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El peronismo no respaldó a Néstor Kirchner para llegar a la presidencia. 
Sus pares gobernadores lo conocían por haber compartido sesiones en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), donde después de largas discusiones él salía antes o después que los demás, y declaraba a los medios lo contrario a lo que habían acordado, provocando daños que lo colocaban en mejor posición para conseguir fondos del gobierno nacional.
Siempre se diferenciaba, rompía el peronismo gregario, se posesionaba (¿sic?) ante la opinión pública porteña, pero no se iba del PJ. 
El negocio de Néstor era denostar al peronismo desde adentro.
Cuando le aceptó a Eduardo Duhalde ser su candidato a presidente pocos peronistas entendieron la jugada. 
El peronismo esperaba que Duhalde se candidateara. 
Era lo que se dice el "candidato natural", el que carecía de objeciones. 
Aún hoy se tejen las más disparatadas versiones para explicar las razones por las que Duhalde decidió cumplir con la promesa de que no sería candidato. 
De hecho, no sería ni la primera ni la última promesa que un político incumpliría, pero no hubo caso. 
Más tarde, Carlos Reutemann, Feipe Solá y Juan Manuel de la Sota se bajaron de la contienda, por distintas razones.

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¿Pero apelar a Kirchner, que medía dos puntos en las encuestas nacionales, que la dirigencia peronista conocía tan bien por su falta de generosidad, por su habitual tendencia a cortarse solo, por su rusticidad en el trato?
 “Sin Duhalde y el peronismo bonaerense, Kirchner hubiera salido tercero, detrás de Rodríguez Saá”

Se sabe que el peronismo no votó mayoritariamente por Kirchner en esas atípicas elecciones que Duhalde convocó para el 27 de  abril de 2003. 
Sacó el 22.24 por ciento de los votos, menos que Carlos Menem, que sacó el 24.45 por ciento. Adolfo Rodríguez Saá, sacó 14 por ciento. 
Es muy interesante analizar los resultados de esa, la primera vuelta que sería la única. 
Kirchner sólo le ganó a Menem en las provincias patagónicas y en la provincia de Buenos Aires, 25.18 contra 20.30. Ni en Santa Fe, ni en Córdoba, ni en Mendoza, ni en Misiones, ni en Salta, por mencionar algunos distritos, Kirchner tuvo respaldo. 
Sin Duhalde y el peronismo bonaerense, Kirchner hubiera salido tercero, detrás de Rodríguez Saá.
Era obvio que una vez lograda la presidencia por abandono de Menem su primera batalla tenía que ser por el peronismo, y su cabeza de playa tenía que ser en la provincia de Buenos Aires, colonizada desde 1987 por Duhalde.

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En efecto, Kirchner le ganó al Partido Justicialista en las legislativas del 23 de octubre de 2005. 
El FPV obtuvo 40.31 por ciento y el PJ 12.77. 
En la mayoría de las provincias, la representación peronista fue con el sello del FPV, pero en el PJ presentó candidatos en Buenos Aires, La Pampa, La Rioja, Santiago del Estero y San Luis.
 “Kirchner se dedicó a consolidar su poder, hasta atragantarse”
Fue cuando Cristina Elisabet Kirchner y José Pampuro -primera generación de salto con garrocha al kirchnerismo- entraron a la Cámara de Senadores
Y también Hilda "Chiche" Duhalde, aunque no José María Díaz Bancalari(segunda generación de salto con garrocha al kirchnerismo). 
Como corresponde, el peronismo dirimió su liderazgo en elecciones y ya nadie se pudo hacer el distraído.
Desde esas elecciones hasta su muerte, Kirchner se dedicó a consolidar su poder, hasta atragantarse.

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 “Fue domesticando a los peronistas de a uno, con talento, caja y alguna palmada pero, sobre todo, garrote”
Lo primero que hizo fue disolver las reuniones en el CFI, donde los gobernadores se reunían para "conspirar-es lo que ahora decía- contra el Ejecutivo
Si era un instrumento válido cuando gobernaban otros, ahora dejaba de serlo. 
Lo segundo, inutilizar al PJ. Lo dejó a Eduardo Fellner al frente y a Juan Carlos "Chueco" Mazzón al fondo y se olvidó del problema. 
Se dedicó a ampliar su base política, el Frente para la Victoria, a izquierda y derecha. 
Fue domesticando a los peronistas de a uno, con talento, caja y alguna palmada pero, sobre todo, garrote.
Solo asumió la presidencia del PJ en plena crisis del campo, y cuando la presidente era su esposa, porque así lo había impuesto él, que quería sucederla en el 2011, para que después vuelva a ser candidata ella, y así estar por lo menos 16 años en la presidencia, el tiempo que necesitaba para hacer de la Argentina otra Santa Cruz, un país donde no volara una mosca sin que él lo autorizara
Después, se vería, algún otro Kirchner continuaría esa saga monárquica.
Ese 14 de mayo de 2008 hablaron Juan Cabandié, designado secretario de juventud del PJ, y Hugo Moyano, vicepresidente segundo de ese nuevo Consejo Nacional. 
A Daniel Scioli, vicepresidente primero, no le dieron la palabra por "blandito".

Amparado en el PJ navegó la derrota frente al campo y diseñó la estrategia electoral para las elecciones del 2009.
Pero volvió a perder y, furioso, cuando aún no habían pasado 24 horas del triunfo de Francisco De Narváez -en alianza con Solá y Mauricio Macri– en la provincia de Buenos Aires, anunció el 30 de junio de 2010 la "renuncia indeclinable al partido a nivel nacional" y el traspaso a Scioli de la conducción.
 “El peronismo todavía no salió del shock que le provocó su muerte. Toleró resignadamente el liderazgo de su viuda”
Fue su manera de anunciar que iría tras la búsqueda de los traidores, tarea en la que concentró sus mayores esfuerzos hasta el infarto agudo de miocardio, poco más de un año después.
El peronismo todavía no salió del shock que le provocó su muerte. 
Toleró resignadamente el liderazgo de su viuda, pero como quien se tapa la nariz para beber obligado el nauseabundo aceite de ricino. 
Ya tenían la voluntad domesticada por Kirchner que, en la comparación,  se transformó en el mito de "los días más felices fueron con Néstor", un relato construido con anécdotas de astucias, voracidad por el poder, valijas con efectivo.
Acompañaron a Cristina en todos sus caprichos electorales.
Creyeron que el peronismo daba para todo y que solo cabía la victoria. Perdieron.
Ahora son muchos los peronistas que lamentan la ausencia de esa voluntad nestoriana, el hombre que no se daba por vencido ni aún vencido. 
Pero Néstor se murió y el peronismo está muy lejos de encontrar el nuevo camino a la victoria.

fuente
"infobae", 27.10.2016