Los negocios presentes y los que vendrán.
Su influyente pulgar y cómo busca prolongar la dinastía.
Su gremio tiene alrededor de 20.000 afiliados que votan como un solo hombre.
No en vano ha alcanzado el 99,8% en una elección y, durante añares, la oposición brilló por su ausencia.
Las escasas filas de obreros que lo combaten (por lo general del PO), lo definen de patotero y extorsionador.
No se conformaba con Río Negro y Neuquén; quería también a La Pampa a su merced, pero debió enfrentarse con el sindicato de Bahía Blanca que tenía de aliada a la UOCRA pampeana y mendocina.
El pico más cruento de la disputa derivó en la muerte de Ariel Quiroga, del gremio de los albañiles, en 25 de Mayo, La Pampa.
Fue en medio de un ataque a tiros al rudo estilo Far West, en 2008.
Un exfuncionario fue testigo de un comentario de Pereyra tras el incidente: “A los muchachos se les fue un poquito la mano...”
No pocas empresas de servicios pasarían por su tamiz. ¿Pueden trabajar? ¿Se les renueva contrato con YPF? ¿Qué y cuánto personal pueden reclutar? Pereyra da toda la impresión de ser el que decide.
Enrostró ese poder cuando inauguró semanas atrás el edificio suntuoso de la Mutual y subió a la tarima al Jorge Sapag que meses antes denostaba y llamaba “ñoqui”, al actual gobernador Omar Gutiérrez y a su hijo Martín, sólo para promocionarlo.
Pero luego a la expresidenta la combatió con decisión, al compás de su alineamiento con su par camionero Hugo Moyano, a quien secundó en la conducción de la CGT.
Ahora existe un mutuo aferramiento con el presidente Mauricio Macri.
El senador se convirtió en el primer y vital aliado gremial del mandatario.
Miles de millones de pesos sobrevuelan su figura.
Pero hay también modernas clínicas en Rincón y Catriel, un avión sanitario totalmente equipado, farmacias propias, sedes gremiales y campings recreativos en todas las localidades petroleras.
Las instalaciones y beneficios en turismo social, becas, préstamos, prestaciones sanitarias, etcétera, explican el fervor que despierta Pereyra entre los afiliados.
En octubre de 2015 sorprendió al hablar de “un plazo fijo del gremio de 1.800 millones de pesos” (que, de mantenerse, hoy alcanzaría los 2.700 millones).
Este año declaró un “superávit de 367 millones” y un “activo de 1.900 millones que deja a las claras que tenemos una buena administración”.
Pero ese dinero -es de presumir- constituye una mínima expresión de todo lo que hay en danza.
El movimiento crediticio del Banco Central apenas registra un saldo de tarjeta de crédito de 166.000 pesos. Una bicoca. Cero endeudamiento.
Pero para garantizar hacia afuera prolijidad, el gremialista recurre a su familia.
No obstante, tomó en algún momento a un gerente contable para que elabore un protocolo de compras.
El hombre duró un suspiro en el cargo.
Entre ellos, tiene contratado en el Senado como asesor al ex secretario de Energía neuquino y frustrado candidato a gobernador Guillermo Coco.
Las cuestiones legales por años las manejó a través de Juan Carlos Marconetto, quien fue socio de Comasa SA, la empresa constructora que ha hecho buena cantidad de obras en el sindicato, incluida la reciente Mutual, como veremos más adelante.
Si se considera que un promedio del 18% del salario bruto de un trabajador petrolero queda en manos del sindicato, anualmente se estaría percibiendo un piso de 2.500 millones de pesos, probablemente manejados de manera discrecional.
Hoy su espejismo se volvió realidad.
En 2011, el sindicalista logró que el convenio colectivo del trabajo petrolero 644/2 incluyera en su artículo 11: “las partes (...) recomendarán que las empresas consideren la posibilidad de contratar la ART creada por la Mutual de Empleados y Obreros Petroleros Privados”.
Así, en 2014, Pereyra presentó en público su propia ART, “la primera creada por un sindicato”.
Un espejo de lo que son algunas de las sociedades generadas por su familia directa, tal como hemos descripto en la edición de ayer.
Hay, cuanto menos, hilos conductores.
Veamos:
El primero, ex legislador emepenista, es un antiguo asesor legal del gremio y una de las mano derecha de Pereyra.
Figura en los registros de la Anses como empleado del Sindicato y de su Obra Social.
En el domicilio de la constructora (Rivadavia 635 de Neuquén) está también la sede de radio Cumbre y de Tarjetas Máxima, en las que Marconetto aparece como co-titular y que más de una vez se señalaron como próximas a Pereyra.
En tanto Sampietro, ingeniero, ha sido el proyectista del Complejo Deportivo y Recreativo del Sindicato.
En 2006, Marconetto y Sampietro transfirieron sus puestos en Comasa a Pablo Roca Jalil, que quedó como presidente, y a José Antilef. Ambos ya eran integrantes de la firma. La esposa de Sampietro quedó como directora suplente.
Con fondos del gremio, hizo también el Club Petroleros Privados de Huincul y la Clínica Sindical petrolera de Catriel, entre otras obras.
Lo consiguió. En 2010, Medio Ambiente de la provincia publicó las normas respectivas.
A baja voz ya se decía que su fabricante era “una empresa de Pereyra”.
La sospecha se intensificó cuando vieron que el gremio publicitó abiertamente a la firma y su negocio con residuos.
Se llama Real Work SRL, radicada en la comarca petrolera.
En ese momento aparecía como único dueño Jorge Luis Cárdenas Negro, que fuentes acreditadas señalaron como ex empleado del municipio de Cutral Co.
La sociedad fue, en realidad, inscripta en 2003 por Norman Angli y luego pasó a manos del extitular del BPN, Carlos Chiappori.
Cárdenas Negro no tardó en transferir parte de sus acciones a Jorge Alberto Rubio, un amigo del vicegobernador Rolando Figueroa, además de seguidor de Pereyra y aportante de su campaña a senador.
Y también tuvo participación en la constructora Ingeco SRL en sociedad con Rubén Santarelli.
Terminó cediendo acciones en favor de Lucio Filippi (allegado a Martín Pereyra ) y de Santiago Ciancaglini (también socio en Sand Frac).
Una familiar de éste último aparece como receptora de acciones de Martín Rubio, hijo del socio de las mantas oleofílicas, en una empresa llamada Ragua SRL, dedicada al tratamiento de pasivos ambientales y saneamiento de piletas petroleras.
Jorge Rubio estuvo al frente de Ragua hasta diciembre de 2014, cuando cedió acciones a María Magdalena Rubio, quien sería su hija. Un verdadero rompecabezas.
En definitiva, todo permite suponer que Cárdenas Negro, los Rubio y los Ciancaglini tienen vínculos estrechos en empresas fuertemente dependientes de la industria petrolera.
Y se ligan así mantas (de dudosa efectividad y cuestionadas a su vez por contaminantes), otras soluciones ambientales y arenas para el fracking.
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