CIUDAD DE GUATEMALA — Varios integrantes de la élite
política de Guatemala, que alguna vez fueron intocables pero hoy están
encerrados en las barracas de una base militar, preparan su regreso al poder.
Expresidentes,
ministros, diputados, jueces y empresarios encarcelados gracias a una lucha de
años contra sobornos e impunidad pasan las horas muertas haciendo jardinería,
afinando guitarras, estudiando inglés, cocinando para visitantes dominicales… y
alistando una campaña para poner fin a las investigaciones anticorrupción que
los llevaron a prisión.
El blanco de esa
campaña es un pánel de investigadores internacionales, respaldado por las
Naciones Unidas, que ha liderado una de las luchas más efectivas contra la
corrupción en América Latina y que ha sido
ejemplo en una región que batalla para atajar la corrupción que origina
gran parte de la desigualdad y la violencia.
La comisión trabaja
en conjunto con los procuradores guatemaltecos y tiene como misión fortalecer
las instituciones de la frágil democracia establecida después de décadas
de regímenes militares y de la guerra civil de 36 años de duración.
Las personas
acusadas tienen un poderoso aliado: el actual presidente guatemalteco, Jimmy
Morales.
Aunque durante su campaña se presentó como un hombre
reformista, cuando él y sus familiares fueron señalados de haber
cometido crímenes por los investigadores, cambió rápidamente
de opinión.
Desde entonces ha escalado la ofensiva contra el pánel
anticorrupción, lo que amenaza
el Estado de derecho en el país, dijo Iván Velásquez, el encargado de la
Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).
“Los empresarios
que fueron acusados, los diputados, los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia; todo el gobierno: la pretensión es obtenerimpunidad”, dijo
Velásquez.
Para eso “tienen que permanecer con el control del Estado”.
A un mes de la
primera vuelta presidencial de junio, los prisioneros y sus aliados están
conspirando para ganar las elecciones y así poder asegurarse de que la Cicig
desaparezca.
Quedaron un paso
más cerca de su meta el 15 de mayo gracias a una decisión de la Corte de
Constitucionalidad: Thelma Aldana, la exfiscala
y la única de los candidatos presidenciales más conocidos que respalda a la
Cicig, no podrá postularse para las elecciones.
Eliminar de la
contienda a Aldana, quien fue elogiada a nivel internacional por su
participación en la lucha anticorrupción, vuelve casi una certeza que la Cicig
dejará de existir cuando termine
su mandato este septiembre, según afirma Alexander Aizenstadt, abogado
experto en Derecho Constitucional.
Aizenstadt sostiene
que el impulso en contra de la corrupción ha sido tan popular entre los
guatemaltecos que quien resulte electo no podría eliminar la Cicig
sencillamente.
Pero el abogado también advierte que un posible sustituto
terminaría por ser un organismo débil y solamente tomaría algunos pasos “para
apaciguar el sentir público”.
La supervivencia de
la Cicig tiene grandes implicaciones, y no solamente dentro de Guatemala.
Desde que fue establecida hace doce años, la comisión
ha procesado más
de cien casos y ha presentado cargos contra unas setecientas personas
involucradas en más de sesenta redes criminales; en el transcurso se ha ganado
la simpatía de muchos guatemaltecos que han salido a protestar a las calles en
su defensa.
Durante la campaña presidencial, con diversas encuestas
que muestran una desconfianza hacia el gobierno y los políticos, la Cicig suma
el respaldo de más
de la mitad de la población.
Si los recientes
esfuerzos contra la corrupción en Guatemala son frenados, se sentiría el
efecto hasta en Estados Unidos, donde la política hacia la región se ha
enfocado en detener el flujo
de narcóticos y el éxodo de migrantes que huyen de la pobreza y la
violencia.
No será posible combatir esos problemas si no hay un Estado de
derecho, afirmó William Brownfield, investigador sénior del Centro de Estudios
Estratégicos e Internacionales (CSIS) y quien fue subsecretario de Estado
Adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley.
