LOS “K”…
El escandaloso saqueo del Estado no se
agota en las anotaciones del chofer Centeno, que reflejan apenas una porción de
los actos dolosos del kirchnerismo
"Sabemos que si algún muchacho quiere vivir
de lo ajeno está bien, pero que lo haga con códigos".
La frase del
exsecretario de Comercio kirchnerista Guillermo Moreno, pronunciada durante una
charla con militantes y viralizada días atrás a través de las redes sociales,
revela con elocuencia cuáles son los principios y valores de muchos dirigentes
de una fracción política que sigue burlándose de la sociedad.
A confesión de
parte, relevo de prueba.
La
obscenidad de la corrupción que
reinó durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner sigue
quedando cada vez más evidenciada de la mano de los numerosos testimonios
derivados de la causa por los cuadernos de las coimas ,
en los cuales el chofer Oscar Centeno describió con lujo de detalles los
operativos de recaudación ilegal de fondos por parte de las máximas autoridades
de aquel gobierno.
Pero la corrupción desborda los cuadernos que la expresidenta intenta
desacreditar hablando de "la causa de las fotocopias".
El escandaloso
saqueo de las arcas del Estado no se agota en las anotaciones de Centeno, que
son apenas la radiografía de una porción del total de incontables actos dolosos
perpetrados durante la era kirchnerista.
Tampoco termina con las más que
reveladoras confesiones del excontador de la familia Kirchner Víctor
Manzanares, según las cuales solamente Daniel Muñoz, el recordado secretario
privado de Néstor Kirchner, habría movido entre 400 y 800 millones de dólares
provenientes de la corrupción en los aviones que viajaban a Río Gallegos.
El
reciente procesamiento de Cristina Kirchner en la causa que investiga la
utilización de aviones de la flota presidencial para el envío de diarios a su
casa de Santa Cruz alienta también la sospecha de que en esos vuelos se
transportaba mucho más que periódicos.
Si bien resultan prácticamente interminables las revelaciones sobre coimas
aportadas por empresarios que se beneficiaron con la concesión de obras
públicas, también en este terreno estas dan cuenta de apenas una parte de la
megaestructura de corrupción diseñada durante la gestión kirchnerista.
Groseros sobreprecios abonados por trenes
que quedaron inutilizados mientras las formaciones en uso no garantizaban
mínimas condiciones de seguridad, como ocurrió con la tragedia de Once; el caso
Skanska; los oscuros subsidios a empresas de transporte; la escandalosa
renovación de la concesión de la Hidrovía; las valijas con dólares provenientes
de Venezuela ingresados ilegalmente; la apropiación de la imprenta Ciccone por
parte de un funcionario del rango de vicepresidente; las múltiples y desvergonzadas
negociaciones incompatibles con la función pública por parte del matrimonio
Kirchner, incluyendo el simulado alquiler de habitaciones de hoteles propios a
empresas contratistas del Estado que no las ocupaban, y las múltiples maniobras
de lavado de dinero son algunas de las piezas de este inventario de prácticas
corruptas, coronadas por los bolsos de José López, filmado in fraganti cuando los entregaba en un
convento bonaerense.
El copamiento de los organismos de
control por figuras políticas que hacían la vista gorda frente a cualquier
irregularidad; el falseamiento de datos estadísticos del Indec; el
incumplimiento de reiteradas sentencias de la propia Corte Suprema de Justicia
por parte del Poder Ejecutivo; la utilización de la AFIP para perseguir a
ciudadanos que expresaran sus públicas disidencias con las ideologizadas
políticas gubernamentales mientras se pasaba por alto el enriquecimiento del
exmatrimonio presidencial y sus cómplices, permiten vislumbrar apenas una parte
del impresionante círculo de la corrupción K.
Frente a este cuadro no pueden provocar
menos que indignación las palabras de la expresidenta vertidas en su flamante
libro, relacionadas con su fortuna familiar: "Nunca llegamos pobres a
ningún cargo en la función pública. Y menos a la presidencia de la
Nación".
Recientemente, se conoció un informe efectuado por un auditor de
la vieja Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, elaborado sobre
la base de una pericia contable encargada en 2009 por el entonces juez federal
Norberto Oyarbide a dos peritos de la Corte Suprema de Justicia que evaluaron
las declaraciones juradas presentadas por el matrimonio Kirchner ante la
Oficina Anticorrupción.
El informe, hecho por Eduardo Blanco, identificó entre
los años 2007 y 2008 un total de 24,7 millones de pesos que los Kirchner no
podían justificar.
Se trata de una cifra que, a valores de diciembre de 2009,
equivalía a casi 6,5 millones de dólares.
Sin embargo, esas conclusiones nunca
fueron consideradas por Oyarbide, quien cerró en tiempo récord la causa
judicial por enriquecimiento ilícito, en lo que debiera considerarse una
sentencia írrita que debería revisarse, tal como lo ha solicitado la Oficina
Anticorrupción.
El exponencial incremento patrimonial de
los Kirchner no terminó allí.
Fue creciendo hasta tal punto que solo en dos
cajas de seguridad de Florencia Kirchner fueron hallados en 2016 4,6 millones
de dólares, que se suman a los numerosos y millonarios bienes inmuebles del
grupo familiar, adquiridos en su inmensa mayoría durante la función pública,
incluidos extensos terrenos que pertenecían al fisco santacruceño comprados a
precio vil y los tristemente célebres hoteles patagónicos.
Todo esto sin
contabilizar lo mucho que pueda estar escondido a buen recaudo tanto en la
Argentina como en el exterior, más allá del imaginario popular en relación con
inciertas ubicaciones de dinero enterrado o de "bóvedas" disimuladas.
Si los fondos robados a las arcas del
Estado eran "una comisión que se le cobra a la patria", como habría
expresado Daniel Muñoz, según el testimonio del arrepentido contador
Manzanares, solo queda por esperar que, sin demoras, se recupere lo robado y
que los responsables reciban un digno y ejemplificador castigo que vaya más
allá de la sanción moral de la sociedad y que permita ver el retorno del dinero
a la comunidad.
Ningún argumento puede ser empleado para
dejar de combatir la corrupción hasta las últimas consecuencias.
De la
resolución del más resonante y más documentado escándalo de corrupción de la
historia argentina dependerá el futuro de las instituciones de nuestro país.
Frente a quienes se rasgan las vestiduras porfiando que los atroces
descubrimientos derivados de la causa de los cuadernos de las coimas no harán
más que afectar negativamente las posibilidades de crecimiento económico,
corresponde insistir en que en rigor entrañan la enorme oportunidad de producir
el efecto inverso si la Justicia cae con todo su peso sobre sus responsables.
Claro está también, mal que nos pese, que si la Argentina no es capaz de
erradicar de sus entrañas el cáncer de la corrupción y la impunidad, estará por
siempre condenada a representar la imagen de un grotesco paraíso de las
oportunidades perdidas.
Fuente
(facebook, A. Terada, 05.05.2019)
(FOTO SELECCIONADAS DESDE EL BLOG)
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