumbrado a la definición flexible del periodismo en México.
Ella cuenta que hace unos años entrevistó a una joven que
trabajaba en un gran periódico de Ciudad de México.
La mujer, que tenía una
maestría en periodismo, dijo que su trabajo en el periódico consistía en crear
archivos de recortes de prensa negativos sobre los gobernadores de todo el
país.
Esos archivos se le entregaban al departamento de ventas del
periódico que luego se acercaba a los gobernadores para venderles “planes de
cobertura” para mejorar su imagen pública, explicó la joven.
Álvarez citó más ejemplos. Un candidato a editor se jactó de que
sabía cómo trabajar sus relaciones con los políticos para obtener más dinero
publicitario.
Lo definía como “calentarlos”, lo que implicaba mostrarle a los
políticos una noticia crítica que su periódico planeaba publicar.
Luego, como
le explicó a Álvarez, un contrato publicitario con su periódico que le ayudaría
a “apagar el fuego”.
Sin embargo, otro solicitante, un exempleado del gobierno, dijo
que sabía cómo “tratar a la prensa”, recordó Álvarez.
Le contó cómo había
estado a cargo de distribuir sobres llenos de efectivo para los periodistas.
“Me gustaría poder decir que estos son casos aislados, o solo
algunos, pero no es así”, dijo Álvarez.
“Hay muchos como ellos que hablan de
esas prácticas de una forma en la que te percatas de que las han normalizado”.
Daniel Moreno, director de la publicación digital Animal
Político, dice que no recibe casi nada de dinero del gobierno federal, y
cantidades relativamente pequeñas de los gobernadores estatales.
No es porque no quiera el dinero, dice Moreno.
Es solo que el
tipo de cobertura crítica que su equipo de noticias hace no es recompensado con
contratos gubernamentales, sostiene.
Recientemente, Moreno dijo que recibió una llamada de
funcionarios del estado de Morelos —que invierte cerca de 3000 dólares al mes
en publicidad en su medio—.
La esposa del gobernador estaba atravesando un
momento complicado por las afirmaciones de que estaba politizando la ayuda para
las víctimas del terremoto, una acusación que ella rechazó, por lo que un
funcionario estatal sugirió que Animal Político debía hacer algunas noticias
positivas.
Moreno rechazó cortésmente la propuesta. “Estaban bastante
ofendidos”, dijo encogiéndose de hombros. “Y estoy seguro de que el dinero se
ha ido”.
Aún así, les fue mejor que con la mayoría de los estados, dijo
Moreno.
Como política, Animal Político despliega una notificación en las piezas
que se pagan por publicidad, por lo que los lectores saben que el trabajo no es
periodismo independiente, dijo.
Pero funcionarios de los estados de Chiapas, Oaxaca y Sonora se
han negado a pagar por el contenido a menos de que se publique sin la
advertencia, dijo. Y Moreno se ha negado.
“He perdido más dinero de esa manera
del que he ganado”, dijo entre risas.
Este mes, las organizaciones de noticias se unieron para
denunciar la violencia contra la prensa en
México, donde los asesinatos de periodistas alcanzaron un récord este año.
Un
total de 39 grupos de medios firmaron un comunicado.
Pero algunos medios, como Animal Político, no se unieron porque
insistieron en agregarle al mensaje algunas líneas adicionales sobre el daño
que la publicidad oficial le hace a la libertad de expresión.
Se produjo un pequeño alboroto, dijeron.
Algunos grandes
periódicos que dependen en gran medida del dinero del gobierno se opusieron.
Finalmente, la carta fue enviada sin las líneas, y sin la firma
de Moreno y sus colaboradores.
Aparentemente, los medios noticiosos no estaban
dispuestos a desafiar su sustento.
Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.
La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.
Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.
El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.
Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.
De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.
A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).
¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.
¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?
¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!
El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.
Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio
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