“El trabajo de la
Cicig sí llega a las causas de la migración, de las pandillas, de temas
relacionados a las drogas”, dijo Brownfield.
Los países vecinos
de Guatemala también ven a la Cicig como un modelo.
El presidente electo de El
Salvador, Nayib Bukele, también ha propuesto la
creación de una comisión contra la impunidad y el mandatario ecuatoriano, Lenín
Moreno, anunció
el 13 de mayo el establecimiento de una comisión técnica con cinco
especialistas internacionales.
Sin embargo, los
desafíos para el Estado de derecho en la actualidad sugieren que los avances
contra la corrupción siguen siendo muy frágiles, no solo en Guatemala sino en
buena parte de América Latina.
El desagrado que va en aumento entre la gente
respecto a los sobornos y la falta de gobernanza ayudaron a impulsar
investigaciones que destituyeron a presidentes y encarcelaron a directores
empresariales, pero también generaron una feroz resistencia por parte de
quienes detentan el poder.
En Guatemala, políticos, líderes empresariales y las
fuerzas armadas se han unido para luchar contra la comisión.
Argumentan que el
involucramiento de extranjeros (Velásquez es colombiano) en las investigaciones
de Guatemala socavan la soberanía del país.
También critican el uso de
informantes que tiene la comisión y denuncian que se viola la presunción de
inocencia de quienes son acusados.
Sobre todo, dicen que los procesos de la
Cicig están politizados.
“Yo me siento un secuestrado político”, afirmó Carlos Vielmann, exministro de
Gobernación.
Ayudó a negociar el acuerdo con la ONU para la llegada de los
fiscales internacionales y luego fue uno de los acusados por la comisión, tras
lo cual terminó como reo en el centro de detención preventivo creado
expresamente en la base Brigada Militar Mariscal Zavala, que está ubicada
en Ciudad de Guatemala.
Vielmann pasó seis meses ahí y fue liberado bajo fianza
a principios de mayo.
Las iniciativas
para eliminar la comisión internacional han desatado una crisis constitucional
desde hace varios meses.
En agosto, el
presidente Morales anunció que no iba a renovar el mandato de dos años de la
Cicig, el cual vence este septiembre.
Luego intentó bloquear sus labores
durante su último año de vigencia.
Cuando su orden de expulsión fue revertida por la Corte de
Constitucionalidad guatemalteca, la instancia más alta en el país, los
opositores del tribunal intentaron
denunciar a los tres jueces que habían protegido de manera mayoritaria a la
Cicig.
Por ahora, la
Cicig —que Velásquez aún encabeza desde el extranjero— y el Ministerio Público
han continuado sus labores.
El
pasado 7 de mayo acusaron al ministro de Economía, a un candidato
presidencial y a seis diputados de formar parte de un esquema para la
compraventa de votos en el congreso con la finalidad de avanzar ciertas leyes y
nombramientos judiciales entre 2012 y 2015.
Todos los acusados niegan ser
responsables.
La campaña en
contra de la Cicig y la Corte de Constitucionalidad están poniendo “en riesgo
la democracia y violando la constitución”, dijo Édgar Gutiérrez, analista y
excanciller que propuso inicialmente que Guatemala buscara ayuda internacional
para el tema anticorrupción.
Esa campaña
también ha envalentonado a otros que intentan revertir los avances recientes en
contra de la impunidad y la corrupción.
Durante el último
año, el Ministerio de Gobernación hizo cambios
sustanciales en el liderazgo de la Policía Nacional Civil con los que hizo a un
lado a comandantes profesionales que recibieron capacitación estadounidense.
“Se
está dando un vuelco ideológico”, dijo Fernando Linares, diputado que propuso
la medida de amnistía.
La Cicig inició como un experimento en 2007, cuando el
gobierno guatemalteco acudió a las Naciones Unidas para pedir su ayuda con el
fin de controlar las redes criminales y militares que habían tomado el control
de partes del Estado.
Además de proveer
mejores prácticas técnicas, establecer cortes especializadas y proponer nuevas
leyes para acelerar las investigaciones, la presencia de la Cicig fortaleció la
independencia de la fiscalía general al ser un amortiguador contra las
presiones políticas.
