Chiqui, el otro cacique petrolero que
construyó su propio imperio gremial
Por Italo Pisani
Manuel “Chiqui”
Arévalo y Guillermo “Caballo”
Pereyra siempre se midieron de muy jóvenes.
Debutaron en los ’70 en
los pozos de la perforadora Astrafor, en Buta
Ranquil, y no tardaron en convertirse en delegados del neonato gremio que
comandaba Hugo Rozar.
La carrera de Pereyra en el sindicato petrolero pegó un respingo superada la dictadura militar y, desde entonces, ostenta un poder omnímodo en Neuquén de casi 40 años.
Arévalo tuvo en aquel entonces menos suerte.
Lo echaron de Astrafor, encontró trabajo como ceramista y no tardó en retomar su vocación, al punto de ser uno de los impulsores del gremio neuquino de esa actividad.
Se fue a SP Argentina y, de allí, otra vez al sindicato de Pereyra donde militó por una década.
El “Caballo” no imaginaba que le saldría un serio competidor.
Y, junto a un puñado de seguidores, se ocupó de ellos: de los abusos en sus tareas, de su falta de descanso, de sus avatares impositivos...
Tanto que construyó una organización que -en obras millonarias, beneficios y alcance territorial- no tiene casi nada que envidiarle al gremio de Pereyra.
La diferencia es que Arévalo lo hizo en apenas una década.
La arquitectura del edificio sobre calle Chrestía al 200 fue dotada de materiales de la mejor calidad, espacios grandes y luminosos y tecnología de vanguardia en todos sus niveles. Hay un amplio auditorio-cine, cascadas en paredes, domótica que automatiza artefactos, y pisos y revestimientos como los que se encontrarían en un hotel de cinco estrellas.
Similar estética se buscó para las sedes de ocho localidades de Río Negro y Neuquén.
El gremio
lleva invertido un presupuesto generoso en centros recreativos de hasta
40.000 metros cuadrados, complejos turísticos como el que se erige en Las
Grutas (sobre terreno frente al mar y en zona céntrica), salones de eventos,
loteos residenciales y un proyectado edificio de departamentos de 15 pisos.
Las claves para semejante desarrollo son los aportes de unos 5.000 afiliados y 13.000 adherentes con sueldos elevados por su categoría profesional o jerárquica, que le permitirían al gremio obtener un suculento piso de 1.200 millones de pesos al año con las retenciones del 2% de la cuota sindical, el 3% para la mutual y el 9% para la obra social (incluidas contribuciones patronales).
A esa cosecha multimillonaria deben sumársele
inversiones financieras y una administración prolija de recursos en manos Jorge
Arévalo, el hijo del mandamás.
Precisamente la familia y los amigos ocupan un lugar liminar en este gremio que -como Pereyra- apuesta a la perpetuación de su líder y hace culto de la confianza vía su círculo áulico.
Casi todos los siete hijos de Manuel realizan o realizaron tareas dentro del sindicato.
Pero es Jorge el alter ego del padre
desde los inicios de la actividad gremial y Liliana quien adquirió un perfil empresario,
al desarrollar sociedades con el objeto de brindar servicios al gremio.
Viene manteniendo pulcros los 3.200 metros cuadrados del palacio gremial.
Sus socios son Liliana Arévalo y Marcelo Vidaurre, con domicilio en Plottier.
A la empresa la formó un empleado mecánico del sindicato, Gustavo Sosa, junto a su esposa Marcela Carrizo.
Pero hace menos de un año pasó directamente a dirigirla Liliana Arévalo.
Al igual que Vanguardia, en 2017 pasó a ser regida por Liliana Arévalo. Ambas empresas tienen el mismo domicilio.
El tesorero aseguró también que Vanguardia y Rutas proveen personal o vehículos al sindicato, en calidad de servicios tercerizados. Y que también lo harían para otras empresas.
Se trata dePatagonia 4x4 SRL, sospechada de ser una empresa de papel.
Se registraron como socios Laura Corrales y Juan Tarifa, esposa y hermano respectivamente de Julio Tarifa, el asesor legal del gremio.
Originó risueños títulos en la prensa nacional: “Julio Tarifa apoya el tarifazo”.
Sin embargo, allí funciona un estudio jurídico donde tiempo atrás atendió el abogado del sindicato.
Como domicilio fiscal figura el mismo de las empresas Vanguardia Neuquina y Rutas Patagónicas, es decir Brown 328.
Pero ni en uno ni otro se observan movimientos propios de una constructora.
De todos modos, como es de práctica, el objeto social es muy amplio y va desde la inspección de cañerías al transporte de cargas y pasajeros, pasando por el rubro inmobiliario y consultoría.
Niegan rotundamente que la firma les pertenezca o haya sido creada a instancias del nucleamiento gremial.
El hombre asegura que él y su esposa fueron obligados por el gremio a inscribirse como monotributistas y a facturar a Patagonia 4x4 por obras en campings y piletas de natación de las sedes gremiales de Catriel, Rincón y Huincul, así como la construcción de la “lujosa y opulenta” casa particular de Jorge Arévalo en el barrio Río Grande de Neuquén capital.
“Esta empresa para nada intervino en la administración y realización de las obras” y los pagos de los trabajos fueron efectuados “en el gremio por Jorge Arévalo, el tesorero”, asevera el denunciante.
Escobar pidió especialmente se investigue “de qué forma se pagaron la provisión de materiales y los servicios de la vivienda privada”.
No obstante, Escobar Costanzo apeló recientemente la decisión vía su abogado Alberto Gutiérrez.
Su padre, el secretario general, permaneció a su lado y sólo hizo algunas acotaciones.
Con esa palanca, en 2013 tuvo la oportunidad de ocupar el sillón de director titular en YPF, en reemplazo de Guillermo Pereyra.
Tiene 67 años y siete hijos. Uno de ellos, el tesorero Jorge, es su mano derecha.
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