“Creo que en
nuestros países en América Latina, las fiscalías se encuentran muy ligadas al
poder político y al poder económico”, dijo Velásquez, quien estuvo a cargo de
investigaciones sobre vínculos entre políticos y grupos paramilitares en
Colombia.
“Eso limita sus acciones”, agregó.
La llegada de
Velásquez a Guatemala, en 2013, y el nombramiento de Thelma Aldana el año
siguiente aceleraron las investigaciones.
Los casos que
presentaron dieron la imagen de un país donde los sobornos y el desvío de
recursos eran una parte casi intrínseca de cómo se atendían los asuntos del
gobierno y de las vidas que se habían perdido por lacorrupción, como en
el caso de los contratos irregulares para la compra de equipo médico de
diálisis por parte del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.
En 2015, Aldana
imputó al presidente de ese entonces, Otto Pérez Molina, y a su vicepresidenta,
Roxana Baldetti, por ser parte de una red de defraudación fiscal,
cargos que ambos rechazaron.
Pérez Molina
terminó renunciando y el repudio hacia la corrupción en el poder impulsó
a Morales, antes un comediante de televisión, a la presidencia.
Prometió
trabajar junto con Velásquez.
Rápidamente
surgieron tantos casos que los guatemaltecos empezaron a llamar “jueves de
Cicig” a las conferencias de prensa semanales.
La gran
cantidad de casos desbordó la capacidad de las cortes, lo que provocó que
muchos sospechosos pasaran meses, hasta años, detenidos en la base militar
antes de ser enjuiciados.
A pesar
de los casos contra individuos poderosos, muchas redes políticas establecidas
en el congreso y en los gobiernos locales se mantienen.
Algunos jueces
corruptos también siguen en sus cargos.
Luego la
familia de Morales también fue investigada por la Cicig.
Primero acusaron
de fraudeal hijo y al hermano del presidente; ellos niegan esos cargos.
Luego la
Cicig empezó a revelar esquemas de financiamiento ilegal de campaña.
El
presidente, el único funcionario con el poder para poner fin al mandato de la
comisión, empezó a
ser investigado, al igual que algunos de los empresarios más poderosos del
país.
La Cicig comenzó a tener enemigos muy influyentes como Remigio
Ángel González quien, como propietario de cinco televisoras, tiene un
monopolio virtual de las noticias por televisión.
Alba Elvira Lorenzana, esposa
de González, está acusada de hacer donaciones de campaña ilegales a Pérez
Molina, el exmandatario encarcelado.
Aparentemente,
los casos de financiamiento ilegal de campaña acabaron con el respaldo
que los empresarios le habían dado a la Cicig.
“Mostramos
una preocupación, porque en algunos casos la comisión estaba teniendo una
intervención en debates públicos que excedían propiamente su mandato”, dijo
Roberto Ardón, director ejecutivo de la poderosa
organización empresarial Cacif.
El
gobierno y quienes se oponen en el congreso a la Cicig —más del 20 por ciento
de los diputados enfrentan algún cargo de corrupción— también lograron
socavar el compromiso de Estados Unidos con la comisión al cultivar el
apoyo de funcionarios del gobierno de Trump y dejando de lado a los
profesionales del Departamento de Estado que durante mucho tiempo han apoyado a
la comisión.
A medida
que se acercan las elecciones, el entusiasmo que hace cuatro años hizo que
muchos guatemaltecos salieran a las calles para manifestarse contra la
corrupción ha sido remplazado por la aceptación de que se necesitará mucho más
que un nuevo presidente para cambiar las estructuras de poder.
“Cambiar
una dinámica de siglos no es tan fácil”, dijo Álvaro Montenegro, uno de los
organizadores de las protestas callejeras de 2015.
“No es que va a pasar de un
día para otro. Pero se va a dar un cambio”.
Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.
La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.
Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.
El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.
Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.
De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.
A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).
¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.
¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?
¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!
El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.
Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio
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